Videojuegos de película
Hoy me gustaría hablar un poco del cine, ese invento que lleva ya más de un siglo emocionándonos y sorprendiéndonos a partes iguales. Personalmente, esto de las películas empezó a gustarme cuando siendo un enano vi King Kong (la original de 1933) a escondidas tras la puerta del salón de casa, pues mis padres consideraban que yo era aun muy pequeño para verla -¡pues claro, se maltrataba a animales y salían señoritas ligeras de ropa!-. Bueno, el caso es que acabé viendola entera, y aunque no conseguí oír gran parte de los diálogos, la fuerza y dramatismo de sus imágenes me maravilló. Volví a la cama y ya no pude dormir en toda la noche pensando en gorilas gigantes, islas perdidas y damiselas en apuros (supongo que eso influyó también en que me acabasen gustando los videojuegos de Nintendo…). En definitiva, y aunque yo no lo sabía en ese momento, había comenzado a ser un fan incondicional del séptimo arte.
Puede que a los niños de ahora ese anticuado y torpe muñeco de King Kong les produzca más risa que otra cosa, aunque a mí me marcó. Y esa afición fue creciendo según crecía yo (de chaval prácticamente obligaba a mis familiares y amigos a acompañarme al cine del barrio para ver los estrenos más populares). Recuerdo de aquella época grandes películas como Willow, Cortocircuito, Regreso al futuro, Los cazafantasmas, Indiana Jones y la última cruzada, Batman…
Pero bueno, dejaré de momento mis batallitas retro -no digo más que cuando vi el susodicho King Kong en la tele solo había dos canales, y los mandos a distancia eran un artículo de lujo- para centrarme en lo que nos interesa, es decir, los videojuegos. Y más concretamente, en los videojuegos convertidos en película. Aunque ya aviso que esta es una historia en la que abunda el horror, el rechinar de rientes y los gritos al cielo. Supongo que será una pequeña venganza por parte del cine por haber sido superado en cuestión de ingresos y ventas por la industria del videojuego. De todas formas, deberían andarse con ojo los Spielberg, Coppola, Burton y compañía, porque empiezan a ser muy conocidos algunos ‘frikis’ creadores de videojuegos como Molyneux, Miyamoto, Kojima o Cliff B. Y lo mismo para los actores, ya que a Angelina Jolie, Brad Pitt o Antonio Banderas les pueden salir unos duros competidores en las figuras de Nathan Drake, Solid Snake o el mismísimo Mario…
¡LUCES, CÁMARA Y ACCIÓN!
Y hablando del bigotudo y barrigón fontanero italiano de Nintendo, a pesar de su gran fama no fue el primer videojuego en ser convertido en película. Dicho honor recayó en… Commando. Pues sí, esta conocida recreativa de Capcom de 1985 fue versionada para la gran pantalla al poco tiempo, y su protagonista principal no fue otro que el archifamoso Arnold Schwarzenegger (cuentan que por el casting pasó también Stallone). La película no pasará a la historia como un dechado de originalidad, pero hay que reconocerle que cumple a la perfección su papel de entretener sin complicaciones. Es la clásica cinta de acción de los 80, sin apenas argumento pero con un héroe mordaz y súper cachas capaz de matar él solito a cientos -literalmente en este caso- de enemigos sin despeinarse. Su similitud con el juego más allá del título es relativa, aunque en la fase, perdón, en la escena del tiroteo en los jardines del palacio, dan ganas de coger un joystick y manejar al bueno de Arnold (incluso inconscientemente la mirada se nos bajará a la parte inferior de la pantalla para comprobar las balas y granadas que nos quedan). En resumen, la relación videojuegos-cine empezó bastante bien con esta película -incluso fue un éxito en taquilla-, pero no tardaría mucho en torcerse donde menos se esperaba…
