Las monarquías y la imagen del Rey
Entendemos por Monarquía a la forma de gobierno en la cual el ejercicio del poder está estrictamente determinado por una sola persona, el rey, o monarca.La imagen de este como figura del poder está fuertemente arraigada en la mente colectiva. Tanto es así, que muchas frases beben de tremenda muestra de poder para demostrar supremacía y control sobre determinadas situaciones (por ejemplo, ser el «rey» de los videojuegos). Las monarquías gozan de largos periodos históricos reseñables, erigidas en la punta de la pirámide social, por lo que muchas veces son argumento serio para la creación de personajes en los videojuegos. Tanto si hablamos de reyes despóticos como de benevolentes monarcas, podemos encontrar numerosas reseñas en los videojuegos sobre el comportamiento de estos representantes del poder. Repasemos juntos algunos ejemplos que demuestran las características de los monarcas videojueguiles, para darnos cuenta de que nada está inspirado en el azar dentro del mundo de las consolas. Más todavía, si hablamos de reyes.
Bowser (Saga de juegos Super Mario)
La imagen de Bowser, villano por excelencia de la saga de juegos de los hermanos Mario, no es sino la imagen de un rey malévolo, cruel, carente de sentimientos, cuyo único objetivo es erigirse en dominador absoluto del Reino de las Setas. En un principio no se profundizó demasiado en sus actitudes como rey, más que nada por los impedimentos propios de las consolas en las que inicialmente hizo aparición (hablando de NES) y además, porque, al tratarse de un juego de plataformas, no interesaba mucho la profundización del argumento y de los personajes involucrados. Más allá de este atenuante, la cantidad de hordas de enemigos y su cruenta guerra nos dan la pauta de que se trata de un rey totalmente despótico, carente del sentido de la compasión y sin el menor de los escrúpulos. Tanto es así, que con tal de lograr su objetivo, en Super Mario Bros. (1985), pondrá en cautiverio a Peach, mandará a sus esbirros a disfrazarse con su figura ocho veces (las correspondientes al final de cada mundo) sin importar el nefasto destino que les cabría, y otras tantas aberraciones de las que fuimos testigos en este fantástico juego. Tampoco es prestado a las alianzas o a la misericordia, ya que en el juego Super Mario Bros. 3 (1988) convertirá a los reyes de los reinos que conquista en enemigos a batir dentro del juego. Sus objetivos también llegan a los seres más indefensos, como queda impreso en Super Mario World (1990), en donde secuestra a indefensos nativos Yoshis, obligándolos a quedar atrapados en huevos. La principal cara de sus maniobras malvadas, a pesar de haberla realizado en anteriores entregas, se ve en Super Mario 64 (1996) cuando se introduce en el castillo de Peach y la secuestra, junto a toda su corte, poniendo como impedimento para su rescate la recolección de estrellas (las Power Stars) para destrabar los niveles. Una táctica cobarde como pocas. Además, el principio de traspaso de poder en generaciones queda bien graficado, pues en buena cantidad de los juegos de Mario hace aparición su hijo, Bowser Junior, que a pesar de no poseer plena facultad de poderes sobre sus subordinados, hace uso de las mismas tácticas que su padre.
Sin duda, el uso de la imagen de monarca malvado encaja a la perfección como villano del bueno de Mario. Nada de escrúpulos, dueño de un ejército enorme, de tácticas malvadas y cobardes, todo un ejemplo del rey que nadie desea ser.
