Generalmente, cuando se habla de un RPG, se tiende a analizar cuestiones que poco y nada tienen que ver con su sistema de juego, aquel que engloba sus habilidades, sus combates, sus parámetros; en fin, aquel que engloba todas las características que hacen una buena jugabilidad. No me malinterpreten: soy de los que piensa que un buen RPG debe ser una conjunción de aspectos cuidadosamente adosados, como buenos gráficos para la representación en pantalla del mundo en cuestión; o una buena historia, bien contada e hilada, que enganche durante las horas y horas que nos pasaremos junto a él. Pero desentenderse de los sistemas básicos de un RPG es desentenderse de la concepción misma del juego, ya que si este apartado se descuida, todo el juego se viene abajo. Esta serie de artículos tiene por finalidad analizar las bondades y carencias que nos presentan distintos sistemas, de combate, de habilidades, de parámetros y de características, presentes en aquellos RPG que nos han entregado buenas horas de actividad lúdica, a fin de reivindicar este apartado como la base en la que se apoya la totalidad del juego mismo. Y para empezar a desgranar el RPG, que mejor que comenzar a analizar uno de los sistemas más amados/odiados de la historia del género, en gran medida vapuleado por ser uno de los de mayor profundidad de la franquicia en cuestión, y por poseer uno de los fallos más imperdonables: hablaremos del Junction System, de Final Fantasy VIII.
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Una de las cosas que más nos gustan de tener un blog es que a veces nos llegan promos. Te puedes encontrar dentro de un paquete cosas tan raras y originales como esta maquinilla Wilkinson Sword Hydro 5 personalizada con el nombre de «Pixfans» y acompañada de un pendrive muy chulo. No tiene nada que ver con los videojuegos pero bueno, si sirve para que Amorín Uzuki se afeite su pecholobo… Yo no la necesito porque soy lampiño.
Matar. Una de las peores acciones que puede llevar a cabo el ser humano. Símbolo de la bajeza y la miseria a la que puede llegar el alma de una persona. Acto repudiado en la mayoría de los sistemas en los que los humanos nos organizamos, y penado aún con la misma moneda, en un ciclo sin fin de moralidad dudosa. Acción presente en cada uno de los aspectos diarios de nuestra vida: en la televisión, en los diarios, en Internet, en el cine, en el teatro, en la calle y, por supuesto, en los videojuegos también. Suponer que la actividad lúdica virtual no tiene nada que ver con la realidad que vivimos todos los días, es subestimar el poder del mensaje global que puede dejarnos una obra videojueguil. Y por tanto, a la hora del análisis más profundo, el hecho de que el acto de homicidio se haya transformado en la manera más recurrente de divertir al video-aficionado es, sin duda, un acto macabro. El género de los FPS juega constantemente con estos aspectos, generando polémicas y opiniones divididas sobre lo que un videojuego debe ofrecer y, gracias a ello, las empresas que están involucradas en este asunto tienen la voz principal para argumentar al respecto. Argumentos que, desde luego, dejan al desnudo las profundas y confusas dicotomías a las que se somete el sector cuando se debe cometer homicidio en la virtualidad.
Paso a desgranar el artículo sin atenuantes ni presentaciones dicharacheras, ya que últimamente no gusta demasiado el tema de la introducción a un artículo. Vamos a ponernos retro/nostálgicos, que es algo que nos gusta a todos los que leemos esta página. Es probable que las palabras que se desprendan de este artículo suenen a sobrevaloración o nostalgia exacerbada, pero desde ya, están avisados de que soy un amante de lo retro, lo que probablemente me haga hablar maravillas del tema en cuestión, sin desarrollar del todo mi faceta crítica más dura. Viajemos imaginariamente en el tiempo, más concretamente al año 1986, para presenciar el que quizá sea uno de los mejores juegos que tuvo la oportunidad de mostrar la querida ZX Spectrum. Considerando la época, el escaso nivel de desarrollo de las plataformas y la poca capacidad para desarrollar, sorprende sobremanera lo que se logró con este gran juego. Estoy hablando de The Great Escape, y paso a desgranar cada una de las características que lo hacen único, así como juego obligado para los amantes del tiempo pretérito.
En mayor o menor medida todas las personas tienen un ídolo o un personaje al que admiren en mayor o menor medida. Una método efectivo para descubrir a quién idolatra una persona sin necesidad de diseccionar al individuo en cuestión es visitar su dormitorio, contemplarlo y sacar las conclusiones pertinentes de los posters que tenga colocados y demás objetos. Aunque siempre queda la posibilidad de preguntar y quedar sorprendido de la respuesta del entrevistado. Si ese entrevistado fuese un servidor, la respuesta a la pregunta ¿quién es tu ídolo? sería clara y concisa, Richard P. Feynman.