Y desde luego donde menos se esperaba un fiasco era en la versión peliculera de las aventuras del entrañable Mario. A principios de los 90 la mascota de Nintendo se hallaba en la cima de su popularidad; todos sus juegos eran éxitos mundiales que vendían millones de unidades, y el marketing de su figura era impresionante, llegando a aparecer en todo tipo de productos. Incluso se llegó a decir que Mario era más conocido que Mickey Mouse… Desde luego Hollywood no podía dejar pasar este filón y en 1993, juntó a Bob Hoskins y a John Leguizamo en un pequeño despropósito titulado Super Mario Bros. La verdad es que la interpretación de estos dos actores como Mario y Luigi respectivamente es de lo poco destacable de la película. El resto sobra, desde un argumento completamente inventado para la ocasión -que incluso sustituye a los simpáticos enemigos del juego por dinosaurios antediluvianos-, hasta la puesta en escena, que cambia los coloridos mundos del juego por una Nueva York oscura y apocalíptica. Todo este conjunto de despropósitos condenó la cinta al fracaso más estrepitoso, y así lo demostraron las terribles pérdidas que cosechó (casi 50 millones de dólares de entonces). Hoy en día solo es recomendable verla como curiosidad, ya que carece del carisma y la calidad de todas las producciones en las que aparece Mario, aunque aseguran que a Miyamoto le gustó… Debió ser el único.
Double dragon fue uno de los juegos más populares en las recreativas a finales de los 80, y prácticamente inventó el género conocido como ‘yo contra el barrio’. De lo que ya casi nadie se acordará es de la película del mismo nombre que apareció en 1994 aprovechando su fama y ¿argumento? Contaba con alguna cara conocida en el reparto, como Alyssa Milano y Robert Patrick (el robot líquido de Terminator 2), pero eso no evitaba que fuera mala y aburrida a rabiar. Aunque al menos contiene una de las frases más simpáticas de la historia del cine, y es la que suelta el malo cuando al final se lo lleva detenido la policía:
De todas formas, si eres de los que guarda un buen recuerdo del juego de los hermanos peleones, esquívala sin dudarlo. Como curiosidad, esta peli basada en un juego sirvió a su vez para inspirar un nuevo juego de la saga, llamado simplemente Double dragon (aparecido en recreativas y Neo Geo), el cual era un muy buen exponente del género de peleas ‘uno contra uno’, a pesar de incorporar fragmentos digitalizados de la película…
En ese mismo 1994, una película que suscitó mucho interés fue Street fighter: la última batalla, ya que estaba basada en el videojuego de lucha más popular del momento. Además, parecía que por primera vez los productores iban a tomarse en serio eso de convertir un videojuego al cine; contaba con un abultado presupuesto, con una estrella mundial como Jean-Claude Van Damme involucrado, con un reparto más que decente, con asesoramiento directo de la gente de Capcom… Pero el resultado volvió a ser bastante decepcionante, tanto para los cinéfilos como para los seguidores del juego; para los primeros, no dejaba de ser una obra menor que contenía una ensalada de peleas sin mucho sentido, y para los segundos, algunos fallos imperdonables la condenaron. Por ejemplo, el protagonismo absoluto recaía en Guile (Van Damme), mientras que las verdaderas estrellas del videojuego, Ryu y Ken, no pasaban de ser unos secundarios prescindibles y de poca monta. Y sobre todo, para ser una película basada en el más trepidante juego de lucha ‘uno contra uno’, los combates eran sosos y muy poco espectaculares. Lo dicho, una pequeña decepción, aunque al menos existían varias cosas a destacar, como la caracterización de Kylie Minoge como Cammy, y la buena interpretación del gran actor Raúl Julia como el megalómano Bison.
