Corría el año 1995 cuando Apple, a la deriva con graves dificultades económicas y falta de ideas desde hace varios años, causadas principalmente por el despido de Steve Jobs por Michael Spindler (al que colocó el propio Jobs), sopesaba entrar en el mundo de los videojuegos para repartirse una parte de un pastel cada vez más grande.
En esa época, estaban compitiendo en la generación de 32 bits SEGA con su Saturn, una nueva llegada como era SONY con su PlayStation (pisando tan fuerte que sería la ganadora de la generación) y Nintendo con su Nintendo 64 (aunque salió definitivamente un año después a causa de múltiples retrasos).
Visto este panorama, en Apple debieron pensar que si Sony había entrado entrado en el mundo de los videojuegos y se estaba llevando una parte importante del pastel, ellos podían tener la misma o más suerte, ya que el mundo de los videojuegos se estaba volviendo más atractivo debido a su crecimiento exponencial en número de usuarios. Por ello, pusieron la maquinaria en marcha para entrar en el mercado con una videoconsola que denominaron Pippin.