Magic Sword [Pixelbits]
Seguramente sea uno de los diseñadores adjuntos de videojuegos más menospreciados; su nombre: Yoshiki Okamoto. Tras los primeros escarceos dejando buenas obras en Konami, en su segunda etapa pasó por CAPCOM y finalmente en 2003, se lanzó al mercado con un estudio independiente, Game Republic. Sin duda, la fase que más engrosó su curriculum vitae sería la llevada a cabo desde 1984 en CAPCOM, y baste recordar en su haber proyectos como 1942 (1984), SonSon (1984) para más tarde llevar a cabo Final Fight (1989) y Street Fighter II (1991).
De Final Fight, Okamoto junto a sus compañeros, y como buen alquimista aficionado, muy probablemente echó varias gotas al bálsamo para coger el tinte que todo brawler debería tener, pero gran parte del compuesto final provendría de la fina esencia de Gaunlet (Atari, 1985) y su la locura aleatoria de niveles, la insinuante salvia de Golden Axe (SEGA, 1989) y las refinadas hierbas del suntuoso juego de rol creado por Gary Gygax y Dave Arneson, Dungeons & Dragons (Tactical Studies Rules, 1974). Una vez preparada la poción, y bajo la atenta mirada del hada mágica; el bárbaro, de nórdicas maneras, se pone en camino junto a su aliado, que le acompañará en la larga jornada siendo de gran ayuda e importancia en Magic Sword. Clérigos, ninjas, magos, amazonas, bárbaros, ladrones… dispuestos a recibir órdenes y ser el mercenario idóneo que todo caballero quisiera tener, un fiel compañero de fatigas en el que apoyar la cabeza en los momentos más complicados y conseguir experiencia codo a codo. Por eso es tan importante ser un estudioso de la hechicería, obtener los componentes adecuados, elaborar un mejunje a la altura de las circunstancias y tomarlo con el compañero para recobrar la vitalidad.
Magic Sword: Heroic Fantasy es una apología a la fraternidad, en la que atravesamos toda suerte de espacios grotescos -grutas, cavernas y castillos de grandes torreones-, plagados de criaturas pérfidas que en lugar de introducirnos de lleno en un videojuego, nos encamina a las más intrigantes partidas de Dungeons & Dragons, RuneQuest (Chaosium, 1978) o Castles & Crusades (Troll Lord Games, 2004). Si lo tuyo no es la aventura, te has equivocado de juego.
Pixelbits es una sección destinada a recomendar, de forma breve y concisa, clásicos del arcade que en su día se pudieron disfrutar en los salones, y a los que aún hoy vale la pena darles una oportunidad.
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