Hasta la vista, Wii
Ahora que parece que el fin de la consola Wii está a la vuelta de la esquina -ya casi se divisa su sucesora en el horizonte-, me apetece hacerla un pequeño homenaje a través de mis vivencias como usuario de la misma. No hablaré de sus aspectos técnicos, muy limitados para la actual generación y sin posibilidad de comparación con PS3 o XBOX 360, o de su innovador sistema de control, sino de que prefiero centrarme en lo que verdaderamente importa de cualquier consola de ahora y siempre; sus juegos.
Pero antes de empezar, os contaré un secreto; mi Wii no es mía, sino de mi hermana, ya que le tocó en un sorteo que se celebró en una cena de su empresa en las ya lejanas navidades del 2007. Esto de por sí es un indicativo de la fama y popularidad de esta creación de Nintendo, puesto que yo nunca antes había oído que regalasen Mega Drives, Game Boys o Playstations en tales eventos. Volviendo a la historia principal, cuando mi hermana llegó a casa tras dicha cena cargada con la caja de la consola y preguntando que para qué servía aquello, le dije que no se preocupase y que ya le daría yo alguna utilidad a aquel ‘cacharro’…
Dicho lo anterior, comentar que por aquellos años yo estaba muy contento con mi PC último modelo, que me permitía jugar a la mayoría de los juegos publicados en PS3 y XBOX 360 con iguales -o mejores- gráficos. Por lo tanto, y a pesar de ser un consolero veterano (había empezado con Atari 2600, luego vinieron NES, Mega Drive…), nunca me planteé adquirir una de estas máquinas de última generación. Y en cuanto a Wii, la veía casi más como un juguete que como una consola, debido al aspecto simplón de los juegos de su primera hornada, y sobre todo al extraño sistema de control vía wiimote, el cual me recordaba poderosamente al mando de la tele. En definitiva, por aquellas fechas yo, al igual que casi todos los jugones habituales, pensaba que Nintendo había patinado en el terreno de las consolas domésticas, y que no tenía nada que hacer frente a los monstruos tecnológicos de Sony y Microsoft.
Entonces fue cuando cayó en mis manos la Wii de la inesperada forma que he mencionado anteriormente, y a pesar de mis reticencias iniciales decidí darle una oportunidad…
El juego que venía con la consola era el ya mundialmente conocido Wii sports, y nada más echar la primera partida te dabas cuenta de las posibilidades del novedoso sistema de control. Y aunque el juego en sí era tremendamente sencillo y con unos aspectos técnicos dignos de la primera Playstation, divertía y enganchaba a más no poder. Además, fomentaba el juego con otras personas, con lo que la Wii pronto se convirtió en el centro de las reuniones de conocidos y familiares. Y era sintomático que algún amigo mío que siempre se jactaba de pasar de los videojuegos por considerarlos infantiles, no pudiese dejar de jugar al tenis o a los bolos agitando el mando de la consola como un poseso. Por cierto, adivinad que consola acaba de comprarse este amigo mío que odiaba los videojuegos…
Como en la famosa película de los hermanos Farrelly, algo pasaba con Wii, y la mejor prueba de ello fue cuando acudí esas navidades de 2007 a adquirir un segundo juego para la consola; ¡estaba agotada en todas partes! Ni en centros comerciales, ni en tiendas especializadas, ni en ningún sitio se la podía encontrar. Era la locura, con listas de espera, padres desesperados por comprar una, vendedores al borde del infarto, novias amenazando con la ruptura, niños histéricos… Y eso que por aquel entonces todavía costaba 250 eurazos del ala. Nunca había visto cosa igual. Aquello parecía Japón. Y con los juegos y accesorios ocurría algo similar.
El juego que por aquel entonces buscaba y con el que quería comenzar mi colección -sin contar al anteriormente mencionado Wii sports, que venía de serie- no era otro que Super Mario Galaxy, del que todo el mundo hablaba maravillas. Yo personalmente tenía mis dudas, ya que llevaba muchos años enganchado a los potentes ‘shooters’ de PC y alejado del género de las plataformas, y temía que fuese demasiado infantil para un todo un ‘hardcore player’ como yo. Pero al final me decidí, y tras mucho buscar por todas partes, encontré el juego y lo introduje con cierto nerviosismo en la consola (es curioso, pero me sucedió lo mismo al meter el cartucho de Super Mario bros. 3 en la NES hace mil años). Es difícil describir lo que se siente tras la primera partida a este clásico; comienza muy tranquilo, incluso es un pelín ‘ñoño’, pero al poco quedas atrapado por su jugabilidad, y te das cuenta que estás disfrutando de un videojuego como hacía tiempo que no disfrutabas. Quizás la palabra adecuada es que el juego te emociona, te toca una fibra sensible… No sé, es como si de pronto recordases que lo importante de un videojuego es divertirse sin complicaciones, con independencia de todo lo demás. Y eso que en este título del fontanero italiano, tanto los gráficos como los aspectos sonoros están a un nivel altísimo –épica la banda sonora orquestada-, y el control es genial. En definitiva, un juego atemporal, que pasará a la historia como uno de los mejores de todos los tiempos. Si en su momento te perdiste la primera partida a Pong, Pac-man, Super Mario bros, Tetris, Sonic, Street fighter 2, Doom, Metal Gear Solid, GTA 3… no dejes pasar este juego, sentirás lo mismo; diversión en estado puro y sorpresas continuas. Sólo por este título merece la pena tener una Wii.
