Naranja y los compromisos de permanencia «a su manera»
Esta es una de esas historias sobre las malas prácticas de ciertas compañías que todos conocemos y que, por su originalidad, he querido comentar en el blog. No se trata de un caso más de facturas fantasmas o altas involuntarias, ya que no merecería la pena escribir una entrada porque a través de una simple búsqueda en Google podemos encontrarnos con cientos de casos. Este relato trata acerca de la arbitrariedad que tienen estas empresas a la hora de interpretar los contratos, normalmente sin aviso y siempre en contra de los intereses del cliente.
En enero del año 2010 me dispuse a cambiar de compañía de móvil y recibí una contraoferta de mi compañía actual, una con nombre de color y de fruta que, para evitar problemas legales, llamaré «Naranja«. Me ofreció un nuevo teléfono y descuentos en las próximas facturas, y acepté firmando un compromiso de permanencia de 18 meses. El terminal lo recibí un par de semanas después, tras pago al mensajero de unos 90€ (los móviles que me daban gratis no me convencían) y ahí empezó mi calvario.
Resulta que la característica principal de mi nuevo móvil (un Nokia N86) era su cámara de 8MP, pero el teléfono que me enviaron estaba estropeado y no sacaba fotos, así que llamé al número de atención al cliente de Naranja para que lo cambiasen por uno que funcionase. Tras una interminable espera escuchando música repetitiva, publicidad y una voz robótica por fin logré hablar con un agente que me dijo que no me preocupase, que pronto me cambiarían el terminal estropeado por uno nuevo. Mentía.
Pasaban los días sin que tuviese noticias de mi nuevo teléfono, así que de vez en cuando llamaba para ver cómo iba la gestión. Tras interminables esperas los operadores me aseguraban que, aunque el terminal no se encontraba en stock, se repondría mañana, y si llamaba un viernes, que se repondría el lunes. Y así pasaron los días, las semanas y los meses hasta que por fin en marzo recibí un teléfono que sí funcionaba.
Hasta esta tarde pensaba que el problema con Naranja había quedado ahí, en unos incómodos retrasos por parte de su tienda y en unas charlas interminables con los operadores, pero no. A pesar de que acepté su contraoferta en enero del 2010 y pagué ese mismo mes los 90€ del terminal, ellos empezaron a contabilizar mi permanencia en marzo, cuando me enviaron por fin el segundo teléfono. Por lo tanto, mi compromiso, lo han alargado unilateralmente de forma artificial casi tres meses por culpa de su servicio post-venta deficiente, incapaz de cambiar un terminal estropeado en un plazo razonable.
Las prácticas de compañías como «Naranja» nunca dejarán de sorprenderme. Han transformado un problema de stock suyo en tres meses adicionales de permanencia míos que, al fin y al cabo, es dinero.
Deja tu huella
Crea tu avatar