Todos los chavales que nacimos en la década de los 80 crecimos pegados al televisor. Entonces, había muy pocos canales, pero eso no era impedimento para que nos tragásemos casi todo lo que pusieran en antena hasta que nuestros padres nos mandaban para cama, porque la película que ponían no estaba recomendada para menores.

Sólo había dos cadenas de televisión y, si tenías suerte, la autonómica. Recuerdo que un fin de semana mis padres me llevaron de visita a casa de mi abuela, en Vigo, y allí había dos canales que nunca había visto hasta entonces: Antena 3 y Tele 5. También vi por primera vez una serie que me encantó, Oliver y Benji (Captain Tsubasa), y me compré en un kiosko su álbum de cromos. Pero claro, cuando llegué de vuelta a Santiago de Compostela descubrí que allí, como la serie no se emitía, en los quioscos no se vendían los cromos. ¡Vaya chasco!

Dejando a un lado mis historias personales, el caso es que toda una generación de chavales sufrimos con la muerte de Goku y con la lesión de Benji Price. Acompañamos a los Caballeros del Zodiaco en su Batalla de las 12 Casas y a Marco en la búsqueda de su madre. Viajamos hasta Bremen con los Trotamúsicos y disfrutamos de la primera emisión de Los Simpsons que, tras tantas reposiciones, ¡nadie me dirá que no tiene mérito!

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Ya sabemos muy bien que los japoneses son especiales a la hora de crear aparatos de todo tipo para que hagan por nosotros las cosas más innecesarias. Hace poco vimos la jarra de cerveza que añadía espuma, pero ahora es todavía peor, pues os presentamos a Potechi Potato, la mano mecánica destinada a coger patatas fritas (de bolsa) sin que se rompan y sin tener que mancharnos las manos. Sí amigos, lo que fácilmente podríamos arreglar con nuestros dedos y una servilleta, en Japón requiere de medios más complicados como gastarse 699 yenes en este Potechi Potato, un verdadero prodigio tecnológico.

Por supuesto, lo mejor del producto es cómo lo anunciaron en su día en Japón, con un comercial que casi parece una broma, pero de cuyo realismo no dudo ni una pizca. Y también os quedan más imágenes del cacharrito.

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Un enorme y semi-humanoide saurio se aproxima por el horizonte. Tiene una manera de andar bastante humana, pero aun así nada nos hace presagiar que se trata de un señor disfrazado. El temible monstruo empieza a destruir una detallada maqueta de la ciudad de Tokyo con su letal aliento radioactivo, con explosiones y chispas a tutiplén, al más puro estilo Power Rangers (diría Ultraman, pero me tacharán de purista…) hasta que sólo quedan ruinas en el plató. Esto es lo que para muchos podría ser una película de Godzilla, el monstruo gigante o daikaiju más famoso de la historia del entretenimiento. Pero para muchos otros, una película de Big G es mucho más: es una inyección brutal de nostalgia y efecto Proust que nos transporta instantáneamente a aquellos cálidos días de niñez. El bueno de Godzilla siempre ha estado entre nosotros, aunque no le hayamos hecho mucho caso, y su influencia en todos los ámbitos ha sido y sigue siendo enorme (ese Monstruoso de J.J. Abrams…), sin olvidarnos del mundillo de los videojuegos. Y es que esta especie de dinosaurio mutado por la radioactividad, víctima de la locura nuclear de mediados del siglo XX, cuenta con una nutrida y variada representación en el mundo de las consolas, desde la época de la MSX o la Nes hasta la actualidad -lo siento pero no hablaré de los pésimos títulos lanzados por Atari en los últimos años-.

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Aquí el que echa de menos las plataformas en 2D es porque quiere. Si no hay ganas de conectar la Mega Drive o de daros un paseo por Steam (¡cuidado con la cartera!) os recomiendo Fancy Pants World 3, un magnífico juego al uso de los plataformas de antaño, con un apartado visual de lo más particular y jugabilidad a toda prueba. Espectacular.

Juega en la web de Kongregate.

¿Aún queréis más? Pues a darle fuerte y flojo al primer Fancy Pants, o también al segundo.

Riot

NMK, 1992 / Acción (shoot ‘em up) / 1 – 2 jugadores (co-operativo)

La década de los ochenta supuso un cambio en la concepción del cine de acción, de repente los héroes se convirtieron en tipos violentos y malhablados que corrían sucios y sudorosos de acá para allá, asesinando de mil y una formas a terroristas, bandas callejeras y ejércitos de pequeños países sudamericanos. Por supuesto, los videojuegos fueron permeables a esta nueva corriente del cine palomitero, dando como fruto cientos de juegos que imitaban, o incluso rallaban en el plagio, las películas más taquilleras de acción. Dentro de esta fiebre ochentera de acción, tenemos Cabal (Tad Corporation, 1988), Blood Bros. (Tad Corporartion, 1990) y por supuesto Riot, que inauguran un subgénero de acción mismo.

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http://youtu.be/fcehRzTKw0I

Hemos visto muchos anuncios curiosos de la mano de Sony, pero no hay duda de que este se pone fácilmente entre los más curiosos. Shigeru Matsuzaki (cantante japonés que por ejemplo firmó la canción de los créditos en Katamary Damacy) su voz y una guitarra son suficientes.

En vista de que tiene casi tantos «Me gusta» como «No me gusta» en Youtube ha debido ser bastante controvertido entre los japoneses… ¿qué os parece a vosotros?.

A continuación tenéis la versión corta del anuncio, que meter más de un minuto en la tele ya sabemos que sale muy caro.

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