Tras la alegría que supuso el reencuentro con Mario y sus plataformas, el siguiente juego de mi colección poco tiempo después fue Metroid prime 3: corruption, del que también tenía inicialmente algunas dudas, ya que llevaba mucho tiempo disfrutando en PC de los geniales Doom 3, Half-life 2, Far cry… y pensaba que esta consola no tendría la potencia necesaria para correr un título 3D de calidad. Pero me equivocaba; se trata de un título imprescindible, no solo de esta consola, sino de toda la actual generación. La ambientación y la historia son asombrosas, consiguiendo sumergirnos en la aventura de la protagonista -Samus Aran- como casi ningún otro juego consigue. Los controles son muy intuitivos, y pronto hacen que uno se olvide del ratón y del teclado del ordenador. Y por último, los aspectos técnicos son una maravilla, con unos gráficos originales y preciosistas a más no poder, demostrando que no hace falta una tarjeta gráfica último modelo o una resolución HD para transportarnos a lejanos y extraños planetas. Jugando a esta obra de arte comencé a darme cuenta que la Wii era mucho más que juegos sociales para pasar un rato divertido sin más, y que existían títulos que exprimían sus posibilidades hasta el límite.
Mi siguiente objetivo para completar un buen ‘cuarteto’ inicial de juegos de Wii fue The legend of Zelda: Twilight princess, título protagonizado por Link, el aventurero más famoso de Nintendo. El juego en sí está muy bien, aunque pienso que no llega a la altura de Super Mario galaxy o Metroid prime 3. Los gráficos son quizás el aspecto que peor ha envejecido del juego, ya que aunque son bastante evocadores, se les nota la edad y que están basados en la tecnología de GameCube, única consola para la que iba a salir en principio (aunque por suerte Nintendo decidió sacarlo también en Wii para que sirviera de título de lanzamiento). De todas formas es una gozada recorrer Hyrule a lomos de Epona para desfacer entuertos y buscar bronca con los facinerosos que pueblan sus mazmorras. A destacar especialmente en este episodio de la saga la fantástica ambientación del Reino Crepuscular, la enigmática Midna y la transformación de Link en lobo.
Estos cuatro juegos anteriores completaron mi primera hornada de títulos de Wii, y la verdad es que fue un inmejorable comienzo, tanto que consiguieron superar al PC como primer destino de mis horas de ocio.
Tras muchos meses de diversión, vino el momento de dar el relevo a los anteriores títulos, y al visitar tiendas y grandes almacenes para adquirir alguna novedad, descubrí con pesar que las conversiones cutres y los juegos sociales que se limitaban a aprovecharse del sistema de control habían inundado el catálogo de Wii. Eso me desanimó bastante, pero aun así -y buscando con paciencia-, a lo largo de estos años he conseguido reunir una pequeña colección de juegos para esta consola que harían las delicias de cualquier ‘hardcore player’, y que sirven para demostrar que Wii es mucho más que un chisme a encender solo cuando vienen a casa las amigas de la novia o los abuelos. Entre dichos grandes títulos para esta consola destacaría especialmente:
- Resident evil 4. Sin duda se trata de la mejor versión de este clásico, ya que aunque no tiene los gráficos HD de la edición PC, su sistema de control con el binomio wiimote y nunchaku es inmejorable, e incluso llega uno a pensar que fue diseñado con esta consola en mente. Por lo demás el juego es el de siempre, una genial combinación de acción, aventura y suspense en un remoto pueblecito español (aunque por el acento de los malos, podría ser mexicano o de más lejos). Un juego imprescindible, y para mí, incluso mejor que Resident evil 5.
