David y Goliat. O Nintendo y Sony…
Dos filosofías encontradas. Dos maneras de entender los videojuegos antagónicas. Dos brújulas que señalan a diferentes destinos en un mismo barco. Nintendo y su bendita anarquía. Sony y su perfecto engranaje consumista. Cuchicheemos un poco, si os apetece, al calor de una tacita de café, sobre cómo David venció a Goliat. Sobre cómo muy de vez en cuando las utopías alzan los brazos en señal de victoria y gritan «huuuurraaa». Sobre como la Wii y su limitada potencia está derrumbando a Sony con una simple honda y unas piedras, como David hizo con Goliat. A Sony y a Microsoft, pero creo que duele más cuando vienes de un tranquilo y justo reinado y te echan del trono a patadas. Puff. Tiremos por un momento del sedal de la memoria, y como si de una caña de pescar se tratara, hacer que suene el carrete hasta remontarnos al año 2006. Primero quitémonos el sudor de nuestras frentes. ¿Ya?, perfecto… y ahora imaginaros caminando en un centro comercial cercano a vuestro pueblo.
¿Oís el hilo musical de fondo?, ¿Bien? Pues adelante. A vuestra derecha podéis ver una tienda de ropa repleta de gente, junto a ella un McDonald’s con una docena de críos con el morro pringado de ketchup peleándose en una mesa y al lado un Game. La tópica tienda de videojuegos made in Spain. Vale, pues entremos dentro. Estanterías enteras repletas de juegos nos contemplan silenciosamente. En el mostrador un chaval delgado con signos visibles de acné en su rostro y que parece el encargado del local trastea con el ordenador y el código de barras de una caja de cartón.
En un rincón de la tienda hay una flamante Playstation 3 junto a un televisor enorme. El juego que está puesto a modo de reclamo es Motorstorm, el primero, el juego de Evolution Studios, el que nos sitúa en mitad de Monument Valley junto a nubes de polvo y mares de barro. Las salpicaduras más bellas jamás vistas. Aquel que salió junto al lanzamiento oficial de la todopoderosa Playstation 3.
Al otro lado de la sala, una Wii mostrando otro juego de conducción bastante semejante a simple vista, Excite Truck, pero con un marcado abismo gráfico de diferencia respecto a lo que la consola de Sony está mostrando en ese instante. A peor. Y es que pese a ser dos consolas que pertenecen a una misma generación, a una misma era de consumo, parecen dos extrañas resignadas a competir una con otra. Dos hardwares totalmente diferentes en cuerpo y alma que hacen dudarnos de que pertenezcan a la misma época; a un mismo momento. Pero señores, es así…
Motorstorm y Excite Truck. Vehículos salvajes botando cual conejas entre montañas y paredes de roca. No busco el combate barato. No tengo interés en comparar las notas o las reviews de ambos. Lo que me parece fascinante, eso sí, es observar como si mirase dentro de una vieja botella de cristal con un barquito dentro, el rumbo latente de dos compañías, Sony y Nintendo, a través de dos juegos que chocan violentamente en el mismo periodo de tiempo y en lo referente a conceptos e ideología videojueguil. Dos juegos que para mí simbolizan mejor que ningún otro y lo hacen de manera cristalina, las dos filosofías que han tomado como suyas tanto Sony como Nintendo. Esos dos rumbos tan distintos…
Hay que imaginar, y observo una nube de polvo surgiendo de mi chistera (pronuncio un tatatachánnn del mago Tamariz), al niño de unos 12 años, acercándose en pleno trance consumista y bombardeado por las luces y sonidos provenientes del citado centro comercial, a la sección de videojuegos del Game de turno. Dos monitores disponibles. Dos consolas. Dos filosofías separadas por escasos metros.
Por un lado , la PS3, flamante. Brillando tras una cristalera. Con el logo »pleyesteision» grabado a fuego como principal reclamo, como sello de calidad, como sinónimo, no lo olvidemos nos guste o no, de videojuegos (al menos en los últimos 10 años). Lo que Coca-Cola era a los refrescos. El color negro denota seriedad, potencia, tecnología bruta. En el monitor que está justo encima de ella, como decíamos, el Motorstorm, disponible para probarlo un rato.
Las imágenes del juego bombardean las retinas de nuestro chico de 12 años. Motos perfectas, enormes carros de 4×4 avanzando como búfalos, acantilados bañados por el sol, cielos turquesa majestuosos, todo ello envuelto en el barro más elegante jamás visto. Sutileza visual. Poderío tecnológico. Grafismo de élite.
