Muñecos de los 80
Aún siguen conmigo. En un cofre de los viejos tesoros olvidados. Habiéndose ganado una merecida jubilación en el armario de mi cuarto. Han combatido en infinidad de cruentas guerras en el colchón de mi antigua cama, han peleado en épicas batallas en los recreos de mi colegio, han volado sobre mi cabeza rozando la lámpara del salón de mis abuelos como si del mismísimo sol se tratara. Algunos de estos nobles combatientes se han quedado en el camino, otros debido al fragor de la ardiente batalla han perdido algunos de sus miembros (generalmente piernas), pero la inmensa mayoría volvieron triunfales como auténticos héroes de guerras imaginarias que únicamente estallaron en mi mente. Son los verdaderos héroe de mi infancia. Hablo de mis muñecos más queridos…
Aquellos que, a base de ilusión y magia real, moldearon mi infancia como si arcilla fuese, dándole todo tipo de formas, creando toda clase de escorzos imposibles. Muñecos, que para un tipo como yo que en abril acaba de cumplir los 30 años, son nostalgia en vena y a la vez algunos de los recuerdos más maravillosos que guarda mi mente. Ni el trabajar en fábricas, ni las responsabilidades asociadas a la madurez, ni los problemas que se apilan día tras día en una infernal montaña de disgustos, ni la lluvia, el frío o la nieve podrán acallar jamás las voces de esos pequeños seres que casi tienen vida propia y personalidad definida y me recuerdan, noche tras noche, que están ahí, en una caja en la parte de abajo de mi armario. Que no me olvide de ellos. Que ellos nunca lo hicieron. Que siempre gozaré de su fiel compañía y que si hiciese falta estarían dispuestos a combatir de nuevo con tal de robarme una sonrisa y unos ojos humedecidos.
Y es que su mayor victoria, su mayor logro, fue hacerme feliz. Fue regalarme tardes desbordantes de acción, diálogos épicos y saltos imposibles desde la mesilla hasta el suelo. Este artículo, no va a ser más que un estúpido homenaje a unos muñecos que siempre tendré a mi lado y a los que tanto les tengo que agradecer. Voy a hablaros de los verdaderos héroes de mi niñez. No estarán todos, pero sí algunos de los que más me hicieron disfrutar. Será un pequeño homenaje a la imaginación. Esa que en nuestra infancia es del tamaño del Everest:
Super Powers (de Kenner)
Fue a mediados de los 80, entre 1984 y 1986 cuando la juguetera Kenner decidió sacar de las páginas de los cómics DC a algunos de los héroes y villanos más conocidos y aclamados de la historia. El primer gran lote inicial de figuras, año 1984, que se comercializó incluía al icónico Superman, al primer Green Lantern (Hal Jordan), a Flash (Barry Allen), al caballero oscuro Batman y su joven compañero Robin (Dick Grayson), a Hawkman, a Aquaman, a Wonder Woman, y a los villanos Lex Luthor, Brainiac, Joker y el Pingüino como estrellas invitadas.
La segunda oleada de figuras, año 1985 amparada por el tremendo éxito comercial, nos trajo a: Green Arrow, Red Tornado, Dr. Fate, Martian Manhunter, Firestorm, Darkseid, Steppenwolf, Kalibak, Parademon, Desaad y Mantis. Mientras que la última tanda, 1986 aportó a leyendas como: El capitán Marvel, Cyborg, Golden Pharaoh, Cyclotron, Orion, Samurai, Mr. Miracle, Plastic Man, Mr. Freeze y Tyr. Como dato curioso decir que existía una rara figura de Clark Kent que se conseguía a base de los sellos que venían en las cajas y que resultó muy rara de ver.
Una de las figuras más valoradas hoy en día:
Un puñado de héroes:
El sueño de millones de niños se había hecho realidad, con unas figuras excelentemente recreadas para la época, superando a todas sus predecesoras relacionadas con el universo DC. Los Superpowers, en sudamérica conocidos como Super Amigos, eran una realidad y se llevarían horas y horas de mi infancia. Cada figura venía en un lujoso blister que incluía un mini-cómic con algunas aventuras y desventuras del personaje en cuestión dotando al producto de aún mayor valor emocional. Los muñecos poseían puntos de articulación en brazos y piernas, así como en el cuello, posibilitando infinidad de poses y movimientos para el gozo de todos los usuarios. Destacar también que muchos de ellos incluían capas de tela, armas o artilugios varios que reflejaban la fidelidad con los cómics.
