Empire: Total War, larga vida a la estrategia histórica
El grupo de programación The Creative Assembly lleva ya un buen puñado de años convertido en uno de los grandes dominadores de la estrategia en tiempo real, gracias a su excelente trabajo con la saga Total War, que desde su debut en 1999 con Shogun ha sabido con maestría cambiar de épocas históricas y renovarse con numerosas novedades, mejorando siempre la experiencia anterior, y ofreciendo un apartado gráfico puntero. Empire: Total War ha sido su último episodio.
La saga comenzó en el Japón feudal de la mano de Shogun: Total War, pasó por el Medievo europeo en Medieval, luego por el Mediterráneo de la Antigüedad con Rome, repitió época y contexto con Medieval 2, y finalmente se trasladó al siglo XVIII, añadiendo a Europa, Oriente Próximo y el Norte de África, territorios ya habituales, la India y el continente americano casi completo. Este último es el juego que nos ocupa.
Como los demás episodios de la saga, en el modo campaña, que es la absoluta estrella del juego, se alterna la gestión sobre mapa de los recursos, el comercio, la diplomacia o la política, mientras que las batallas se podrán librar en tiempo real en un mapeado totalmente tridimensional. Estas últimas también se pueden resolver de forma automática, una opción un tanto descafeinada, pero que resultará muy cómoda para batallas con clara superioridad en las que el resultado es inevitable. Esta estructura se ha mostrado siempre muy efectiva, y consigue unos espectaculares niveles de adicción para los que comulguen con ella.
En principio, partimos en el año 1700, pudiendo elegir jugar con cualquiera de los Estados europeos que en aquel tiempo tenían una cierta entidad. Lo que nos espera, como es lógico, cambiará totalmente en función de nuestra elección, pues partiremos en una situación territorial y diplomática muy concreta, que imita con bastante fidelidad a la que históricamente existía a comienzos del XVIII. Pero a partir de ahí ya seremos nosotros los que escribiremos nuestra propia historia y guiaremos los designios del país al que hayamos elegido.
Con la única excepción de las batallas, todo lo demás se hace desde un amplio y completo mapa de gestión: en él desplazaremos a nuestras tropas, flotas y a ciertos individuos (diplomáticos, religiosos, asesinos…) hacia donde queramos, aunque con un límite de movimiento en cada turno. También podemos invertir nuestro dinero en reclutar más hombres o en diversos edificios que mejorarán las condiciones en nuestras posesiones, y nos permitirán lograr el crecimiento de la economía y la obtención de más impuestos, así como también mantener calmada a la población, ya sea a base de darle entretenimiento o gracias a una mayor represión. También estará en nuestras manos fijar el nivel de impuestos y trabar alianzas de muy diverso tipo con otras naciones. Realmente son muchas las posibilidades, pero están bastante simplificadas respecto a otros juegos de estrategia, por lo que uno se acostumbra sin demasiado esfuerzo, y la experiencia resulta tremendamente equilibrada, así como muy adictiva, y se hará difícil parar mientras nos planteamos el típico: «venga, solo un turno más…»
Pero además de las enormes posibilidades de la gestión, tarde o temprano nos veremos en medio de algún conflicto armado, y aquí entrará en juego nuestro potencial militar. Si elegimos disputar nosotros mismos la batalla, podremos disponer nuestras tropas como queramos en un sector asignado dentro de un enorme mapa 3D. Una vez comiencen las hostilidades tendremos total libertad para mover a nuestras unidades, y aquí serán nuestros efectivos y capacidad táctica los que decidan, estando el factor estratégico elaborado a la perfección. El tipo de guerra ha cambiado mucho respecto a los anteriores juegos de la saga, pues por la época son ahora las armas de fuego y la artillería los elementos de mayor importancia. La colocación de nuestras líneas de fuego, el hábil uso de la caballería, el aprovechamiento del terreno o la colocación de la artillería serán aspectos fundamentales. Además, las tropas tienen resistencia y moral: la primera se debilitará si les exigimos que se muevan demasiado, mientras que la segunda lo hará si la batalla va mal o si esa unidad en concreto se encuentra demasiado expuesta. En último caso, una unidad totalmente desmoralizada emprenderá la retirada, y a partir de ahí perderemos el control de la misma.
Y como gran novedad, este episodio ha incorporado las batallas navales, que se estrenan en la saga, y que han sido trasladadas con maestría y un realismo desbordante. La dirección del viento va a ser aquí el condicionante fundamental, que deberemos dominar para poder tener opciones en batallas igualadas. Luego, todo quedará en manos de la potencia de nuestros cañones, la elección de la munición correcta y la resistencia del casco de nuestros navíos. Quizá los combates navales puedan resultar confusos al principio y algo lentos, pero no es difícil acostumbrarse, y se puede optar por la resolución automática, especialmente útil en pequeños enfrentamientos sin demasiada trascendencia o cuyo resultado sea ya muy evidente. Quizá todavía haya que pulirlas algo de cara a futuros juegos, pero su introducción ha sido un acierto.