Y seguimos peleando; a mediados de los 90 existía una dura pugna por el cetro de los juegos de lucha entre las franquicias Street fighter y Mortal kombat (con permiso de una tal SNK, claro). Año tras año producían juegos espectaculares y divertidos a más no poder, y la muchachada de entonces se debatía entre ambos títulos. Pues bien, esta rivalidad acabó también trasladándose a la gran pantalla, y mientras en el terreno virtual la cosa estaba pareja, en cuanto a películas, Mortal kombat le daba mil vueltas a Street fighter, la última batalla. De hecho, creo que fue la primera vez que no tuve que avergonzarme a la salida del cine por haber convencido a mis amigos de acompañarme a ver una peli basada en un videojuego (debo confesar que pocas veces más ocurriría lo mismo). Entrando ya en materia, esta cinta dirigida en 1995 por Paul W. S. Anderson -el mismo que años después se encargaría de la saga Resident evil– resultaba entretenidísima de principio a fin, y contaba con un buen puñado de cualidades; fidelidad al videojuego, combates intensos, correctas interpretaciones (destacable en especial Christopher Lambert como Raiden), banda sonora espectacular, buenos efectos especiales, toques de humor… Por momentos incluso recordaba a la genial Operación Dragón de Bruce Lee.
Como conclusión, se puede decir que Mortal kombat fue y es una película imprescindible para los ‘jugones’, aunque también hay que decir que no es necesario haber echado ni una partida al videojuego original para disfrutarla, bastará con ser aficionado al buen cine de acción y peleas. Lástima que sus secuelas no estén a la altura.
Justo antes del cambio de siglo apareció en la gran pantalla Wing commander, que intentaba reproducir en el celuloide el éxito obtenido por la saga galáctica en el mundo del pixel. Lo curioso de este caso es que el encargado de dirigirla fue Chris Roberts, el mismo que había diseñado y producido los videojuegos. Pensó el bueno de Chris que con la experiencia obtenida creando las escenas cinemáticas de sus juegos, le era más que suficiente como para rodar una película entera. Pero a tenor del lamentable resultado final, más le valía haberse dedicado a la cría del pichón. Y es que esta cinta es aburrida de principio a fin, con un guión insípido y unos actores muy poco creíbles. Para más inri, los efectos especiales -que se aseguraba serían espectaculares-, al final no pasaron de normalitos.
Resumiendo, una película a evitar y más aburrida que un domingo sin dinero.
¿LA ÉPOCA DORADA?
A partir del nuevo siglo y hasta nuestros días, los aficionados al mundillo hemos asistido a una nueva etapa en esta relación videojuegos-cine, caracterizada por una tremenda avalancha de películas basadas en los títulos más populares. Pero lamentablemente, cantidad no significa calidad, y la tónica general en estas producciones ha sido la mediocridad, salvo contadas excepciones.
Y una de esas excepciones fue Final fantasy: la fuerza interior, que en 2001 demostró que el cine de animación podía ser algo más que los simpáticos personajillos de Disney y Pixar. Se trataba una película con mayúsculas, con independencia de que sus actores no fueran de carne y hueso. Su soberbia calidad técnica y cuidada puesta en escena estaban por encima de muchas otras películas llamadas ‘serias’. Solo una historia un tanto empalagosa y ñoña -a la japonesa, que dirían algunos- evitó que tuviera mucha más repercusión. En 2004 apareció Final fantasy VII: advent children, que sin ser una continuación directa, era bastante similar a la anterior, mostrando sus mismas virtudes -y defectos-. De todas formas, ambas creaciones son muy recomendables, en especial para los seguidores del inmenso universo de Square-Enix.
