El fantástico mundo de Legaia
Revolver el fondo de la estantería en donde empolvamos los juegos viejos, puede tener grandes beneficios. Cuando estamos totalmente saturados de la política de auto superación de los motores gráficos actuales, de las historias pobres o de nula profundidad argumental, o simplemente queremos dejar de lado la tecnología de vanguardia reinante, el mundo de los videojuegos nos proporciona la oportunidad de volver a conectar una consola vieja y ponernos a rejugar clásicos añejos. Este es el caso que me tocó vivir no hace mucho, de la mano de uno de los videojuegos que más gratos recuerdos me dejó en mi pre adolescencia: Legend Of Legaia.
Esta obra pasó bastante desapercibida por el mundo de las consolas; raramente encontraremos una reseña sobre el juego en Internet o algún análisis de crítica especializada. No se trata de una obra fundamental ni mucho menos, y dudo bastante que un gran número de personas lo conozca. No obstante, deseo recordar este título a manera de post, no necesariamente analizándolo, sino experimentando en cada línea una hermosa sensación: la nostalgia.
Panorama videojueguil
El juego que nos ocupa salió originalmente en Japón en 1998, de la mano de Contrail como desarrolladora, a su vez una subdivisión de Sony Computer Entertainment Inc., en este caso el productor/distribuidor del título, para la consola PlayStation. Tardaría bastante en llegar al territorio PAL, pues llegaría a España en el año 2000. La situación de salida no era la mejor a nivel competencia, pues en ese entonces (mejor dicho, un año después) saldría el amado/repudiado Final Fantasy VIII, generador de hype por doquier y esperanzador de jugadores que querían repetir la experiencia de la anterior entrega. De la misma manera, se vería las caras de frente con otro grande, Xenogears, también en 1998; y aún calaba hondo la magnífica incursión de Black Isle y Bioware en el terreno de los RPG, con lanzamientos como Baldur´s Gate, cuya primera entrega seguiría resonando aún mucho tiempo después de su fecha de publicación. Situación difícil para el RPG que nos compete, pero no por ello atenúa su calidad: no debe cometerse el error de la comparación constante con los títulos citados, aunque de alguna u otra manera compartirían varias características específicas.
El mundo de Legaia
La situación que se nos plantea desde el plano argumental no es ni por asomo lo más original de esa generación: nuevamente, como en otros tantos RPG, deberíamos salvar al mundo. A pesar de caer en este tópico recurrente, se nos plantea un mundo un tanto diferente al que estábamos acostumbrados a ver en juegos del género.
Muestra de ello es el opening del título, uno de los que más grabados me quedaron en la memoria. Rezaba más o menos así: de manera similar al cristianismo, el mundo es creado por un Dios supremo y único, que separa los cielos, la tierra y los mares, y crea a los humanos a imagen y semejanza. Hasta aquí, nada nuevo. La vuelta de tuerca la trae el destino de los humanos en Legaia.
Se nos deja en claro que, debido al espíritu impulsivo de las personas, estuvieron al borde de extinguirse. Producto de esto, Dios les envía una compañía fundamental, para que la vida en su mundo sea más llevadera: los Serú. La relación de necesaria simbiosis experimentada entre humanos y Serús se verá impresa a lo largo de todo el juego. Tanto es así, que el motivo de inicio de las aventuras en Legaia es un extraño suceso que convierte a los Serús en criaturas malvadas, rebelándose contra los humanos, producto de una extraña niebla que los envuelve, de procedencia dudosa. Esto deja nuevamente a los humanos al borde de la extinción, debiendo estos refugiarse en sus ciudades, a la espera de que la situación termine algún día.
Este es el panorama inicial del juego, razón por la cual se nos presenta a los personajes y la mecánica del mismo: para eliminar la niebla que vuelve malditos a los Serús, debemos revivir los Arboles Génesis, capaces de disipar la niebla, distribuidos por toda Legaia; y ayudados de los Ra-Serús, criaturas que no se ven afectadas por la situación y que proporcionan a su portador poderes extraordinarios. Más adentrados en el juego, seremos testigos de un nefasto plan detrás de la niebla: la creación de Serús artificiales.