A nivel técnico, Empire: Total War resulta un juego deslumbrante, aunque se requiere un ordenador muy potente para poder disfrutarlo en todo su esplendor, pues la impresionante cantidad de unidades que se pueden mostrar a la vez va a exigir mucho a la CPU y la tarjeta gráfica, por lo que o tenéis un equipo de primera, u os tocará bajar algo el nivel de calidad y efectos en las opciones para evitar ralentizaciones. En todo caso, la espectacularidad derivada de la ingente cantidad de unidades que se podrán ver en pantalla simultáneamente y el realismo que, en general, se aprecia en cada detalle, da lugar a unas batallas dignas de verse, y en las que querremos hacer zoom en cada escabechina para poder ver de cerca la acción. En las batallas navales, haya que hacer mención especial a la calidad en la recreación de los navíos, magistralmente detallados y que ofrecerán algunas de las mejores tomas del juego. Por supuesto, no todo es perfecto: si miramos de cerca las unidades veremos que la mayoría se mueven de forma idéntica, y que tienen lugar diversos bugs de pequeña importancia, que no afectan en absoluto a la jugabilidad, pero que son algo mejorable de cara a futuras versiones.
De la banda sonora podemos destacar su calidad y buena integración con el juego, pasando de acordes tranquilos antes de comenzar la batalla, a otros más rápidos y épicos cuando se llega al combate. En cualquier caso, son composiciones de excelente factura. También debemos referirnos a las voces, dobladas sin mancha al castellano, y los efectos sonoros, muy espectaculares y que nos introducirán todavía más en el fragor de la batalla.
El impecable nivel técnico se complementa con un control muy coherente y cómodo. El ratón se vuelve a mostrar como el mejor aliado de los juegos de estrategia y, unido a unas pocas teclas, nos permitirá una movilidad total por el campo de batalla y un absoluto control de nuestras tropas (mientras estas cumplan nuestras órdenes, claro). Entre esto y la equilibrada estructuración de los diferentes menús y del mapa de gestión, Empire Total War es un juego enormemente fácil de jugar, pese a la gran cantidad de opciones y posibilidades que ofrece. Además, permite disfrutar batallas en red contra otros jugadores, lo que puede dar lugar a épicos duelos contra amigos o desconocidos. Para los no acostumbrados al género, quizá resulte un poco denso de primeras, pero una vez controlados algunos aspectos básicos, lo cual no lleva demasiado tiempo, ofrece altas cotas de diversión y engancha sin remisión.
Pese a lo halagador que, en general, resulta este análisis (no en vano desde mi punto de vista este es el mejor juego de estrategia creado hasta la fecha), también es necesario hacer referencia a algunos pequeños problemas que se añaden a los antes referidos en los gráficos. Entre ellos están algunas actitudes del enemigo en las batallas, con las que a veces resulta demasiado previsible, y hace posible emplear algunos patrones para vencerlo; esto es especialmente notorio en los asedios y defensas de recintos amurallados. También me ha parecido bastante pobre la forma en la que podemos cambiar el tipo de gobierno de una Monarquía Absoluta a una República Parlamentaria, pues depende de unos parámetros demasiado concretos, y podemos conseguir que tenga lugar haciendo unas cosas un poco absurdas. Hay muchos otros elementos con leves fallos de este tipo, como las insistentes y absurdas ofertas que a veces nos hacen nuestros aliados, aunque en buena medida han ido solucionándose con diversos parches, y aunque no quería acabar el análisis sin referirme a ellos, tampoco afectan demasiado al desarrollo del juego.
A modo de conclusión, simplemente señalar que, en mi opinión, ningún juego de estrategia histórica creado hasta el momento alcanza el nivel que logró The Creative Assembly en la última vuelta de tuerca a su laureada saga. Quizá no es un juego que pueda enganchar a cualquier tipo de usuario, pero a poco que os gusten la historia y la estrategia en tiempo real os vais a encontrar con una de las mejores experiencias jugables que puede dar de sí un PC. Además, en breve recibirá una expansión con Napoleón como protagonista, que extenderá su desarrollo hasta comienzos del siglo XIX.
LO MEJOR
+ La exigencia táctica de las batallas.
+ Espectacularidad gráfica y magnitud de los ejércitos.
+ Estupenda documentación histórica.
+ Gestión fácil de realizar pero muy profunda.
+ Las batallas navales han sido un acierto.
+ Enorme capacidad adictiva del Modo Campaña.
LO PEOR
– Algunos pequeños bugs.
– No tener un ordenador que pueda bien con él.
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