También recomendables son las dos películas realizadas en base a los juegos de una arqueóloga muy especial de nombre Lara Croft. En ambos casos, se trata de auténticas superproducciones de Hollywood que no escatiman en gastos; gran elenco de actores, efectos digitales a la última, múltiples y variadas localizaciones… y por encima de todo, la escultural Angelina Jolie dando aliento (y cuerpo) a la famosa aventurera. La fidelidad a los juegos es buena, aunque todo parece girar en torno a la marcada personalidad -y curvas- de Lara/Angelina. Por eso mismo puede parecer que tanto Tomb raider (2001) como Tomb raider 2: la cuna de la vida (2003), están realizadas exclusivamente para el lucimiento personal de la actriz, y dejan un poco de lado al resto de aspectos fílmicos. Pero a pesar de todo consiguen entretener durante el tiempo que duran, y eso ya es más de lo que pueden ofrecer otras muchas películas, estén basadas en un videojuego o no. Y no sé si lo he dicho ya, pero en ambas sale Angelina Jolie…
Otra famosa saga de videojuegos trasladada al mundo del cine es Resident evil, que al ritmo actual de estrenar películas que llevan, amenazan con superar en número de capítulos a cualquier culebrón sudamericano. De momento van por la cuarta, y cada vez con una coletilla de peor augurio (apocalipsis, extinción, ultratumba…), aunque para finales de este año ya se espera la quinta parte. El denominador común de todas ellas es la presencia de la actriz Milla Jovovich como protagonista principal y absoluta (supongo que el estar casada con el director tendrá algo que ver). Hablando en serio, la verdad es que no lo hace nada mal como Alice, la elegante y letal exterminadora de zombis. Aunque he de reconocer que por fidelidad con el original, me quedo sin duda con la caracterización de la actriz Sienna Guillory como Jill Valentine ¡Simplemente espectacular! En cuanto al resto de aspectos de las películas, hay altibajos en cuanto a su fidelidad y calidad- con un leve descenso en los últimos títulos-, aunque en general gustarán a los seguidores de los juegos. También pueden resultar entretenidas para los amantes del cine ‘gore’ y las pelis de George A. Romero, aunque desde luego no serán alabadas por los cinéfilos de arte y ensayo. Resumiendo, se dejan ver, pero como intentes engañar a tu novia para que la vea contigo, te expones a una fuerte reprimenda. Lo digo por experiencia.
En el año 2004 todos los ‘jugones’ contuvimos el aliento; se iba a hacer una película de Doom, el archiconocido juego de Id. Muchos años llevaba hablándose de esta posibilidad, pero siempre se cancelaba el proyecto por uno u otro motivo. Y para algunos eso era un alivio, ya que no querían ver destrozado en la gran pantalla uno de sus videojuegos favoritos. Pero al final el director Andrzej Bartkowiak (conocido por la trepidante Romeo debe morir) se la jugó, y Doom llegó a las pantallas de todos los cines. Y la verdad es que la película estaba bastante bien, con un argumento basado sobre todo en el último juego de la trilogía, unos actores competentes (en especial Karl Urban y el pétreo Dwayne ‘The Rock’ Johnson) y un desarrollo ágil que lograba que la tensión se mantuviese hasta el sorprendente final. Además los efectos especiales estaban a la altura, destacando la escena-homenaje en la que la visión del actor pasaba a primera persona, consiguiendo que por unos mágicos instantes, mientras avanzábamos por oscuros pasillos en busca de demonios, nos convirtiéramos en el marine espacial protagonista del juego. Genial. Solo por la anterior escena yo salvaría a esta película de la quema, aunque repito que el resto de aspectos también están a la altura. Y si no te gustan los videojuegos, al menos encontrarás una correcta película de acción, que usa como fuente de inspiración a clásicos del cine como Aliens y similares. Por cierto, recientemente se ha anunciado un nuevo Doom, esta vez filmado con lo último en tecnología 3D… ¿será una buena noticia?
Y hablando de películas que se dejan ver, no podía pasar por alto la versión cinematográfica del juego de terror por excelencia de Konami, Silent Hill. Parecía a priori muy complicado trasmitir a una película la angustia e indefensión que producían las partidas a este título, pero el afamado director Christophe Gans (El pacto de los lobos) lo consiguió con creces; Silent Hill es una pequeña obra de arte del cine de terror. Sin entrar a destripar la historia de la película, señalar que está basada en el primer título de la saga, aunque con algunos elementos de cosecha propia. Abundan los sustos, el óxido y la sangre, aunque sin llegar a ser excesivos, Por su parte, los actores están soberbios, en especial las chicas, con Radha Mitchell bordando el papel de madre desesperada en busca de su hija perdida. Aunque yo me quedaría con los malos, destacando a Pyramid-head y a unas enfermeras que dan miedo con solo verlas. En el momento de su estreno (2006) fue criticada por tener un guión y desarrollo un tanto oscuro y enrevesado, pero para los que ya nos perdimos en el pueblo de la niebla eterna, eso es un aliciente ¿O no?