Rey Trode (Dragon Quest 8: Journey of the Cursed King)
Los estereotipos de rey cruel y malvado se dejan de lado a la hora de hablar de este simpático personaje. Víctimas de una maldición, él y su hija Medea emprenden el viaje (junto a nuestro Heroe, Yangus y Angelo) en busca de Dhoulmagus, el responsable de una cruenta maldición que lo convirtió a él en ogro (con rasgos de sapo, cabe aclarar) y a su hija en yegua, ademas de destruir su reino. Para colmo de males, el villano ha robado un cetro maldito, con el que está haciendo de sus fechorías. Muchas de las costumbres de los reyes medievales “reales” se ven en este personaje. Para empezar, la princesa Medea está comprometida de antemano con el príncipe del reino de Argonia, el Principe Fatuo, un cobarde y detestable personaje. El objetivo, como el de todo casamiento entre miembros de la realeza, es el de forjar alianzas más fuertes entre los dos reinos, aún a costas de que Medea se encuentre enamorada del Heroe irremediablemente. Toda una costumbre de los monarcas, que podemos encontrar en numerosas reseñas históricas reales. No cumple con el estereotipo de rey malvado, ya que su reino se encuentra sumido en una maldición, lo cual nos muestra el lado más humano de Trode. Tristeza, melancolía, desconsuelo, son las sensaciones que este rey desprende al ver el nefasto destino de su pueblo, por lo que nos hacemos la idea de “rey bueno”, que hará todo para recuperar el otrora esplendor de su castillo y sus súbditos (y el de la propia familia). Aún así, muchas de las costumbres propias de un rey hecho y derecho son vistas en el juego. No para de dar órdenes, al ser nosotros subordinados de él, y no tiene muchos problemas en tomar decisiones de dudosa moralidad. Además, lleva una pésima relación con Yangus, del que será motivo de burla, mostrándonos el poco respeto que se le muestra a la figura del rey, una vez que no puede hacer uso real de su poder. A pesar de esto, logra ganarse el afecto y la aprobación de todos, por mostrarnos en todo momento el amor que siente por su hija y por su reino, un afecto incuestionable. Un ejemplo de rey bueno y dispuesto, una buena muestra de lo que un monarca debe hacer en tiempos de necesidad y tragedia.
Rey Raminas y Princesa Ashe (Final Fantasy XII)
El intenso trasfondo político de la duodécima entrega de Final Fantasy nos ponía en la situación de reyes despóticos, damnificados y ávidos en las imágenes de sus monarcas. El caso del Rey Raminas es digno de mención, pues como anteriormente citábamos para el Rey Trode, en este caso también se hará uso de la unión matrimonial entre hijos para establecer alianzas estratégicas. En este caso, Raminas hará que su hija Ashe contraiga matrimonio con el Príncipe Rassler, heredero al trono de Nabudis. Esta alianza tiene como objetivo poner freno a los constantes embates del Impero de Arcadia, que en su carrera militar y expansionista tiene en la mira al reino de Raminas, Dalmasca, y al reino de Rassler, Nabudis. Claro que no todo es el matrimonio, pues en la batalla que tiene lugar luego de este hecho, el rey de Nabudis cae cuando su ciudad es víctima de un potente ataque por parte de Arcadia. De la misma manera, Raminas muere víctima de una conspiración, en la cual cederán el reino en manos del Imperio. La organización de los dos imperios en guerra, tanto Arcadia como Rozaria, no se basa en la organización gubernamental monárquica. En el caso de Arcadia, se habla de “casas” que mantienen el poder, como es el caso de la casa Solidor, que mantuvo el mandato durante cuatro generaciones (y cuyo heredero será el enemigo a batir al final del juego). También es digno de mención, que los reinados de Dalmasca siempre se han basado en teocracias. Más adentrados en la historia, visitaremos ciertos lugares en los cuales debemos hacer valer el derecho de Ashe como gobernante del reino, pero no por sus cualidades hereditarias (ya que se creía que se había suicidado a la muerte de Raminas) sino por voluntad divina. Muestra de otras de las realidades de los monarcas “reales”, los cuales mantenían pleno apoyo de las religiones de turno para basar su poder en la voluntad de los dioses. Claro que el objetivo de Ashe no tiene que ver con motivos oscuros, pues quiere liberar a su pueblo del yugo imperialista. Una historia alucinante, meritoria, que nos muestra cómo manejar la política dentro de un videojuego, más teniendo en cuenta que se tratan de monarquías e imperios integrados en un mismo relato. Aunque la imagen de los reyes no goce del mismo peso argumental que el resto de los personajes, son dignos de mención entre los monarcas videojueguiles.