- Super smash bros. brawl. No es el típico juego de peleas con héroes súper cachas y chicas despampanantes (salvo la princesa Peach, por supuesto), pero es tan divertido y gamberro como pocos. Quizás a los expertos de la lucha seria les parezca un simple ‘machacabotones’ sin sentido, pero si se profundiza un poco en su mecánica se descubre un juego completo, con luchadores variados, infinidad de golpes y escenarios que influyen muchísimo en el combate. Muy recomendable, y el modo ‘emisario subespacial’ es como tener dos juegos en uno. Muy recomendable.
- Super Mario kart Wii. Vale, los juegos de conducción serios te dejan elegir entre cientos de deportivos reales para recorrer circuitos calcados a los verdaderos. Pero hay pocas cosas más divertidas que atizar a un colega con una concha de tortuga teledirigida o adelantar a tu novia en la misma línea de meta convertido en bala (aunque ya sabes lo que no toca esa noche…). Y de eso básicamente trata este juego, de divertirse sin más echando unas carreras con cuanta más gente mejor, sin parar de reír -y de picarse- en todo ese rato. El 90% de los títulos actuales matarían por conseguir eso.
- Mad world. Este rompedor juego fue muy comentado/criticado en su momento por dos aspectos; estar íntegramente en blanco y negro -salvo el rojo de la sangre-, y tener unos niveles de violencia y gore que se salían del mapa. Esto influyó negativamente en sus ventas, a pesar de su innegable calidad. Por lo demás, y hablando del juego en sí, decir que se trata del clásico ‘yo contra el barrio’ de toda la vida tipo Double dragon o Streets of rage, pero con la originalidad y el salvajismo por bandera. Y es que nunca antes había clavado una señal de tráfico a un enemigo, le había metido la cabeza en un bidón ardiendo y luego lo había cortado en dos con una motosierra. Una locura, e ideal para divertirse descargando tensión después de un día duro.
- The house of the dead: overkill. Si juntas los anteriores títulos de esta divertida saga de Sega y las pelis de Tarantino, obtendrás este entretenido juego. Y es que tanto la historia, como los enemigos e incluso la música dejan ese regustillo a producción de serie B que le sienta como un guante a la mecánica de disparos ‘sobre raíles’ del juego (recomiendo utilizar wii zapper o similar para aumentar la inmersión en el juego). Diversión instantánea para 1 o 2 jugadores disparando a zombis. Y para qué más.
- New Super Mario bros. Wii. Al principio de arrancar este juego piensas “vaya, esto es igual que un Super Mario de principios de los 90, incluso en el aspecto técnico”. Al poco rato eso ya te da absolutamente igual, porque estás tan enganchado que no puedes dejar de superar fase tras fase. Y si sois 2, 3 o 4 amigos jugando a la vez, la cosa degenera rápidamente en una orgía de risas, empujones, amenazas y mucha diversión. Además es muy rejugable, porque hay infinidad de secretos por descubrir. En definitiva, un título absolutamente recomendable, tanto si llevas 25 años jugando a Super Mario como si eres novato, tanto si te gustan las plataformas como si no, tanto si quieres jugar solo una partida rápida o toda la tarde en compañía de los colegas…
- Dead space: extraction. Antes de nada, comentar que este juego de Wii tiene nulo parecido con el genial Dead space de otros sistemas, ya que en el caso que nos ocupa estamos ante el típico juego de disparos tipo The house of the dead, aunque aprovechando el universo de esta saga de terror espacial. Esto significa que, -salvo al desplazar la mirilla del arma-, no tendremos ninguna libertad de movimiento para explorar el entorno, aunque eso no le resta ningún mérito al juego de Wii, porque es un título entretenido, intenso, espectacular gráficamente y con una historia absorbente y llena de sustos. Muy bueno, lástima que esté sin traducir al español y su duración sea más bien escasa.
- Muramasa: the demon blade. Este preciosista arcade en 2D parece un poco fuera de lugar en esta época de polígonos HD y ‘sandboxes’, pero consigue tener un estilo propio. Casi es como jugar en un antiguo lienzo japonés en movimiento. En el fondo es un simple Ninja spirit o Shadow warriors puesto al día, en el que avanzamos sin parar mientras cortamos a los enemigos en filetes, pero eso no es necesariamente malo, y este juego lo convierte en todo un arte. Además incorpora elementos que le dan mucha variedad, como poder elegir el camino a seguir y las espadas a forjar. Incluso tendremos que cocinar nuestros propios platos para recuperar salud. Un gran ‘flashback’ a los mejores arcades clásicos de los 80 y los 90.