Bueno, para ir acabando con las películas sobre videojuegos destacadas en esta última década, el año 2010 nos deparó una de las mejores. Prince of Persia: las arenas del tiempo, es sin duda una gran producción, y de paso todo un homenaje a las pelis de aventuras de antaño, con un héroe torpe pero carismático (Jake Gyllenhaal), una chica guapa y con arrestos (Gemma Arterton) y un malo bastante mezquino (Ben Kingsley). Si a esto le sumamos escenarios exóticos, diálogos dinámicos, buenos efectos especiales, situaciones cómicas y una historia con gancho, tenemos una película entretenidísima, de las que se pueden disfrutar en buena compañía con un refresco y un montón de palomitas. Incluso en ocasiones recuerda a los mejores momentos de un tal Indiana Jones. En definitiva, todo un ejemplo a seguir en el futuro para los que se propongan convertir un videojuego en una buena película.
Y ahora un rápido repaso al reverso tenebroso de esta época de abundancia, comentando de pasada otros proyectos que por una u otra razón no lograron el éxito o la calidad deseables.
En primer lugar de esta anti-lista destacaría a Max Payne, y es una lástima, porque toma como referencia uno de los juegos con el argumento más cinematográfico de todos los tiempos. Pero un inexpresivo Mark Wahlbergn no consigue en ningún momento trasmitir el dolor y la ira del Max Payne original. Y desde luego, para estar basada en un videojuego famoso por sus frenéticos tiroteos, los de esta cinta son muy poco espectaculares. Quizás las expectativas estaban muy altas. Una verdadera pena.
Olvidable es también Hitman, que en principio iba a ser protagonizada por Vin Diesel (hasta compartía peinado con el agente 47), pero al final el musculoso actor declinó la oferta. Pese a todo se rodó, pero la falta de carisma -y los extraños andares- de su nuevo protagonista, Timothy Olyphant, la relegaron al olvido, quedando como una cinta de acción correcta pero sin nada destacable. Por lo menos sale la espectacular Olga Kurylenko.
La saga Dead or alive es famosa en el mundo de la lucha por sus despampanantes protagonistas femeninas, y desde luego los responsables de la película lo sabían; un elenco de actrices poco conocidas -pero en muy buena forma- se aporrean durante hora y pico en una cinta que no pasará a la historia del cine ni por su calidad ni desde luego por su argumento. Solo recomendable si eres MUY fan del juego o si te gusta ver chicas guapas pegándose en bañador.
Aunque al menos es bastante mejor que otras películas recientes basadas en juegos de lucha, como la olvidable King of fighters y la nueva versión del clásico de Capcom, Street fighter: la leyenda, donde solo se salva el parecido razonable de la actriz Kristin Kreuk con la buena de Chun-Li. Es tan desastrosa que consigue que la anterior versión protagonizada por Van Damme parezca mucho mejor…
UWE BOLL Y EL CINE
Y hablando de pequeños desastres, no me gustaría dejar pasar esta ocasión sin mencionar al director de cine alemán Uwe Boll. A muchos no les sonará el nombre, y tanto mejor, porque eso significa que no han visto ninguno de sus despropósitos cinematográficos. Pero resulta que -para desgracia de la humanidad- este cineasta es el que más películas basadas en videojuegos ha dirigido, ya que un buen día decidió que su principal fuente de inspiración fuese el mundo del pixel. De esta forma ha ido pariendo engendros como The house of the dead, Bloodrayne, Alone in the dark, Postal, Farcry, Dungeon siege (En el nombre del rey)… La lista es escalofriante e interminable. No obstante, tiene el mérito tremendo de haber colocado a tres de sus películas entre las 100 peores de la historia del cine, por lo que ya se le compara con Ed Wood, el peor director de todos los tiempos. Pobre Ed Wood.