A la derecha, la Wii. Blanca, pura, fresca. Revolucionaria hasta en el diseño. Con un mando enigmático. Mostrando el Excite Truck en otra pantalla. Con sus gráficos mucho más mediocres y resultones. Supuestamente un juego abocado a perder en un enfrentamiento visual, con la maravilla de Sony. Supuestamente…
Lo que me interesa es volver de la mano con vosotros a ese año 2006 e imaginar a ese niño, decidiéndose, mirando al monitor de la derecha y al de la izquierda , en pleno centro comercial, pensando a cuál jugar. Soñando qué consola comprar. Si como dicen, somos animales visuales, el Motorstorm debería tener la batalla ganada. Sony, PS3 y su potencia bruta también. Si lo que le llama más la atención acaba siendo el Wiimote y su enigmático manejo, Nintendo y su filosofía de vida en pos de la pureza que fluye de la mera diversión, habrán calado hondo. Muy muy hondo.
¿Gráficos ultrarrealistas o manejo perfecto? ¿barro en forma de arte o saltos imitando el movimiento de nuestras manos? ¿potencia burra o aromas de NES a través de diversión directa?… y lo más importante: ¿el usuario de a pie, se dejará llevar más por lo que vea, por los fuegos de artificio o por lo que sienta, perciba, más allá de lo visual?…
Esa es la verdadera pelea, la que realmente me interesa. Motorstorm vs. Excite Truck, pero viéndolos como dos simples soldados que defienden en las trincheras distintas ideologías. La filosofía de Sony vs. la de Nintendo. Dejemos definitivamente el año 2006 en nuestro archivador emocional particular y volvamos al 2009. Hoooopp. Ya estamos aquí, en pleno abril, junto a los aromas con los que la primavera lo impregna todo, envolviendo a las grandes ciudades en un precioso papel de celofán repleto de árboles floridos y miles de rosas abiertas de par en par. El viaje astral tenía la intención de recordarnos cómo un marketing tremendamente acertado, cómo una inteligentísima puesta en escena por parte de Nintendo ha logrado lo que parecía imposible…
Derrumbar a Goliat, a Sony, a base de pequeñas piedras. Lograr que lo interior prevalezca frente a lo exterior, es decir que los gráficos cegadores no sean el único referente sobre el que fijar nuestra cartera. No. Que un tipo bajito y barrigón se ligue a Claudia Schiffer dejando en ridículo al Mister Alemania de casi 2 metros de altura y apolínea belleza. Que la jugabilidad, que la esencia más pura de una diversión simplista pero instantánea como el Cola Cao triunfe en lugares tan viciados como una simple tienda de videojuegos de cualquier centro comercial de nuestra cuidad.
Allí donde el consumismo más salvaje no da lugar a romanticismos. Allí donde nuestros ojos nos guían como un perro lazarillo hace con un ciego. Allí donde enormes televisores muestran juegos a modo de cebo para que piquemos una y otra vez mordiendo la gusana del anzuelo. Y es que en ese impracticable terreno, es donde comienzan a labrarse las victorias. Donde empieza la madre de todas las batallas, generación tras generación: esa en la que está en juego la corona con el título de consola más vendida de su época.
Y allí es donde comenzó a fraguarse el milagro. Donde se puso la primera piedra. Donde un juego de conducción gráficamente muy inferior al de la competencia (Excite Truck), y de estilo arcade muy similar, tuvo la mala suerte o los santos cojones (que cada uno lo vea como quiera) de enfrentarse a un alarde visual sin precedentes para aquel año: Motorstorm. Contra todo pronóstico, Excite Truck llegó, vio y venció. Zasss en toda la boca. Ahora sustituyamos Excite Truck por la palabra Wii y seguramente comprenderéis un poco mejor a qué venía el título de este artículo.
No es más que un modesto pero estruendoso aplauso de mi parte hacia Nintendo, por lo bien que ha manejado el marketing, lo bien que ha sabido llevar los tiempos y desenvolverse en una cruda guerra de potencia gráfica, donde parece que lo importante es tenerla mucho más larga y erecta que la competencia, para finalmente mearles en la oreja a todos los rivales. Se puede estar más de acuerdo o menos sobre si el camino elegido por la Wii es el correcto, sobre si no resulta demasiado apolillada en cuanto a gráficos y funciones se refiere, sobre si es la mejor consola o no, pero es la muestra más palpable en este medio del ócio electrónico, de que a veces los milagros (si están bien ideados) pueden ser realidad. De que Nintendo ha manejado los hilos con una insultante habilidad, logrando que un hardware rancio se imponga a base de corazón, frente a otras bestias lúdicas. De que a veces, se crea o no, David puede vencer a Goliat . Con mucho esfuerzo, pero se puede…
Esa era mi pequeña reflexión, mi pequeño paralelismo entre Motorstorm (Sony) y Excite Truck (Nintendo) esperando a que el semáforo se ponga en verde para arrancar. Y curiosamente, por esta vez, el vehículo de menor cilindrada está por delante. Pero muy muy por delante. Y es que, joder, el piloto, por muy veterano que sea, es cojonudo…
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