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Todos nos hemos pegado una viciada intensiva de horas alguna vez en nuestra vida (incluso varias veces), y las disfrutamos como niños. Se ha demostrado que los videojuegos pueden influir positivamente en ciertos aspectos, como mejorar la capacidad de resolución, fomentar el trabajo en equipo, la agudeza visual, la concentración, la originalidad o la coordinación, entre otros.

Pero hoy nos vamos a centrar en uno de los aspectos negativos: las “enfermedades” que se derivan del uso intensivo de videojuegos, dividiéndolas en dos partes, las que, digamos, son catalogadas como “oficiales” y las que no. Leer más