A casi todos nos ha destrozado algún juego del que guardábamos un grato recuerdo; en mi caso particular fue Alone in the dark, cuya cuarta parte, The new nightmare, fue llevado a la gran pantalla en 2005 con el actor Christian Slater como Edward Carnby. Pues bien, nada en esta patética película recuerda a la clásica saga, creadora del género ‘survival horror’. Miento, sí que da mucho miedo, pero no por las causas que debería; el descabellado argumento, la terrible puesta en escena y la patética interpretación del reparto hacen que quieras salir huyendo de la sala al poco rato de empezar a verla. Imperdonable, aunque al menos debió gustarle a alguien, ya que a los pocos años hicieron una segunda parte… que es peor todavía (esta vez Uwe Boll no fue el director, solo el productor).
Aunque siendo justos, algunas de sus cintas pueden tener algún momento interesante o divertido, es especial Bloodrayne (con Kristanna Loken como caza-vampiros) o la gamberra y sangrienta Postal, pero en la mayoría de los casos, las risas serán debidas a lo absurdas que son las propias películas y a los innumerables errores que contienen (como pasar del día a la noche en segundos, personajes que aparecen y desaparecen al cambiar de toma, incoherencias argumentales a tutiplén…).
En todo caso ya sabéis, si os gusta algún videojuego y queréis verlo en la gran pantalla, bastará con llamar a Uwe Boll y pedirle que haga la correspondiente versión. Igual suena la flauta y sale una película decente. Yo desde estas líneas le animo a ponerse tras las cámaras para rodar algún Castlevania, Duke Nukem, Half-life… Bueno, aunque pensándolo bien, mejor no lo animo.
AND THE OSCAR GOES TO…
Termino ya, aunque antes, y para dejar buen sabor de boca tras pasar por el infierno cinematográfico de Uwe Boll, me gustaría hacer mis particulares premios Oscar del videojuego. Esto es bastante subjetivo -como el resto del artículo-, por lo que habrá muchos lectores cuyas opiniones difieran diametralmente de la mía. Solo me resta animarlos para que expresen sus gustos.
Sin más dilación, los premiados son:
- Mejor actor; Raúl Julia como Bison en Street fighter: la última batalla.
- Mejor actriz; Angelina Jolie como Lara Croft en Tomb raider (y me batiré en duelo al amanecer con el que opine lo contrario…).
- Mejor actor secundario; John Leguizamo como Luigi en Super Mario Bros. (como siempre).
- Mejor actriz secundaria; las enfermeras chifladas de Silent Hill.
- Mejor banda sonora; Mortal kombat.
- Mejores efectos especiales; Final fantasy: la fuerza interior.
- Mejor guión original; Super Mario Bros. (original es, y mucho).
- Mejor vestuario; el de las chicas de Dead or alive, está claro.
- Mejor enemigo final; entre Goro (Mortal kombat) y Pyramid-head (Silent Hill), que lo decidan ellos.
- Mejor película de animación; Final fantasy: la fuerza interior.
- Mejor película de lucha; Mortal kombat.
- Mejor película de terror; Silent Hill, en dura pugna con la escalofriante Alone in the dark…
- Mejor comedia; Postal, sin ningún género de dudas.
- Mejor película de acción; Commando.
- Mejor película de ciencia-ficción; Doom.
- Mejor película de aventuras; Prince of Persia: las arenas del tiempo.
- Mejor director; Paul W. S. Anderson, por casarse con Milla Jovovich (ah, y por dirigir Resident evil y alguna que otra película más).
- Premio especial del jurado a toda una carrera; para el incansable Uwe Boll, por supuesto.
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