Por todos es sabida la fiebre de los juegos de lucha que tuvimos la suerte de vivir en la década de los ’90. Los salones arcade aún estaban repletos de gente jugando al Street Fighter II, y aparecían decenas de juegos que intentaban hacerle la competencia a Capcom (nacieron grandes sagas, sobretodo por parte de SNK) y los seguidores de los ‘versus’ se contaban por centenares. Debido al éxito de estos juegos, las avispadas productoras decidieron sacarle provecho al fenómeno produciendo merchandising a mares y, sobre todo, creando adaptaciones al anime, más o menos afortunadas según el juego. Ahora que Street Fighter IV ha resucitado parcialmente esta fiebre, que se encontraba de capa caída desde la llegada del nuevo milenio, podemos disfrutar de títulos como los próximos Marvel vs Capcom 3 o Street Fighter X Tekken (y en el caso de SFIV, también de su adaptación animada), pero en los mencionados ’90 la lista era muchísimo más larga y variada. Vamós allá entonces con el anime basado en videojuegos de lucha:
Uno ya lo ha visto casi todo en marketing, pero que iFun4All, una desarrolladora de videojuegos, diga de sí misma lo siguiente es, cuando menos curioso (y lo verdaderamente interesante del post):
Somos una de las peores desarrolladoras del mundo, por no hablar de Europa. Somos un pequeño estudio formado por unos pocos borrachos sin talento procedentes de unas cuantas aldeas remotas. Con nuestro presupuesto limitado y aún más limitado acceso a la energía e Internet, crear juegos verdaderamente buenos no es una posibilidad real. En lugar de ello, hemos decidido hacer lo contrario y crear los peores juegos de todos los tiempos.
Pues bien, estos chicos, que deben ser puro talento, son los creadores de Paper Wars, un título para PSP que se venderá (si tan malo es ya podían regalarlo) a través de la PlayStation Network. Al principio pensé que sería un juego original, con esos simpáticos soldados de papel, y que lo de «el peor juego del mundo» que ha afirmado Sony sería para llamar la atención… pero después de ver el vídeo empiezo a pensar que hasta puede ser cierto…
Uniracers (conocido como Unirally en territorios PAL) de la plataforma Super Nintendo fue un juego que pasó un tanto desapercibido en su momento, pero que si tenías la oportunidad de probar, te enganchaba totalmente. La mecánica era muy sencilla: correr y hacer piruetas para llegar antes que tu rival a la meta. La forma de hacerlo, poco convencional: con monociclos que poseían vida propia. Bienvenidos al universo de los uniracers.
Square-Enix es uno de esos nombres que todos los jugadores adictos al RPG han dicho alguna vez en la vida con una sonrisa de oreja a oreja. Y es que es innegable la cantidad de emociones que la compañía nipona ha logrado despertar a lo largo de sus años de existencia, con sus más de 130 entregas esparcidas en distintas consolas, que han llegado a millones de jugadores alrededor del globo terráqueo.
No obstante hay algo que ha venido generando preocupación y conmoción en los últimos años respecto a la mercancía videojugabilística de la multinacional: el bajonazo en la calidad de sus productos.
Aunque no es una saga que acapare las portadas que en mi opinión se merecería por la calidad que atesora, los amantes de la estrategia siempre estamos pendientes de ella, porque cada nuevo episodio logra superar al anterior y ofrecer una profundidad y una espectacularidad impresionantes.
Tras es fantástico Empire: Total War y su expansión, ahora le tocará el turno a Shogun 2, el retorno de la saga al Japón feudal, el escenario donde se desarrolló por primera vez allá por 2003. El próximo mes de marzo saldrá a la venta y yo ya tengo los dientes largos desde hace tiempo. En el vídeo está la intro que va a tener, lo último que se ha revelado, y es buena, buena.
Muchos han sido los fenómenos de moda (series, películas, grupos de música…) que han desencadenado el furor entre nosotros, pobres e ingenuos consumidores, haciéndonos adquirir compulsivamente cualquier tipo de novedad, merchandising o tontería de turno que saliera a la venta. Dragon Ball, Saint Seiya, Star Wars, El Señor de Los Anillos, LOST o la multitud de “estrellas musicales” actuales de dudosa calidad que mueven masas multitudinarias (Tokio Hotel, Hannah Montana…) son ejemplos de lo que me estoy refiriendo. Todos suelen seguir el mismo patrón: experimentan un auge impresionante en cierto momento, en el cual todo el mundo, sea o no fan de la novedad en cuestión, se vuelve loco por ella y se vive una especie de “fiebre” que suele durar de unos pocos meses a un par de años y, transcurrido ese tiempo, se pierde gran parte de la legión de admiradores “casuales”, quedando solo los más fieles y verdaderos amantes del suceso o simplemente no quedando nadie. De todas estas fiebres obsesivas y pasajeras la que más he vivido de cerca y a la cual me voy a referir en los párrafos siguientes es lo que muchos medios bautizaron como “Fiebre Pokémon”.
La música. Ese orden, esa combinación de sonidos, silencios, armonías, melodías y ritmo que llevan a quien la escucha a perderse en su propia imaginación. Ese arte que, a pesar de llegar a nosotros a través del oído, es capaz de crear en la cabeza del oyente imágenes, colores y sensaciones que se perciben por todos los sentidos. Muchos medios de expresión aprovechan la música como algo complementario pero, a la vez, esencial. Una manera de potenciar una emoción, de mantener en tensión o de tranquilizar… La danza, el cine, el teatro… y cómo no: los videojuegos.
¿Qué sería de un videojuego sin música? Hay muchos en los que apenas notaríamos su ausencia: los juegos deportivos, de conducción, incluso en algunos shooter se ignora la música en pos de los efectos sonoros (balazos, gritos, explosiones…). Pero hay otros en los que no solo se echaría en falta en caso de que no estuviese, sino que perderían parte de su sentido y esencia si solo encontráramos mutismo. Dejando a un lado los evidentes juegos que dependen exclusivamente de la música (guitar heros, singstars y demás), están los que aprovechan cada nota, cada susurro, cada palpitar para crear una ambientación que sumerja y sobrecoja al jugador que, a los mandos de su consola, decida adoptar el rol de su personaje favorito. Los abrumadores silencios de Shadow of the Colossus, rotos de repente por la irrupción de una enorme mole de piedra que trae consigo una banda sonora apabullante; la melodía de los instantes finales de Metal Gear Solid 3… Momentos que a lo mejor nunca quedarían grabados en nuestras retinas de no ser por el fantástico uso que se da a las sinfonías utilizadas. Y dentro de todas las sagas que se apoyan en la música como un pilar importante en el desarrollo de sus videojuegos hay una que destaca especialmente. Me refiero a The Legend Of Zelda.
Nunca me había parado a pensar en si un juego podía ser concebido en una única dimensión, pero como siempre hay gente para todo, hay a quien se le ha ocurrido dar un enorme giro al mítico Wolfenstein y reducirlo a la mínima expresión, porque si se supone que un plano son dos dimensiones, una dimensión no es más que una linea… pues eso a jugar en una linea, y ojo que la cosa tiene su intríngulis.
Disegnodacoloraremondo.com quiere ser tu portal favorito donde dar rienda suelta a tu amor por los colores, ofreciéndote una amplia y…