Partidas Navideñas
Hola, soy el fantasma de las navidades pasadas. Ven, te invito a que recorras conmigo navidades pretéritas, navidades lejanas llenas de ilusión y diversión en las que disfrutabas de unas bien merecidas vacaciones (a veces no tan merecidas) y de tus últimas adquisiciones videojueguiles, lo último de lo último, las novedades navideñas más deseadas durante el resto del año, con las que gozabas al calor de la chimenea y un buen tazón de chocolate humeante. Todo, claro está, por cortesía de Santa Claus o los Reyes Magos.

Sí señor, cada navidad las compañías de videojuegos hacen su agosto, junto a los juguetes, los perfumes, y demás cacharros electrónicos, los videojuegos son los más deseados por niños y mayores. Por eso, no es de extrañar que la mayoría de estrenos se produzcan entre los meses de noviembre y diciembre, aprovechando la coyuntura para sacar la máxima rentabilidad. Estos últimos años los reyes navideños han sido Wii y Ds en cuanto a consolas, objetos que hacían las delicias de toda la familia. Pero antaño los videojuegos eran terreno vedado para los pequeños de la casa, de hecho se consideraban juguetes. En esos tiempos adquirir un videojuego por un niño era casi imposible, dado que no teníamos mucho capital que digamos, por tanto una de nuestras pocas vías para conseguir juegos eran los cumpleaños, romper la hucha y sobre todo, las navidades (este es uno de los motivos por los que conseguíamos solo dos o tres juegos al año, y por consiguiente los explotábamos hasta la saciedad, pero esto es harina de otro costal). La cosa es que un buen día les dijimos a los Reyes Magos en nuestra carta que ya no queríamos más juguetes, y nos centramos en los videojuegos.
Pero ven, ven, viajemos en el tiempo.
Seis de Enero de 1992 (por poner un año), ocho en punto de la mañana, aunque bajo las sábanas de tu cama se está muy calentito fuera hace un frío que pela, y los primeros rayos de sol se cuelan entre la persiana de tu ventana, abres los ojos y durante unos segundos estás aletargado. De repente reaccionas y eres consciente que es ¡¡¡EL DÍA DE REYES!!! Das un salto de la cama y sales corriendo hasta el salón, durante el trayecto olvidas el frío que hace, las babuchas y el Colacao. Allí te encuentras una imagen esperada durante todo un año, el árbol de navidad te espera majestuoso rodeado de un montón de regalos. Entre todos esos paquetes pomposos buscas uno en especial, uno rectangular y achatado. Mientras pones patas arribas el resto de regalos aparecen tus padres y tus hermanos, pero los obvias totalmente, porque has encontrado el ansiado tesoro, le quitas la envoltura sin ninguna compasión, y ahí está, por fin, en tus manos se encuentra el juego del que tantas veces has hablado con tus amigos, el que tantos halagos se llevó en Hobby Consolas, el que tanto le pediste a los Reyes Magos, ahí está, presto y dispuesto para ser quemado por tu consola.

Esta estampa se repetía cada año en miles de hogares. En mi caso no sería menos, uno de los primeros juegos navideños que recuerdo fue Sonic Chaos de Master System, un juego un tanto decepcionante que te pasabas en media hora, cuyo fiasco solo calmaba ver a Tails revolando en la pantalla mi televisor de tubo.
La decepción que me llevé yo con este juego solo era equiparable a la decepción que se llevaron años más tarde (1998) miles de jugones de habla castellana cuando vieron que finalmente el juego más esperado e “hipeado” durante años aparecía definitivamente en inglés, ni más ni menos que un tal Ocarina of Time. Afortunadamente fue la última jugarreta lingüística que nos hizo Nintendo, después de eso se pusieron las pilas con lo del idioma.
Irónicamente esas Navidades yo disfrutaba no solo de un juego, si no de toda una consola de moda, Playstation. Porque ojo, esa era otra, nos considerábamos unos afortunados cuando nos caía un maravilloso videojuego por Navidad, pero cuando los Reyes Magos se dignaban a traerte una señora consola tú sentías que te había tocado el Gordo, y nadie podía superarte en felicidad en ese momento.