Aún no he tenido la oportunidad y el placer de encontrarme con alguien que sepa de la existencia de este peculiar personaje. Y es que a pesar de que lo han tildado de excéntrico, el señor Feynman era de todo menos excéntrico. Fue uno de los físicos más importantes del siglo XX, tanto que trabajó en el Proyecto Manhattan y elaboró la teoría de la Electrodinámica Cuántica, trabajo que le valió un premio Nobel de Física. Todo esto es lo que se espera de un físico, todo muy serio y frío, pero el señor Feynman no era así.
A pesar de tener un Nobel en física, era un virtuoso de los bongos, especializándose en samba, estilo que aprendió con mucha dedicación y práctica en una de sus numerosas estancias en Brasil. También sentía predilección por los bares de «topless», donde alegres señoritas ligeras de ropa proporcionaban según él, un ambiente idóneo para teorizar sobre la física en alguna que otra servilleta de bar. También pintaba cuadros, era un profesor excelente y fue capaz de dejar en ridículo a la mismísima NASA en la televisión con un vaso de agua con hielo.
No hablo de ninguna novedad si digo que Internet ha cambiado en gran forma la vida de millones de personas. Lo que antes suponía una larga tarea y continuación de actividades que la misma persona debía realizar, ahora está al alcance de un clic. Todo, desde la compra de un billete de avión hasta la consulta de diversos temas de interés, pasa por la red de redes en la actualidad. Supone una gran serie de bondades para el usuario, producto de lo cual, no conocer su uso supone estar “desconectado” con el resto del mundo. Generalmente se supone que Internet solamente proporciona características favorables y facilidades varias a quienes estén dispuestos a integrarlo en la vida diaria, pero pocas son las veces en donde se le intenta encontrar defectos a este fenómeno; muchas menos, las críticas que se fundamentan de alguna manera. En la publicación número 1806, correspondiente a la primera semana de agosto de 2011, de la revista Noticias de la semana (publicación argentina), tuve la oportunidad de leer un informe bien fundamentado sobre uno de los riesgos que puede suponer la incorporación de Internet en la vida diaria de las personas: sin caer en la paranoia, y fundamentado sobre un estudio científico, este artículo me ha despertado deseos de compartir con ustedes, tanto información como reflexiones personales, sobre un tema que debería hacernos pensar a todos: ¿Qué incidencia tiene Internet en las funciones cerebrales, mas precisamente, en la memoria?
El mundo del cómic, como también pasa con el de la literatura, es fuente constante de inspiración para diversas actividades como el cine, los videojuegos y el coleccionismo, por poner algunos ejemplos. Generalmente, conocemos de antemano el personaje protagonista de un comic a la hora de ver una película basada en él o un videojuego en el que sea partícipe. Cuando salió a la luz el film Spiderman protagonizado por Tobey Maguire, todo el mundo conocía ya al personaje, producto del éxito que supuso la historieta del querido Stan Lee. Cuando Batman incursionó hace poco en el mundo de los videojuegos, de la mano de Arkham Asylum, no hacían falta muchas palabras de presentación, pues ya todo el mundo conoce al encapotado. No es el caso que les voy a narrar, pues tuve la suerte de descubrir todo un universo gracias a una simple consulta a un foro, cuyo tema principal era recomendar beat´em up de la pasada generación. Entre muchos títulos de calidad que tuve la oportunidad de probar, uno llamó poderosamente mi atención, pues si bien se trataba de un juego orientado a la jugabilidad clásica, el diseño de ciertos personajes y el arte de algunas de sus imágenes me hacía recordar muchísimo al cómic norteamericano. Decidido a investigar, me encuentro con que el juego en cuestión en realidad está inspirado en un cómic de gran calidad, que disfruté de principio a fin en su formato digital. Permítanme introducirlos al mundo de la Estrella Roja. Permítanme hablarles en este post sobre The Red Star, tanto en su versión de novela gráfica como en su experiencia virtual.
Es normal que las consolas bajen de precio, una ley de vida inexorable en esto de los videojuegos, pero que tiene ritmos muy diferentes dependiendo casi siempre del éxito de la consola. Como ejemplos recientes recordemos por ejemplo a la Wii, que se tiró varios años casi con el mismo precio y sin dejar de vender; o por el contrario a la PSP Go!, que desde muy pronto empezó a entrar en una vorágine de rebajas, promociones y ofertas que llevó a que casi la regalaran al comprarse un juego, y todo ello porque fue un notable fracaso.
Por eso no deja de sorprender la bajada recientemente anunciada para el precio de 3DS, que según parece afectará a todos los mercados, y lo hará muy pronto, así que si os la ibais a comprar, esperad un poquito, que os valdrá la pena. Además, no se trata de una «rebajita», sino que el descenso es enorme. En Japón pasará de los 25.000 yenes a los 15.000, mientras que en Estados Unidos pasará de 250 dólares a 170 (que probablemente serán los euros que valga en Europa, aunque esto último no ha sido confirmado).
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