Tras varios éxitos en los salones recreativos de la época —BurguerTime (1982), Bump ‘n’ Jump (1982), Karate Champ (1984)—, Data East adquiere una posición notable en el mercado arcade de finales de los ochenta. Con el fin de mantener la ventaja sobre sus competidores, dicha empresa desarrolla un trepidante arcade de scroll horizontal con muy buenas maneras. El título estaba prácticamente listo para ser lanzado, a falta de pequeños retoques y de adjudicarle un nombre atrayente para los jugadores.
En el continente de Vainqueur la situación es insostenible. La avaricia de los poderosos en algunos de sus reinos ha llevado al abuso del Flux, una energía que fluye en la naturaleza y que es fundamental en el equilibrio del mundo. A causa de ello, la parte central del continente se ha convertido en un enorme desierto, cuya extensión no hace sino aumentar. Esto ha llevado a Granorg, que en otro tiempo se había extendido por un enorme Imperio, a recluirse en la zona norte, donde además mantiene una cruel guerra con el vecino Estado de Alistel, que es en donde empezaremos esta maravillosa historia que la compañía Atlus ha brindado a los usuario de Nintendo DS, y que seguimos esperando que se decidan a lanzar en Europa.
Hace ya un tiempo, un humilde servidor escribió un post que relataba la historia de cómo mediante métodos un tanto oscuros, unos tipos de por ahí consagraron a Dead Space 2 como el juego que científicamente daba más miedo en toda la historia de los videojuegos. Quizá no supieron hacerlo bien ya que escogieron pocos títulos con los que poder experimentar, o tal vez todo fuera parte de una conspiración de cierta multinacional malvada para darle más publicidad y gancho a la nueva entrega de las aventuras del pobre Isaac Clarke. Con el miedo por bandera hablé de cómo Amnesia: The Dark Descent había durado media hora instalado en mi ordenador por culpa de mi cobardía, pero por avatares del destino terminé teniendo una pequeña historia con ese maldito juego salido de las simas mas profundas del averno.
¿Qué hace que el sistema de batalla en un RPG sea realmente entretenido? ¿La optimización de los personajes? ¿El poder de decisión sobre sus características? ¿El entorno de combate? ¿La estrategia? ¿Machacar botones? Desde el preciso instante que comencé a jugar a este género, pensé que ningún RPG oriental ofrecería posibilidades estratégicas serias y variadas para resolver un combate. Hasta que descubrí Tactics Ogre y me enamore de los SRPG, pero eso es otra historia. El mayor problema de este subgénero es que en occidente nos gusta a cuatro gatos nada mas, por lo que es tremendamente complicado hacerse con versiones occidentales de los mejores exponentes nipones en este apartado. Además, cabe aclarar, comprender los intrincados sistemas de cualquier SRPG requiere tiempo y paciencia, características que muy pocos jugones poseemos y por lo cual no es un subgénero muy popular. ¿Hubo alguna vez una manera de acercar a los jugadores del JRPG tradicional a los conceptos estratégicos del SRPG? Si, la hubo, y de hecho pudo ser la mejor muestra de hibridación entre estas dos corrientes y pudo haberse considerado el mejor sistema de combate del RPG oriental. Comencemos a desgranar juntos este sistema: HEX
A propósito, el siguiente texto es una parrafada de proporciones bíblicas: su lectura es recomendada solo para aquellos que lo hayan jugado o aquellos a quienes interese debatir sobre RPG. Quedan avisados.
El título de Taito viene marcado por el desarollo de Rolling Thunder (Namco, 1986) aunque recibiría mayor impronta de su padre, Elevator Action (1983), del que heredó gustosamente el planteamiento de colarse entre ascensor y ascensor, puerta tras puerta para eliminar —con bala incrustada en el cuerpo con indudable estilo y sprites de quitarse el sombrero— a numerosos terroristas dispuestos a traficar con armas nucleares. Todo esto es, en definitiva, cine de acción.
¿Qué se considera un juego adulto? Normalmente, en la industria de los videojuegos, entendemos por juegos adultos aquellos títulos con un nivel de violencia elevado, un mínimo de contenido sexual, lenguaje potencialmente ofensivo o una temática seria y realista. ¿Es todo esto suficiente para determinar si un juego es adulto? Muy probablemente no. Por poner un ejemplo -a riesgo de recibir muchos palos-, me niego a considerar la saga Call of Duty como juegos adultos, ya que por mucha guerra, muchos tiros y mucho artificio que haya, se trata de juegos que pueden interesar perfectamente a un niño de 12 o 13 años -y de hecho seguro que hay muchísimos niños de esa edad que fulminarían al adulto más viciado-. Hablo de juegos que, por su planteamiento o historia, no interesan demasiado a los jovenzuelos y sí a los más creciditos. Y no hablo, ni muchísimo menos, de erotismo.
En el universo de los videojuegos hemos sido participes de grandes relaciones familiares, no solo en el mundo real junto a nuestros hermanos compartiendo horas interminables de diversión, sino también dentro de la pantalla. Muchos hermanos se han hecho famosos en la corta historia de los videojuegos: Bub y Bob de Bubble Bobble, Nick y Tom de Snow Bros o los mismísimos Mario y Luigi, siendo estos últimos los pioneros, comenzando con toda esta revuelta familiar en aquel entrañable Mario Bros (si si, el de las tuberías, ese en que había que golpear las tortugas desde abajo).
Claramente la fama de Mario y su hermano ha crecido en forma desmedida desde el año 1983, cosechando un sinfín de éxitos, protagonizando tanto juegos de forma individual como grupal (vamos, que Luigi también se ha echado sus aventuras, y lo bien que lo hemos pasamos con él).
Pero hoy particularmente no les vengo a narrar las aventuras de estos hermanos, sino más bien la historia de “otros hermanos”, que pese a participar en juegos excelentes no tuvieron la repercusión de los anteriormente citados. Acomódense en su silla, enciendan los parlantes y comiencen a disfrutar de estas obras magníficas de Taito.
Howard Phillips Lovecraft es, a pesar de su apellido, uno de los mejores autores de terror y ciencia ficción de todos los tiempos y, para los que no conozcan sus relatos, baste mencionar que su inmortal obra no solo ha influido en muchos escritores posteriores, sino también en multitud de manifestaciones artísticas como el cine, la televisión, la música, etc. No hay más que ver películas como Re-animator, La cosa, o La herencia Valdemar, escuchar determinadas canciones de Metallica o leer cualquier cómic de Hellboy para percibir esa influencia, incluso en la actualidad. Esto también es válido para muchos videojuegos, alguno de los cuales comentaré a continuación a modo de modesto homenaje, tanto del escritor como de los propios juegos.
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