Full Throttle
La historia de un tío nada ejemplar
La historia. Así, a secas. ¿Os acordáis de la última vez que os terminásteis un juego con la sensación de haber disfrutado de algo que merecía la pena contar? Evidentemente también hoy encontramos poquitas pero honrosas excepciones, más allá del destruye aquello para salvar esto. A veces incluso más allá del prota superpoderoso, de pureza casi beata, o por el contrario del estereotipo (igualmente manido) del héroe duro e imparable.
En este caso hay una historia que contar, narrada a base de voces roncas por el alcohol y el polvo de carreteras desiertas. Desprendiendo humor en la misma medida que un discurso ácido y crítico. Con el espíritu amargo a la par de jocoso del que se juega mucho y espera poco, ya saben. Nuestra moto, un vil asesinato y todo un cartel de particularísimos personajes harán el resto.
El crimen de la Corley Motors
Full Throttle no deja de ser una aventura gráfica que cumple con las premisas básicas del point & click. Movernos, examinar e interactuar con objetos y personajes es tan sencillo como señalar y hacer click con los botones del ratón. Sumando un escueto inventario y nuestro ingenio, ya tenemos todas las herramientas necesarias para superar esta aventura como debe ser, a lomos de nuestra moto.
En principio este juego puede carecer del rebosante sentido del humor de alguno de los Monkey Island o de los numerosos diálogos de un Broken Sword, pero se compensa con creces gracias al sublime apartado gráfico y a ese toque especial que le supieron imprimir los capaces tíos de LucasArts. Tanto los entornos como los personajes calan hondo en el jugador, especialmente la humanidad de la que hacen gala los citados protagonistas, y eso que jugamos a un programa con una estética descaradamente cartoon. A ello contribuye en una medida importantísima el perfecto trabajo de doblaje (desgraciadamente sólo al inglés).
Hablando de un juego que salió a la venta en 1995, estamos ante un apartado gráfico espectacular. El sistema SCUMM se deja notar a poco que uno le dedique tiempo a algunas de las obras maestras de LucasArts, por lo que la apariencia de los cuadros ingame no es muy distinto de la de juegazos como Sam & Max: Hit the Road o Day of the Tentacle. Esto no es en absoluto un problema, ya que cada plano ofrece un sinfín de matices y una calidad excepcional, que evidencia aún más el concienzudo trabajo de dirección artística y dibujado. No en vano el diseño corrió a cargo de un auténtico maestro como es Tim Schaffer, el cual no hace mucho que volvió a coquetear con la estética heavy y chungo-motera con su Brütal Legend. Anda que no me acordé de el colega Ben cuando conocimos al bueno de Eddie Riggs.
Sin embargo, lo más destacado (sobre un conjunto ya de por sí excelente) son las maravillosas animaciones que conectan la trama de principio a fin. Una factura técnica sorprendente en el contexto temporal, desde luego.
No pienso poner mis labios sobre eso
Pero aquí lo que vale es estrujar el seso para dejar que la historia de Full Throttle fluya, y os aseguro que la jugabilidad y línea argumental están concebida para que suceda. Olvidémonos de ñoñerías y falso dramatismo, aquí disfrutamos de una historia que pasa de las cosquillas al palo más duro con la misma naturalidad con la que sucede en la vida misma. Esa sensación es, a mi juicio, de lo mejor de la aventura. El andar haciendo equilibrios entre la seriedad y el humor absurdo incita a seguir desgranando el argumento a base de exploración y experimentación.
Eso sí, la aventura es corta. Y dependiendo de gustos y de la pericia aventurera del jugador, quizá algo facilonga. Evidentemente la resolución de puzzles puede llegar a ser algo aleatoria (como en cualquier aventura gráfica clásica) y algo confusa a veces, si bien no se llega al clímax tipo pollo-con-polea. Para redondear, algunas escenas algo más movidas sobre nuestra moto dan vidilla al juego, y es que, sin entrar en demasiados detalles, atizarle a sucios moteros con una bola de pinchos mientras aceleramos con nuestra Corley tiene su gracia.
Conclusión
A los amantes de la aventura gráfica, no hay ni que decirles nada. A los demás, sólo por la ambientación distópica al hilo de Mad Max, merece un tiento, por lo que corre a tu tienda que no será raro que lo veas por dos míseros euros. Si vas en moto, tanto mejor. Joder (escupitajo, arranca la moto).
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