Rey K. Rool (Saga Donkey Kong)
Se trata del villano natural de Donkey Kong, nuestro querido gorila videojueguil. Aparece en varios de los juegos de Donkey Kong desde su aparición para SNES, Donkey Kong Country (1994) representando al rey de los Kremlings, seres parecidos a los cocodrilos, que K. Rool comanda. Más de una vez en el juego se lo representa como un líder intimidatorio, que trata muy mal a sus secuaces. La mayor razón por la cual lo siguen, es simplemente por tenerle miedo. K. Rool es dueño de una serie de sucias tácticas de combate, que incluyen engaño y cobardía en partes iguales. Aparentemente, su único móvil para hacer sufrir a Donkey Kong, es odiarlo irremediablemente. Nada de lucha de poderes o conquistas. La figura de rey se ensalza en su trato con sus soldados, a los cuales maltrata cuando le fallan. A menudo es retratado como un rey un tanto torpe, ya que se ve envuelto en situaciones cómicas varias producto de su poca peripecia. Aún así, es un rey temible, que hace uso de la fuerza bruta y la amenaza desmedida para mantener bajo yugo a sus seguidores. Una correspondencia a varios monarcas reales, que han hecho de este método uno de los más efectivos para mantener el poder.
Rey Edmund y Principe Cornelius (Odin Sphere)
Se trata de dos personajes humanos, gobernantes del Reino de Titania. Lo que más llama la atención de estos monarcas, nuevamente, es su extraña relación en cuanto a amor se refiere. Cornelius se halla perdidamente enamorado de la Princesa Velvet, del reino de Valentine. El rey Edmund se opone terminantemente a este noviazgo, ya que piensa “casar” a su hijo con una de las hijas de Odin (nunca se especifica si lo pretende con Griselda o Gwendolyn), razón por la cual Cornelius está dispuesto a abandonar su derecho hereditario de erigirse rey. Esto, sumado a otros sucesos, deriva en la transformación de Cornelius en Koopa, producto de una maldición. Ciertamente, los reyes “reales” penaban fuertemente a sus hijos si no se correspondían con los planes del reino, en cuanto a relaciones amorosas se refiere. Otro de los puntos destacables, es la inocente persuasión de la que es víctima Edmund, por parte de uno de los miembros de su corte, que lo único que quieren es causar destrucción en su reino. Posteriormente, Cornelius (convertido en el Príncipe Koopa) Sería el encargado de liberar al reino y a su padre de las garras del dragón Belial, a órdenes del mago de la corte Urzer, el que mayor influencia tenía en el rey. Esta situación también es aplicable a los monarcas históricos, ya que muchas veces no son más que marionetas de gente sin escrúpulos, que maneja los destinos del reino a su antojo.
Muchas de las características de estos “monarcas videojueguiles” tienen su correspondencia con reyes que vivieron en Medioevo Europeo, entre otros, en los cuales se inspiran indirectamente. Basta con agarrar un buen libro de Historia, para dar cuenta de ello. La figura de los reyes en los videojuegos ha sido un recurso poderoso a la hora de encarar una historia, ya sea por su uso del poder, por su neta imagen de enemigo o por las sensaciones que pueden desprender sus reinos. Tanto en juegos directamente emparentados con el Medioevo, como en aquellos que son meros productos de la fantasía de sus creadores, los reyes son figuras constantemente repetidas en el mundo de las consolas. Tanto es así, que el lector puede recordar numerosos monarcas videojueguiles, o bien comentando sus características reseñables, haciendo recuerdo del cariño o del odio que generan en partes iguales, o bien encontrando analogías en la realidad. Con todo esto, nos daremos cuenta de la importancia de la imagen del monarca en los videojuegos, para bien o para mal. ¡Larga vida a los reyes!
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