Mini-cómic correspondiente a Green Lantern:
A su vez se lanzó una infinidad de vehículos y bases que servían de refugio a héroes y villanos, entre los que encontramos el Batmóvil, la nave de Lex Luthor, la de Superman y edificios emblemáticos como la Sala de la Justícia o la siniestra torre de Darkseid. Añadir finalmente que los dibujos originales de los Kenner Super Powers corrieron a cargo del excelente dibujante hispano argentino Jose Luis Gracía López, quien diseñó a cada uno de los héroes y villanos así como el cómic que venía en el interior de la caja y que ya había trabajado en cómics tan emblemáticos como el recomendadísimo crossover de Marvel y DC: Batman vs. Hulk.
El genio tras el lápiz:
He-Man y los Amos del Universo
A principios de los 80, Mattel lanzaría una jugosa colección de figuras que harían las delicias de medio mundo. El reino de Eternia, He-man, Skeletor, Orko, Teela, Man at Arms, Ram-man, Roboto, BuzzOff, Fisto, Rio Blast, Man-e-Faces, Beast-Man, Evil-Lyn, Zodac, Mer man, Stinkor, Hordak y su horda del terror, Grizzlor, Mantenna, el Castillo de Grayskull… nombres que son parte viva de la imaginación de millones de niños del siglo XX y una de las más exitosas sagas de merchandising que se recuerdan. Desde el 82 al año 87, tiempo en el que fueron lanzadas las figuras, no hubo más que una frase en los colegios, en los cuartos de los hijos y en los salones de recreo: » Yo tengo el Poder…»
Y tanto. Seguramente esa sería la frase que a carcajadas, más gritaban en las oficinas centrales de Mattel los jefazos, ya que a base de una campaña publicitaria sin precedentes , y sólo equiparable a la de los muñequitos Star Wars, obtuvieron ventas multimillonarias con He-man y compañía. Algo fuera de lo normal. Ya no sólo eran muñecos, que va, había monturas, vehículos, castillos de juguete, cuevas que escupían baba verde… y cada figura traía sus propias armas, su cómic, en fín la locura. Papa Noel no tuvo otra cosa en la agenda durante muchas Navidades. Luego llegaría la serie animada como refuerzo.
Y es que… ¿a quién no se le hacía la boca agua, cuando bajo el árbol de lucecitas rojas, verdes y azules se encontraba en plena mañana del 25 de diciembre y con legañas aún en los ojos unas cajas con algunas de las figuras de Masters del Universo que más deseabas?. Algunas de mis mejores Navidades tienen que ver con estos muñecos de Mattel. El día que me regalaron el Castillo de Grayskull lo recordaré hasta que suelte mi último suspiro de vida.
G.I. Joe:A Real American Hero
La linea de figuras concebida por Stanley Weston con la idea de que fuera la contrapartida a la exitosa Barbie pero esta vez enfocada al mercado de los chicos, resultaría siendo una de las mejores apuestas que la juguetera Hasbro habría realizado jamás. Y lo que en tiempos de la Segunda Guerra mundial había sido un cómic para soldados acabó transformándose en un universo de muñecos y vehículos descomunal. Hubo varias encarnaciones a lo largo de las décadas, con figuras que fueron realizadas ni más ni menos que en los años sesenta, pero voy a centrarme en su entrega más conocida y valorada por los fans: G.I. Joe : A Real American Hero (1982-1994)
Con un título que haría llorar de emoción al mismísimo Rambo y con el cercano y arrollador éxito de las figuras de Star Wars, Hasbro invadió las tiendas del mundo entero a base de un escuadrón de muñequitos de 9.52 ctms de altura, con muchos y variados puntos de articulación, y cada caja con su correspondiente ficha personalizada, en el cual se mezclaban de manera belicosa soldados de élite y la organización terrorista Cobra. Junto a ellos los inevitales vehículos, naves y demás parafernalia…
Juicios morales aparte, y es que la temática propagandística es un tanto rancia, estabamos ante un nuevo fenómeno de masas que arrasó los bolsillos de infinidad de familias con tal de contentar a sus petardos hijos con la figurita del carajo. Tal fue el éxito que en 1987 pudimos deleitarnos con una serie animada, y una colección de cómics que ayudaron aún más a reforzar el colosal éxito comercial de nuestros pequeños guerreros. Y para acabar, apuntar que proximamente se estrenará, en Hollywood, por todo lo alto (o bajo, a saber) una película basada en esta serie de personajes tan carismáticos y que se están reeditando los muñequitos como homenaje nostálgico-comercial.