- No more heroes 2: desperate struggle. Aunque esta continuación es muy similar al primer juego de la serie, a mi entender hay detalles que lo hacen superior, como los divertidos mini-juegos estilo retro o la eliminación de los paseos en moto por la vacía ciudad de Santa Destroy. Además, el nivel técnico sube otro escalón. Todo lo demás que ya hizo famoso al No more heroes original sigue ahí; las multitudinarias peleas, las ‘frikadas’ japonesas, la música techno, las chicas insinuantes, el humor absurdo… Y esta vez sin ninguna censura. Goichi Suda en estado puro.
- Sin & punishment: successors of the sky. Este titulo combina con acierto lo mejor de los juegos de disparos ‘sobre raíles’ con aquellos matamarcianos de hace años en los que la pantalla se llenaba literalmente de enemigos y proyectiles. Si a eso le añadimos unos espectaculares gráficos 3D y un control estupendo -tanto con mando clásico como apuntando con el wiimote a la pantalla-, tenemos un juego de acción impecable y magistral, que será al menos tan recordado como su antecesor de Nintendo 64. ACCIÓN con mayúsculas, y solo recomendado para jugadores con reflejos ninja.
- Tatsunoko vs. Capcom. Para los que pensaban que Wii no era capaz de tener un título de peleas similar en calidad a Street fighter 4, aquí está la respuesta. Un juegazo que tiene de todo: muchos luchadores y golpes, sonido y gráficos alucinantes, combates con dos personajes por bando, montones de extras y modos de juego… En cuanto al control, se puede manejar con un mando clásico como los juegos de lucha de toda la vida, u optar por un control simplificado con wiimote y nunchaku que funciona estupendamente. La única pega es que los personajes de la compañía Tatsunoko no son tan conocidos por estos lares como los de Capcom, pero eso es lo de menos. Visto el éxito de este juego, ojala se animaran a hacer un ‘remake’ de la serie Darkstalkers…
- Goldeneye 007. Nombrar este título es hablar de uno de los mejores ‘shooters’ de la historia de las consolas. Publicado en 1997 para Nintendo 64, fue toda una revolución en su época al incorporar muchos elementos a este tipo de juegos que hoy nos parecen imprescindibles, como un argumento y gran variedad de misiones. Esta versión actual para Wii no es tan rompedora como el original, pero aun así es mucho más que una mera copia o puesta al día, destacando por encima del conjunto los intensos tiroteos y su excelente factura técnica -sobre todo el doblaje al español por parte del mismo actor que hace de Daniel Craig en el cine-. Además, el modo multijugador sigue siendo divertidísimo.
- Donkey Kong country returns.
Vuelve el gorila más famoso de Nintendo, y lo hace a lo grande, con un magistral juego de plataformas similar a los que protagonizó a mediados de los 90 en Super Nintendo, aunque aprovechando los avances actuales. De esta forma se consigue una mecánica de juego 2D muy tradicional, pero con un aspecto técnico soberbio. Además, tiene una cualidad bastante escasa en esta época; es endiabladamente difícil, y perderemos infinidad de vidas intentando superar sus niveles más avanzados. Pero al contrario de lo que podría pensarse, eso no merma su jugabilidad, ya que consigue retar nuestra habilidad y reflejos como pocos títulos actuales. Al igual que ocurrió en su día con la saga Donkey Kong country original, imprescindible.
Como se puede comprobar por los títulos anteriores, la Wii no ha estado exenta de grandes juegos en su catálogo, y eso sin mencionar otros muchos como Resident evil: the umbrella chronicles/ the darkside chronicles, Boom blox, Sonic colours, Little king´s story, de Blob, Metroid other M, Red steel 2, Xenoblade chronicles, Kirby´s epic yarn, Monster hunter tri, los PES -con su nuevo y genial sistema de control-… Y por encima de todos ellos, destacan las continuaciones de Super Mario galaxy y The legend of Zelda, por supuesto.
Y tampoco hay que olvidar los últimos grandes títulos que nos va a deparar esta consola antes de su defunción, como, Mario party 9, Rhythm heaven, Dragon quest X, Pandora´s tower o el increíble The last story, que pondrán el punto y final a Wii como se merece, es decir, rodeada de grandes juegos.
En definitiva, pienso que la ya veterana Wii pasará a la historia como una de las consolas de sobremesa más originales -y vendidas- de todos los tiempos, con un buen catálogo de juegos, alguno de los cuales tiene ya el estatus de clásico. Espero que la nueva Wii U siga su estela y corrija sus principales errores (escasa potencia técnica y exceso de juegos mediocres), aunque de momento ha levantado muchas dudas entre los medios y los aficionados. Pero eso mismo ya ocurrió hace unos años con una pequeña consola blanca de Nintendo muy rara y de extraño nombre…
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