Rome: Total War
Una de romanos
Raro es encontrar un amante de la historia, especialmente en su vertiente más bélica, que no se vea fascinado por la historia del Imperio Romano; un imperio cuyo sustento era una sociedad civilizada y contradictoria a partes iguales. Un imperio que respetaba dogmáticamente al Ciudadano Romano y valoraba la erudición y el honor en la misma medida en la que apreciaba la sangre vertida sobre la arena del Coliseo o la esclavitud, entre otras.
Una de las claves de la hegemonía romana fue su ejército profesional. Lejos de las costumbres de sus vecinos -los en ocasiones mal llamados «bárbaros»- el ejército romano se sustentaba mediante una firme estructura. Una maquinaria bien engrasada y aún mejor equipada, que arrasaba con las hordas enemigas de manera meticulosa. Ni la ingente cantidad de enemigos ni su fiereza (y de ambos aspectos andaban sobrados sus convecinos) impidió el florecimiento de un Imperio que en última instancia cayó, aunque por causas en buena parte ajenas a su poderío militar.
De todos modos, corre el año 270 antes de Cristo, y este declive está a unos cuantos siglos vista. De hecho, Roma es aún una república, y la grandeza del futuro imperio depende de nosotros; ahora, como líderes de una acaudalada familia romana, nuestros ojos se posan sobre tierras bárbaras por conquistar. ¡Por la gloria de Roma!
A las armas
Rome: Total War es un juego de estrategia en tiempo real. Enormes ejércitos se enfrentan en unos kilométricos campos de batalla, salpicados de accidentes geográficos, colinas, bosques o interminables desiertos, entre otros. A diferencia de otros conocidísimos juegos como Age of Empires II, aquí se reclutan unidades completas en lugar de soldados individuales. Así pues, como comandantes dirigimos nuestro ejército por regimientos que podemos mover individualmente y en grupos, rotar o dirigir a nuestro antojo.
Y es que en Rome: Total War encontramos una propuesta seria, sobria, aunque no por ello menos divertida. No hay superguerreros ni héroes individuales; prevalece el más organizado, el más disciplinado y el que juega mejor sus cartas, ya sea aprovechando el terreno, emboscando o jugando con el número o la calidad de nuestras tropas. El espíritu de las batallas es de corte marcadamente realista -salvando las distancias, por supuesto- por lo cual se vuelve esencial optimizar cada movimiento de cara a alzarnos con la victoria.
Cuestiones como el cansancio de las tropas, la formación, el equipamiento o la moral son cruciales en cada una de las batallas que libramos. Sin ir más lejos, la línea entre la masacre de tus soldados o la victoria más limpia puede ser, por ejemplo, el aguantar o no una carga de caballería con nuestros legionarios; y es que no es lo mismo hacerse fuerte tras los escudos y encajar un ataque frontal, que recibir la carga por el flanco o la retaguardia. Este y otros mil aspectos más influyen en el que a la postre es el corazón de los Total War: la moral.
Grita “¡devastación!” y suelta a los perros de la guerra
En Rome: Total War es bastante infrecuente que el fin de una batalla llegue con la muerte del último soldado de uno de los bandos. Antes de que esto ocurra, el ejército derrotado suele desbandarse y poner pies en polvorosa, quedando en manos del enemigo la decisión de permitir la huida o perseguirlos con el cuchillo entre los dientes. Si estás sonriendo maliciosamente tras leer estas líneas, cambia momentáneamente los roles e imagina ahora a tu ejército, en superioridad numérica, corriendo a tontas y locas mientras son sistemáticamente eliminados por inofensivos hostigadores o caballería ligera. Ése es el valor de mantener las filas formadas.
Por otro lado, cada tropa tiene unos determinados valores de ataque, defensa, movimiento y la citada moral, que hace las veces de “resistencia emocional”. Cuando se produce el choque y dependiendo de la situación a gran escala de la batalla, nuestros hombres responderán de muy distinta forma según estos parámetros.
Y es que en el caso de los indisciplinados mercenarios bárbaros, estos huirán irremisiblemente tras las primeras complicaciones. Del mismo modo, una disciplinada cohorte pretoriana puede acabar sin problemas con varias unidades que choquen con ellos de una manera más o menos secuencial. De hecho hay tropas casi completamente dedicadas a minar la moral, como los hostigadores, los temibles fanáticos desnudos (los cuales paradójicamente llevan taparrabos) o los brutales lanzadores de cabezas britanos.
La fortuna favorece a los audaces
Podemos suponer entonces la importancia de la figura del general y los capitanes de nuestro ejército. Las mismas tropas lucharán con más ahínco respaldados por un general curtido. Asimismo, cada general tiene además unas características ligadas a su personalidad, y un séquito que proporciona diversas ventajas (y desventajas) tanto en el campo de batalla como a la hora de dirigir un enclave.
Si el grueso de este programa es el sistema de combate, no se queda atrás el extenso modo de campaña, en el cual dirigimos a nuestro ejército en un mapa al más puro estilo Risk, con desarrollo por turnos. Con buena parte de Europa, Asia y África por conquistar, le gestión de las ciudades y construcción de edificios copará nuestra atención tanto como esos ejércitos que se interponen en nuestro camino. Y si la gestión o el campo de batalla se hacen pesados, siempre podremos poner estos aspectos bajo el control de la IA, o simular el combate de forma rápida.
Brillante cual hoja de Gladius
Sin duda uno de los mayores valores de este gran juego es su intachable factura técnica. El juego luce francamente bien, y la ingente cantidad de soldados se mueven con fluidez sobre los enormes parajes, las murallas o una considerable variedad de escenarios distintos, que van desde pequeñas aldeas norteñas hasta las espléndidas pirámides egipcias; cada soldado de nuestro fastuoso ejército cuenta con un buen nivel de detalle, y en conjunto, conforman un grupo sólido y convincente.
Por si fuera poco, nos acompaña una música con composiciones vocales en latín, que nos meten de lleno en el escenario en el que caen nuestros enemigos. La obra de Jeff Van Dyck también hace uso de las típicas marchas bélicas que destacan por su calidad y excelente producción, además de ajustarse como un guante al espíritu de este programa. Por otro lado, nuestros generales y consejeros cuentan también con un más que aceptable doblaje al castellano, prácticamente a la misma altura que la versión original inglesa. Absolutamente todos los textos de esta brutal enciclopedia bélica también están en castellano.
Y ojo, que aún si queremos ampliar la experiencia Total War, no tenemos más que acudir a uno de los espectaculares mods que la comunidad se ha ido currando a lo largo de todos estos años. Entre todos ellos, a título personal señalo como elección obligada el sublime Europa Barbarorum. Semejante lección gratuita de historia no se puede dejar pasar, y menos aún su adictivo modo de campaña para un jugador, con mapas actualizados y unidades detalladas hasta la extenuación. La manera más entretenida de introducirse en la historia del Imperio Romano que ha llegado a mis manos, sin atisbo de duda.
Nemo iudex sine actore
Demasiado he soltado ya, solo te queda probarlo en caso de no haberlo hecho aún. Te espera un abrumador juegazo de estrategia, adictivo, profundo, épico. Te espera una lección de historia y todo un imperio por conquistar. ¿Te lo vas a perder?
Ficha técnica
De: The Creative Assembly (serie Total War, Stormrise)
Lanzamiento: 2004
Distribuye: Sega
Género: Estrategia en tiempo real/por turnos
Localización: Completamente en castellano
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