Legaia se compone de tres continentes (Reino de Drake, Islas Sebucus y Reino de Karisto) lo que nos proporciona un gran mapa de acción: el juego lleva varias horas terminarlo de la mejor manera (en mi caso, más de 80). De todas las experiencias que se dan en el juego, me quedo con el momento en que revivimos los Árboles Génesis; mágico, irrepetible, se nos quedará grabado desde la primera resurrección.
Los protagonistas
Como personaje principal tendremos a Vahn (nombre recurrente dentro del género), un joven cazador que, al mismo tiempo que se nos presenta, está a punto de realizar su primera expedición de caza al territorio exterior de la ciudad amurallada en que vive (Rim Elm). Esa misma noche, la ciudad es atacada por una bestia de enormes proporciones, que rompe la muralla y permite que la niebla ingrese en la ciudad, desatando el pánico en sus pobladores. Es el mismo Vahn el encargado de luchar con las criaturas malditas, al mismo tiempo que la gente se reúne en el Arbol Génesis de la ciudad para rezar por la situación. Es entonces cuando el árbol revive, proporcionando a Vahn un Ra-Serú que le permitirá obtener poderes asombrosos, al mismo tiempo que advierte la situación (puede hablar con el protagonista, a través de la mente) y anuncia el viaje que debe emprender el héroe. Cabe destacar que Vahn no habla durante la partida, excepto contadas ocasiones, tal vez para aumentar la empatía del jugador con el personaje.
Un poco más avanzados en la historia hallaremos a Noa, una chica con actitudes infantiles que ha vivido desde pequeña en las profundidades de una cueva (en el monte Rikuroa), criada por un lobo. Es este el que se encarga de iniciar su periplo, al mismo tiempo que son capaces de salir de la cueva cuando una grieta se abre en la misma (producto de constantes sismos). Pasado un nefasto suceso (en el que conoce a Vahn y muere el lobo que crió a Noa) les es comunicado que en realidad el mismo lobo poseía un Ra-Serú, que le es confiado en adelante a la protagonista y se une al grupo de aventuras. Sin duda, Noa es el personaje más simpático de la partida; su inocencia e ignorancia provocarán más de una vez diálogos irrisorios y desentendimiento con los que nos rodean. Su inmadurez siempre es un soplo de aire fresco en medio de tanta tragedia, al igual que sus inocentes planteos sobre la maldad del mundo y las situaciones que viven los habitantes del «mundo exterior».
A su vez, cuando poseamos los dos integrantes del grupo, nuestro periplo nos dirigirá al Monasterio Biron, sede de monjes espiritistas que nos ayudarán a encontrar el árbol cercano. Para ello el sumo sacerdote designará a Gala para que nos acompañe. Al principio algo escéptico, luego poseerá el Ra-Serú proporcionado por el árbol, que al mismo tiempo hará que mantenga hasta el fin de la aventura una feroz rivalidad con Songi, su “hermano” en el monasterio. Promovido por la envidia y la codicia de poder, este último se convertirá en un villano en el juego. Gala es el típico forduzo y duro del grupo; sin embargo, a lo largo de la aventura, se ablandará bastante, llegando a demostrar una autentica lealtad por sus compañeros y una valentía excepcional.
La ambientación del juego
Legaia, a pesar de no demostrar una gran cuota técnica en su motor gráfico o en sus sonidos, es una de las experiencias mejor ambientadas de PlayStation. Cada ciudad es única, reproducida de manera especial y particular con respecto a las demás. Este aspecto es palpable desde el inicio de la aventura, ya que pasaremos por lugares tan dispares como una ciudad de cazadores pacíficos (Rim Elm), un suntuoso castillo en ruinas (Castillo de Drake) o un monasterio de castos y dedicados monjes en Biron. Cada uno de sus entornos rezuma historias propias y diferentes, tanto en las costumbres de su gente, sus diálogos, como también las estructuras en las que nos movemos. Poseen una diversidad única y muy grande: descubrir cada una de estas ciudades es una experiencia reveladora y al mismo tiempo nos engancha en la historia. Cabe destacar el gran esfuerzo por demostrar un ambiente en decadencia y desesperanza (aunque no post-apocalíptico), producto de la niebla y sus consecuencias.
