Star Trek (de J.J. Abrams) [Crítica]
Ahora que, con motivo de la campaña navideña, está a punto de hacer su aparición en DVD y blu-ray el último filme de una de las sagas galácticas más populares de todos los tiempos junto a Star Wars, creo que es un buen momento para comentar lo que ha supuesto su -triunfal- regreso al cine. Al fin y al cabo, probablemente más de un lector dejara pasar en su momento la oportunidad de ver esta película pantalla grande; decisión seguramente motivada por un equívoco e injusto prejuicio a una entrega que, por méritos propios, se distancia del resto.
Nunca he sido ‘trekkie’. Quiero decir, aficionado a la serie Star Trek. Nunca me han interesado especialmente las aventuras del capitán Kirk -o de Picard, depende de a qué generación nos refiramos- y sus acólitos. No. De hecho, podría decirse que mi único contacto directo con la serie -salvo el accidental visionado de alguna que otra película- fue la novela «Zona de Conflicto», que leí exclusivamente por Peter David, su escritor. Lo que quiero decir es que dejé todo ello relegado a mi hermano, quien siempre -a diferencia de mí- ha sentido una cariñosa afinidad hacia los ocupantes de la nave Enterprise y las historias que a su alrededor acontecían. Y fue por esa misma razón, el asistir -de reojo- a dichos acontecimientos, que los nombres de McCoy, Spock, Kirk, Uhura, Scotty o Sulu; u otros términos más abruptos como ‘vulcaniano’, ‘romulano’ o ‘fáser’, no me son en absoluto desconocidos.
Y a pesar de todo, la última entrega cinematográfica de esta saga -paradójicamente situada en orden cronológico al comienzo de todo- que nos llega de la mano de J.J. Abrams -co-creador de la serie Perdidos-, me ha parecido increíblemente divertida y trepidante. Un festival para los sentidos, de espectaculares efectos especiales, emocionante desarrollo y divertidos momentos -como el primer encuentro de Kirk con McCoy-. Una película que, homenajeando la clásica serie de los 60 -con, por ejemplo, la aparición de Leonard Nimoy en el papel de un anciano Spock-, acaba sin quererlo homejeandose a sí misma. Tiene mérito.
Para los que estén perdidos, comentaré que Star Trek es el nombre de una franquicia de ciencia ficción creada por Gene Roddeneberry allá por los años 60, y compuesta de múltiples series de televisión, películas, novelas y hasta videojuegos. Es, sin lugar a dudas, un fenómeno de culto con millones de seguidores en todo el mundo. Quizá por ese motivo, el señor Abrams, quien recientemente confesaba que tampoco es ‘trekkie’, haya puesto tanto mimo en esta nueva película capaz, sin lugar a dudas, de satisfacer a propios y extraños. Una revisión de los carismáticos personajes de la primera generación, con -segura- intención de llegar a los jóvenes y no tan jóvenes. O cómo hacer nuevo lo viejo, y quedar bien en el intento.
¿Hacía falta una revisión? Para nada. ¿Se agradece? Sin duda.
Artículo originalmente publicado en el blog Vidas en Celuloide.
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