La generación ‘Call of Duty’
El ciclo de vida en los videojuegos ha ido cambiando. El número de vidas ya no es importante y por lo tanto, ¿a quién le importa que el jugador se cure? Han desaparecido botequines, analgésicos, pedazos de pollo y demás objetos que consumíamos para incrementar la salud ya fuera en el Quake, en el Max Payne o en el Golden Axe.
La popularización de los videojuegos se ha llevado en parte ese anhelo por no morir, por intentar utilizar el mínimo número de continúes, en definitiva ese afán de superación que caracterizaba a los jugadores de antaño (y a los que ahora se atrevan con títulos como el Super Meat Boy).
Pero este problema no es algo que sólo afecte a los videojuegos de las nuevas generaciones. ¿Quién no se acuerda de tener sólo una moneda de 5 duros y tener que elegir dentro del recreativo la máquina en la que gastarla? En esos momentos siempre aparecía un dilema en la cabeza del jugador, si merecía la pena jugar más tiempo en un juego conocido u optar por meter la moneda en una máquina nueva en la que posiblemente se muriese rápido -yo siempre elegía la primera opción-. Quizás el MAME corra los juegos pixel perfect, y tal vez uno pueda disponer de un mando X-Arcade para disfrutar los juegos a tope, pero la emoción por no morir no es la misma desde el momento en el que no se pierden esos 5 duros.
Gracias a Juan Suárez por la viñeta.
Vía: Tricky Trapper Camp
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