Los juegos rockeros
En los últimos meses ha generado una enorme expectación un nuevo juego de Double Fine y Electronic Arts llamado Brütal Legend. Este singular título nos pone en la piel del rockero Eddie Riggs, doblado por Jack Black en la versión original y por el «amiguete» Santiago Segura en la localización a español de España. Eddie es un pipa de un grupo heavy perdido en una dimensión medieval fantástica poblada por dragones, bárbaras en bikini y esas cosas que siempre vemos en las portadas de los discos de Manowar, los dibujos de Luis Royo y los grafitis chungos que decoran las divertidas atracciones de las fiestas del pueblo, como el Dragón Vacilón, la Casa del Terror y la Barca Vikinga.
Dado el gran interés que a día de hoy despiertan los juegos musicales, es necesario reivindicar algunos proyectos que, si bien en su día no fueron tan molones como aparenta el juego de Tim Schafer, sí que anduvieron con mayor o menor fortuna por derroteros parecidos. En su día sólo pude disfrutar de las demos de estos títulos, pero a ellos va dedicada esta semblanza cariñosa ya que son más que nada, juegos para descubrir.
¿Listo? Pues allá vamos. Sube al 11 esos amplificadores y acompáñanos al bolo de los Juegos Rockeros.
Kiss the Psycho Circus: The Nightmare Child
Nightmare Child salió en 1998 para PC y para la mejor consola de la historia de la humanidad, conocida también por el nombre de Dreamcast. Fue desarrollado por el estudio Third Law con un motor que recuerda mucho al del Blood 2 de Monolith. Este juego de Kiss es un FPS basado en el cómic homónimo de Todd McFarlene (Spawn, Spiderman Torment…) en el que los protagonistas cómo no, son los propios miembros de la famosa banda rockera.
La trama gira en torno a una banda de tributo a KISS que recibe la misión de encontrar unas armaduras que poseen el poder de los cuatro guerreros cósmicos conocidos como Los Ancianos (Gene Simmons con su lengua de vaca al frente), necesarias para poder derrotar al Hijo de la Pesadilla, un demonio gafapasta antediluviano que quiere destruir la Tierra y convertir a toda la humanidad en extras de un videoclip de Bjork.
El juego en sí es bastante resultón, y cuenta con ese punto sanguinario que tanto nos gusta. Cada espíritu Kiss tendrá sus propios poderes y, por supuesto, la banda sonora incluye temas del grupo, como por ejemplo los de su extravagante ending (hacia la mitad del vídeo).
The Nightmare Child fue acogido con cierta frialdad por la prensa especializada, que lo acusó de tener un desarrollo simple, poca variedad de enemigos y un diseño un poco tosco. No obstante, hoy en día se ha convertido en un entrañable homenaje a la banda y a sus fans, un juego de acción sin pretensiones que no termina de tomarse en serio a sí mismo. Y en estos tiempos que corren, eso es muy de agradecer.
Ed Hunter
El videojuego de Iron Maiden es una de esas rarezas que constituyen divertidas notas a pie de página de la historia de un grupo. En realidad, la concepción del producto fue bastante original en su época. Los fans votaron en la web de Iron Maiden sus 20 canciones preferidas y esto llevó a la troupe de Bruce Dickinson a comercializar los temas a modo de banda sonora seleccionable para un juego basado en la iconografía propia de la banda.
El resultado fue un shooter sobre raíles, al estilo de Time Crisis, en el que el jugador recorrería fases ambientadas en las canciones de los Maiden como Powerslave, 22 Acacia Avenue, Fear of the dark y Futureal entre otros cañonazos genuinos, como dirían en la Kerrang!
A pesar de la mala calidad del vídeo podemos hacernos una idea del sistema de juego. Por cierto, el objetivo es salvar al inefable Eddie, el bonachón y horripilante zombie mascota de la banda. La razón de por qué alguien quiere secuestrar a semejante engendro en lugar de a un puñado de grupis jamonas continúa siendo un misterio, quizás nos lo aclaren en otro videojuego. Up the Irons!
Queen the Eye
Extraño el caso de Queen the Eye, un juego que en el momento cosechó críticas grises y pésimos resultados comerciales pero que con el paso del tiempo se ha ido rodeando de un halo de reverencia y, por qué no decirlo, de culto.
El juego nos traslada a un futuro paralelo en donde la humanidad sufre la represión de un ente informático conocido como El Ojo cuya misión es erradicar cualquier signo de creatividad y con él, cualquier atisbo de rebeldía contra el orden establecido. La historia arranca cuando Dubroc, agente de El Ojo, encuentra en un rincón perdido de la consciencia humana un fenómeno conocido como música Rock , concretamente la discografía de Queen, catalogado como altamente subversivo. Dubroc será acusado de traición y obligado a luchar por su vida en un tenebroso reality show con constantes guiños al mítico grupo inglés.
El juego cuenta con una extensión considerable. En total cinco discazos aderezados por una genial selección de temas de Queen, orquestados y remezclados para la ocasión.
El sistema de juego mezcla elementos del survival horror con la aventura gráfica, con unos escenarios muy cuidados para la época, multitud de puzzles, enemigos, y un guión complejo y elaborado.
Yo sólo pude disfrutar de una versión demo y me pareció una propuesta interesante. Sin embargo, hay quien se ha quejado de la elevaba dificultad y de la complejidad del sistema de juego hasta el punto de que, aunque para unos sea una traba, para otros puede ser un interesante reto.
La Wikipedia apunta que el Queen the Eye no fue del todo ninguneado, y la premisa de su argumento influenció la concepción artística del conocido tema musical We Will Rock You.
Las aventuras de Manolo Kabezabolo [BONUS TRACK]
Terminaremos nuestro recital con un telonero de excepción: el músico punk español Manolo Kabezabolo, que como buen héroe underground también tuvo su juego. Este fue una simplísima aventura gráfica point & click que se puede descargar gratuitamente y que funciona a las mil maravillas en Windows 3.11.
El juego es corto y consiste en una sucesión de desfases punkarras, a cada cual más bestia, que uno deberá superar armando gresga y bebiendo hasta el agua de los charcos. Todo para organizar una buena fiesta punketa como Dios manda, con su pogo, su suelo pegajoso y sus petardos trompeteros. En definitiva, esas cosas que se han perdido por culpa de Tokyo Hotel.
El juego aboga por los gráficos simples, y a lo largo de la historia hay constantes referencias a las canciones del gran Manolo. Todo destila una simpática sencillez (fue programado por una sola persona) con toques de humor golfo y macarra, ese humor que nunca reconoceremos que nos gusta.
Y con esta última canción nos despedimos. Esperamos que os haya gustado el concierto, las maquetas las vende esa chavala de la mesa a 5 pavos. ¡Nos vemos en el próximo bolo! O en la cola de la barca vikinga, claro. Gracias por todo y ¡déjanos tus comentarios cargados de rock!
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