Final Fantasy IX
Para muchos aficionados a la veterana saga Final Fantasy, esta novena entrega que tratamos supone una auténtica vuelta a los orígenes. No en vano el talento detrás de esta colección de obras maestras, Hironobu Sakaguchi, ya declaró que Final Fantasy IX, último de los Final Fantasy numerados que vieron la luz en la PlayStation original, representaba aquello que él había querido transmitir con los primeros pasos de esa “Fantasía Final” que tan lejos ha llegado a la postre.
Así pues encontramos un juego muy fiel a las raíces de la serie, que se aleja de las figuras esbeltas y el aire futurista de Final Fantasy VIII, para adentrarse de lleno en una temática fantástica-medieval plasmada mediante unos personajes más cercanos al estilo super deformed del archiconocido Final Fantasy VII.
Prácticamente hablar de Final Fantasy implica hablar de un mundo gigantesco y variopinto, de una historia densa, rica en matices, y de una metodología lúdica a prueba de bombas. Y afortunadamente esta no es la excepción. Todo comienza con un grupo de mercenarios, Tantalus, planeando el secuestro de princesa de Alexandria. Pero todo se complica cuando la propia princesa Garnet nos pide amablemente que la secuestremos, temerosa del extraño comportamiento de la reina Brahne. En el papel de Yitán (Zidane en la versión en inglés), un avispado mercenario, nos sumergiremos en una trama que se va complicando y enriqueciendo con cada nuevo giro. ¡Y no son pocos!
A nivel jugable la mecánica es de sobra conocida, y coincide punto por punto con casi cualquier juego que podamos clasificar dentro del RPG japonés con combate por turnos. Llevamos un grupo de varios personajes, de los cuales sólo cuatro pueden combatir a la vez. El sistema de acciones Active Time Battle recuerda al del clásico Final Fantasy V de SNES, por ejemplo. En resumidas cuentas, hay una barra de acción que se llena con el tiempo. Cuando se complete, podemos elegir ejecutar una acción, ya sea atacar, defendernos, usar items u otras. Las acciones disponibles varían según el personaje y su naturaleza. Por poner dos ejemplos, el golfo de Yitán puede robar items a los enemigos, mientras que el enigmático mago negro Vivi puede ejecutar distintos hechizos.
También contaremos con un sistema de habilidades bastante flexible, que nos permite adquirir nuevas capacidades según los objetos que tengamos equipados, de manera similar al sistema de clases de otros Final Fantasy anteriores. Eso sí, la clase que nuestros personajes tienen asignada desde el principio, es la que mantendrán a lo largo de toda la aventura. Como es habitual en el género, el uso de items y el saber aprovechar las debilidades de nuestros enemigos es crucial a la hora de ir avanzando en la historia, así como ir subiendo de nivel y mejorando nuestros atributos.
El plantel de personajes jugables no puede presumir por su número, pero todos y cada uno de ellos tienen la capacidad de introducir al jugador en ese mundo que se va descubriendo a golpe de acontecimientos, mientras que el propio juego nos lleva argumentalmente de la mano, de una manera de lo más sutil. Ciertamente ningún Final Fantasy se ha caracterizado por ofrecernos un sistema de elecciones de auténtico peso en la trama. Pero amigos, esto no es Mass Effect, y la gracia del asunto consigue en dejarnos llevar por este magnífico cuento, plagado de emociones. Porque si un servidor tiene que señalar una sola virtud en este juego, sin duda eligiría esa capacidad de emocionar. Vale que la trama esté plagada de los topicazos del género, como el amor velado o la frustración fruto de no conseguir proteger a algo o alguien, pero sólo los que lo han probado pueden experimentar esa emotividad que en vano os intento describir.
Sin ir más lejos, buena parte de la culpa la tiene el artistazo que es Nobuo Uematsu, que supo dotar al juego de un acompañamiento musical que se ajusta como un guante a cada situación, aparte de encajar perfectamente en esa atmóstera Final Fantasy tan reconocible tras unas simples notas. Es influencia que señalábamos también se deja notar en el apartado sonoro, con piezas de corte medieval entremezcladas con cálidas referencias musicales a otros juegos de la franquicia. Un auténtico homenaje a los numerosos fans de la misma, sin lugar a dudas.
En definitiva, en esos magníficos 4 cds hay un hermoso mundo que recorrer, y un sinfín de secretos por descubrir para todos aquellos dispuestos a profundizar lo suficiente. Con unos gráficos pre-renderizados que han envejecido de una manera sublime, aún a día de hoy podemos llegar a sorprendernos con unas espectaculares cinemáticas que pudimos disfrutar hace ya diez años. Y por si fuera poco, contamos con un minijuego en forma de completísimo juego de cartas que nos hará sudar lo suyo para completar la colección. En cualquier caso, te guste o no el JRPG, no puedo más que recomendar el probar esta historia. Si no es por juego, quizás te cautive el propio mundo de Gaia y su particular narrativa…
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