Devil May Cry
Capcom, 2001, Acción
La compañía japonesa Capcom arrancó con mucha fuerza en Play Station 2, a la que proporcionó en 2001 tres grandes éxitos de venta y crítica, como fueron Resident Evil: Code Veronica X (versión del juego de Dreamcast), Onimusha Warlords y Devil May Cry; éstos dos últimos además supusieron el estreno de sendas franquicias que resultarían muy explotadas.
Devil May Cry iba a ser en principio el primer capítulo nuevo de la saga Resident Evil para Play Station 2, pero en un momento dado se decidió aprovechar el material con el que se estaba trabajando para una saga totalmente nueva, dando lugar a un juego que rompería con los puzzles y la exploración como base, y en el cual el protagonismo radicaría absolutamente en los combates. Por ello podemos hablar más de un juego de acción que de una aventura.
La historia nos pone a manejar a Dante Sparda, el hijo de un demonio que siglos atrás juró defender a los humanos, traición por la que terminaría siendo asesinado. Dante, que comparte sangre humana y demoníaca, decidirá mantener el juramento de su padre y, tras la aparición de una misteriosa joven llamada Trish, decidirá atacar al mal en su propio bastión, un enorme castillo desde el que Mundus, el mal personificado, amenaza con sumir la Tierra en el caos.
La sangre demoníaca que corre por las venas de Dante le otorga una fuerza y poderes sobrehumanos, aunque al principio del juego nuestras habilidades serán poca cosa al lado de las que tendremos al final, a medida que vayamos logrando nuevas armas y movimientos.
Con este poderoso personaje deberemos recorrer las distintas estancias del castillo de Mundus, buscando llaves y otros objetos que nos permitan acceder a nuevas zonas, tal como en Resident Evil; sin embargo, a diferencia de la saga de los zombies, en Devil May Cry la exploración es bastante lineal y sencilla, estando en los combates toda la salsa del juego. Y es cierto que estamos espectacularmente armados, pero nuestros enemigos tampoco son mancos, y tendremos en frente a un ejército de criaturas de ultratumba que nos pondrá en verdaderos problemas, especialmente los espectaculares jefes finales.
A nivel técnico éste fue probablemente el juego más impactante que se había visto por aquel entonces, destacando sobremanera unos decorados sublimes, compuestos por las distintas estancias, exteriores e interiores, de un gótico castillo, cuya arquitectura se inspiró en modelos españoles, país al que se desplazaron algunos responsables del desarrollo del juego. Además en este caso Capcom no recurrió a fondos estáticos, pues aunque la cámara no la dirigimos nosotros, los escenarios se mueven suavemente con nuestro avance. Por otro lado están los personajes, sólidos y de estupendos diseños, destacando los jefes finales, algunos de los cuales presentan un tamaño espectacular.
El apartado sonoro también da la talla, con unas melodías cañeras a la hora de pelear que nos animarán los combates, y una ambientación más suave y tétrica cuando investigamos los escenarios, muy acorde con el gótico aspecto del castillo.
Respecto a la experiencia de juego en sí, hay que partir de dos claves: es espectacular, pero extremadamente corta, y es que el principal problema de Devil May Cry es la posibilidad de terminarlo en unas cuatro horas; es cierto que ofrece algunos interesantes alicientes para rejugarlo, pero no es suficiente. Si olvidamos este importante aspecto, estamos ante una genial experiencia, un juego con un nivel de acción estratosférico, que nos tendrá machacando botones para obtener los combos más espectaculares, mientras disfrutamos de su espectacular apartado visual.
LO MEJOR
+ Visualmente sublime, especialmente por sus decorados.
+ Los combates son espectaculares, poniendo a prueba nuestra habilidad y reflejos.
+ El protagonista es muy carismático, tanto por su forma de ser como por su diseño y habilidades.
LO PEOR
– La duración es irrisoria, no llegando a 5 horas.
– Es un juego muy lineal, y apenas nos obliga a pensar o explorar.
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