Globo acorazado para hacer la guerra en el mar
Trabajando con prensa antigua se encuentra uno con cosas de lo más curioso, y es que rarezas de lo más esperpéntico ya captaban la atención de los lectores de periódicos hace más de un siglo (1904, concretamente).
Fijáos sino en este original «buque de guerra» estadounidense, que parece una pelota con cañones. Pues bien, lejos de considerarlo como un invento de escasa validez, o al menos de dudar de él, el editor de La Voz de Galicia encargado de hablar del ingenio dice nada menos que: «la potente armada norteamericana acaba de reforzarse con un nuevo buque de guerra que, de dar los resultados que de él se esperan, está llamado a promover una revolución en el modo de ser de las grandes potencias marítimas«.
Centrándose en los datos técnicos del ingenio, en el periódico podemos leer que: «la nueva unidad de guerra está compuesta por un globo de acero de 9.000 toneladas, que sólo mantiene a flor de agua una cuarta parte de su totalidad. El segmento exterior, rodeado por una galería móvil, está armado por seis cañones de tiro rápido y presenta en su parte posterior dos castillos blindados y las dos chimeneas de sus potentes máquinas, que ponen en movimiento cuatro hélices colocadas a ambos lados de la esfera.» Una cosa tremenda, vamos…
Ya para rematar las virtudes de esa revolución en la marina, se añade que «El buque tiene una movilidad extraordinaria, anda a razón de 12 millas por hora y es insumergible […] Los marinos norteamericanos ponen gran confianza en el nuevo buque, que provisionalmente servirá para defender la entrada de los puertos.»
Al final, parece que, pese a las flores que se le echó, y que debieron sorprender a los lectores gallegos por entonces, este ingenio cayó en el olvido, y para nada fue un factor que diera a los americanos supremacía naval (los ingleses siguieron dominando los mares unas cuantas décadas más). Pero bueno, por lo menos el diseño mola.
Ésta es la cabecera del periódico en cuya portada apareció este extraño invento. Como curiosidad decir que por aquel entonces, suscribirse a La Voz de Galicia durante un mes costaba 1 peseta.
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