La música acompaña bastante bien al juego, al igual que los efectos de sonido: claro que no llega a las cotas demostradas por Uematsu, pero cumple con creces su objetivo. Muchas veces la banda sonora (cerca de 40 canciones) ayudará a introducirnos en las situaciones de cada pueblo que visitemos de manera bastante especial. A pesar de no ser un aspecto sobresaliente, varias melodías son bastantes pegadizas y se nos quedarán grabadas con el correr del tiempo.
Sistema de combate y similitudes a otras obras
En cuanto al género, es un RPG puro, por turnos, de corte oriental (es decir, J-RPG). Su estilo gráfico bebe bastante de la estética super deformed imprimida en juegos como Final Fantasy VII, tanto para sus personajes principales como para los NPC´s y enemigos. Mucho de esto se debe a las capacidades técnicas de la consola en cuestión: sin embargo, a pesar de tener puntos álgidos, visualmente no es el más vistoso de esa generación.
En cuanto a su sistema de combate, encontramos similitudes a la vez que elementos reseñables. Al igual que la gran mayoría de RPG´s, los comandos ejecutables durante las batallas son los clásicos Ataque, Magia, Items y Espíritu, este último similar a los “Aplication Points” con los que podremos ejecutar los ataques cuerpo a cuerpo. En este caso, la Magia se verá reemplazada por la utilización de los mismos Serús, capaces de ejecutar ataques especiales una vez que hayamos podido vencerlos y reclutarlos en combate (característica especial de los Ra-Serú). Hay una extensa lista de ellos, algunos importantes durante toda la trama (más que nada los que curan estados alterados o proporcionan curación) o aquellos que sirven en algunos tramos de la historia solamente. Los ataques cuerpo a cuerpo son la verdadera novedad de este juego, pues de la misma forma que en Xenogears, deberemos introducir ciertas combinaciones de botones para realizar ataques especiales, en Legaia denominados “Artes”. Las mismas se introducen con la cruceta y descubrirlas todas es un trabajo costoso, ya que muy pocas podremos aprender de los NPC´s o en libros que encontraremos en las ciudades del juego, haciendo su hallazgo una tarea de prueba-error principalmente. Aún así, este sistema es cómodo e intuitivo, un soplo de aire fresco en el género para ese entonces.
Las misiones secundarias no poseen una gran variedad, al igual que los minijuegos, y el dialogo con los NPC a menudo no aporta a la continuidad de la misión: más bien, en este último aspecto, sirve para adentrarnos cada vez más en el entorno del juego y en sus personajes, denotando el énfasis que pusieron los desarrolladores en este aspecto. A pesar de esto, ofrece cierta cantidad de elementos adicionales para prolongar un poco más la vida útil del juego. En pos de este aspecto, por ejemplo, se agrega un jefe oculto, artes especiales para ejecutar y Serús de ataques más poderosos que reclutar.
De esta manera, recordamos a un RPG especial y atípico. Muchos de los lectores se decantarán por obras más conocidas, de mejor cuota técnica, o por los considerados “obras maestras” de la Playstation. A pesar de esto, Legend Of Legaia supone una historia única, llena de pequeños relatos de sus pobladores, costumbres y situaciones, que nos permite embarcarnos en una aventura un tanto atípica en su desarrollo, pero igualmente apasionante. Es uno de los olvidados de esta generación que tantas alegrías nos dejó, pero no por ello deja de merecer ser rejugado o conocido por los que no tuvieron la oportunidad de probarlo. Si usted pertenece a este último tipo, le sugiero que le dé una oportunidad; la de disfrutar de un buen RPG. Si usted ya lo jugó, tome la Playstation, conéctela nuevamente y adéntrese en el fascinante mundo de Legaia: la experiencia no tiene precio.
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