Secret Wars
Si DC metía el morro en las jugueterías, Marvel, su máximo rival no podía quedarse atrás y faltar a esa cita, y como consecuencia, y de la mano de Mattel nos maravilló con una serie de figuras que emulaban a nuestros superhéroes favoritos. Los más humanos. El nombre, Secret Wars, fue tomado de una fastuosa saga de 12 números en el que los héroes y villanos a cargo de Jim Shooter y Mike Zeck y que revolucionó el medio de manera asombrosa. Hablamos del año 1985. Capitán América, Spiderman, Doctor Doom, Los X-men…, podríamos tirarnos una tarde entera enumerando nombres y nombres, pero creo que la mayoría son ultra conocidos y sobran las presentaciones.
Cada caja contenía un mini-cómic, al igual que los Superpowers, y un curioso escudo con imágenes móviles en las que podíamos disfrutar de algunas escenas memorables de cada personaje. Más adelante llegarían los vehículos, las inevitables bases de cada bando y cacharros de todo tipo para que todos nosotros, tiernos infantes, segregásemos más baba que un caracol en celo. El éxito, otra vez más, sería arrollador. Las ventas se multiplicaron, Mattel nadaba en piscinas repletas de oro y Marvel se frotaba las manos y se relamía a causa de los derechos de autor. Y nosotros tan felices, oye…
Star Wars
He dejado para el final la guinda del pastel. A Mr. Merchandising. La fastuosa saga galáctica creada por George Lucas, amen de iluminar a medio mundo con su revolucionaria propuesta de ciencia ficción y efectos especiales, probablemente fuera la culpable de inventar, al menos a gran escala, el término merchandising. El zorro de Lucas, mientras se peleaba en Hollywood por conseguir el dinero necesario para lanzar El episodio IV «Una nueva Esperanza«, en una jugada maestra y que a la larga le reportaría casi más beneficios que las propias peliculas, se quedó con los derechos que lloverían cual maná, de la línea de muñecos que iba a acompañar al estreno de Star Wars en los cines en el año 1977.
Los directivos de entonces, los peces gordos de la 20th Century Fox, no le dieron ninguna importancia a este hecho, es más incluso dudaban del éxito de la película. Logicamente alguno de ellos se habrá hecho el harakiri hasta desangrarse como un cerdo, al darse cuenta de lo estúpidos que fueron al no hincarle el diente a semejante filón. De la saga Star Wars, la trilogía original al menos, creo que no hará falta decir gran cosa hoy en día, es pura historia viva del celuloide y un hito espectacular en tantos aspéctos que no tendríamos espacio suficiente en esta página.
Solamente comentar que siento verdadera pasión por la fuerza y el carisma de Luke, Han, Boba Fett y cia. como creo quedó reflejado en mi reciente artículo pixfanero «El palacio de Jabba el Hutt», y probablemente ese entusiasmo se deba, en gran medida a las películas, pero también y de manera muy fuerte a las tardes y noches que pasé flotando en mi galaxia particular cuando era niño. Aquellos muñecos vintage, de nuevo de la mano de la juguetera Kenner, aquellas naves tan prohibitivas (su precio era carísimo) , aquellos catálogos del Corte Inglés en los que se mostraban los muñecos y se escenificaban algunas de las escenas más recordadas me engatusaron de tal manera que aún hoy siento esa ñoña ilusión de crío cada vez que veo nuevos productos relacionados con Star Wars. Y la enorme figura para coleccionistas de Boba Fett que tengo en la mesa de mi cuarto habla por sí sola.
Lo dicho, el merchandising tal y como lo conocemos hoy en día fue inventado por Star Wars. Ni más ni menos. Muñecos y naves por los que se pagan verdaderas barbaridades hoy en día. Y es que si de algo se les achaca a los fanáticos de la saga ideada por Lucas es de «enfermos coleccionistas». Y si encima tiene el blister intacto, ni te cuento, el horror…
No están todos los muñecos y figuras que me acompañaron en mis años mozos, es imposible reunirlos a todos (WWF, Tortugas Ninja, Bravestarr, Caballeros del Zodiaco…) y no volverte loco, pero he querido compartir con todos vosotros un cachito de mi infancia. De mi niñez más mágica. Esa que se esconde en una caja en el fondo de mi armario en forma material, pero que habita dentro de mi corazón y que dulcifica mis recuerdos del pasado de la más bella de las formas. A base de nostalgia. Espero que, los que tengáis más o menos mi edad, hayáis disfrutado rememorando a esos viejos compañeros que siempre permanecieron con nostros incluso en los peores momentos. Y a la vez comentemos entre todos, cuáles son nuestros muñecos más recordados y queridos. Será como lanzar una mirada atrás. Muy muy atrás. Una mirada al antiguo museo de los sueños…
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