Volviendo al tema de antes, aquellas navidades se plantó en mi casa una consola gris acompañada por Fifa 99 (con aquella jugabilidad tan “benjioliveriana”), un clásico que siempre vuelve a casa por Navidad; y un escalofriante Resident Evil 2, que aunque salió unos meses antes hizo una buena caja en navidad, yo al menos siempre lo consideraré un juego navideño. Nunca olvidaré la cara de mi padre cuando vio aquella orgía de sangre…
Aquel año no fui tonto y le escribí la carta a Papá Noel, que llegaba el 25 de Diciembre y teníamos el resto de las fiestas para disfrutar de nuestros lúdicos regalos. Porque aunque nuestros padres nos habían inculcado la tradición de esperar pacientemente a sus majestades de oriente, no podíamos obviar los cantos de sirena que nos llegaban de regiones anglosajonas, y veíamos a aquel orondo barbudo de rojo como un aliado que se adelantaba a la competencia casi dos semanas. Desde entonces nos aprendimos bien la lección, lección que a día de hoy no hemos olvidado.
Años antes había llegado a mi casa por navidad un maravilloso pack compuesto por una clásica de aquellas fechas, Gameboy, que venía acompañada por un amarillento cartucho, ni más ni menos que Donkey Kong Land. Con este juego descubrí que Gameboy podía generar unos gráficos sorprendentes, eso sí, a costa de una visión algo escasa para aquella pequeña pantalla con 4 niveles de verdes que me obligaba a recurrir a una potente fuente de luz. Aquel día hasta mi madre jugo a una Gameboy, y mi hermana recuerda aquel juego por ser el único que llegó a terminarse en su vida.
Claro, que años más tarde, en las navidades de 1999, vi con recelo como mi hermano jugaba con unos pequeños bichos llamados Pokemon en mi preciada Gameboy, por aquel entonces yo ya había disfrutado de obras magnas de los RPG como Final Fantasy VII (que por cierto, también se lo debo a mis amigos Melchor, Gaspar y Baltasar), y pensaba que no lo tocaría ni con un palo, hasta que lo toqué y me gustó (maldita sea la hora…). Pero claro, quién me iba a decir a mí que aquellos repipis bichos que vinieron acompañados de una amalgama de merchandising, con serie animada incluida, me terminarían enganchando. Fueron estas infernales criaturas las que me terminaron atrapando a mi…
Uyy, pero qué veo por aquí, si es el año 94, un gorila (que aún no conocía) venía pegando fuerte a finales de este año. Si, Nintendo le dejó la licencia de Donkey Kong a Rare para crear esta auténtica maravilla, Donkey Kong Country para Super Nintnedo. Aquel año se armó la “Mari Morena” con los graficazos que destilaban las imágenes renderizadas de cada frame de este juego. Pese a que salió en el 94 yo no lo disfruté hasta justo las navidades siguientes, gracias a que a un amigo se le cruzaron los cables y me dejó su fantástica SNES, y así, sin comerlo ni beberlo pude disfrutar de la saga Donkey Kong (versión portátil y sobremesa) en distintas navidades.
Supongo que alguna vez habréis visto las colas que se forman en Japón cada vez que se lanza al mercado un nuevo hardware, pues yo lo pude ver por primera vez en las páginas de Hobby Consolas de diciembre de 1998, con el lanzamiento de Dreamcast por aquellas fechas. Todos mirábamos con envidia como, para variar, los japos disfrutaban de aquella máquina casi un año antes que nosotros. Quién podía augurar que Dreamcast y Sega terminarían como terminaron…
En fin, este viaje por el pasado se está acabando, pero antes quiero agradecerles una cosa a los Reyes de Oriente. Aquellas navidades de 1990, en las que os escribí la carta a los reyes que acompañaba el catálogo de juguetes del Corte Inglés de aquel año, y os pedí aquella flamante Mega Drive que acababa de llegar a estas tierras. Cuál fue mi sorpresa cuando llegó el día 6 de enero, y al abrir el paquete me encontré una Master System II. Aunque en un primer momento me llevé una pequeña desilusión, después pude disfrutar de infinidad de horas de diversión durante años. Se ve que por aquel año también andabais en crisis. Gracias, no eché de menos la consola de 16 bits en ningún momento. Bueno, al menos hasta que la probé en casa de mi vecino…
De vuelta al presente, las estrellas de estas navidades probablemente sean Skyword Sword, Uncharted 3, Super Mario 3D Land, Fifa 12, Sonic Generation, etc. Viendo los nombres de los títulos actuales parece que la cosa no ha cambiado mucho con respecto a nuestra infancia. Y probablemente el 6 de enero los Reyes Magos vuelvan a acodarse de nosotros, pero a quién vamos a engañar. Probablemente ese día no nos levantaremos a las ocho de la mañana, ni saldremos corriendo de la cama, ni habrá Colacao, porque probablemente seamos nosotros los que nos hayamos olvidado de los Reyes Magos.
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