Cuando el Club Nintendo molaba
En 1989 nació el Club Nintendo para Europa. En plena época dorada de la NES y coincidiendo con el año de lanzamiento de Game Boy, la compañía nipona creaba un servicio muy llamativo en aquel entonces que permitía un trato más cercano con los clientes, y que se convirtió en un recurso que aún hoy despierta nostalgia a los jugadores de la época. Hoy, justo el día que Nintendo ha decidido cerrarlo después de 25 años.
Sí, porque el Club Nintendo se ha mantenido desde entonces, aunque ha pasado por etapas muy diferentes con características muy diferentes. Quizá es cosa de que nos vamos haciendo viejos, pero los que vivimos todas estas estas etapas casi seguro nos quedaremos con la primera, y es difícil no recordarla con cariño, cosa que ahora no es tan habitual. No creo que sea solo el tópico del «cualquier tiempo pasado fue mejor». Por un lado, para su época aquello resultaba algo relativamente innovador, porque no estábamos tan acostumbrados como ahora a «tratar» con la compañía que nos vendía los productos (ahora a veces hasta nos bombardean), y el mero hecho de tener un carnet como el de la imagen ya era un motivo de satisfacción para los chavalines de la época que no tenía precio (En Galicia a principios de los 90 sin un carnet del Club Nintendo y otro del Xabarín Club no molabas). Por otro lado, con el tiempo se fue perdiendo el «carisma» que la idea tenía en su época inicial, y se convirtió en una fría aplicación en la que conseguir algún que otro regalo canjeando puntos, pero no se veían a chavales en el año 2010 diciendo orgullosos que eran socios del Club Nintendo, se había convertido simplemente en un «estar registrado», como en otras tropecientas páginas.
Uno de los alicientes de la época dorada del Club Nintendo era la revista que te enviaban a casa. De periodicidad bimestral y pocas páginas, era un regalo que se apreciaba mucho, coleccionábamos los números y lo ojeábamos una y otra vez para decidir entre esos juegos que acababan de bajar de precio y de los que nos podríamos pedir uno para nuestro cumpleaños, o aprovechábamos esos trucos que nos permitían aprovechar nuestros juegos de diferentes formas. Yo todavía guardo todas y cada una de las mías como oro en paño, y fue una pena el día que dejaron de mandarla en 1995.
Pero aún había otro punto que hacía del Club Nintendo algo muy especial. Antes de la época de Internet, atascarse en un videojuego podía ser una puñeta, porque no era sencillo encontrar una guía y a veces no quedaba otra que intentarlo hasta desistir sin poder obtener ayuda. Pero el Club Nintendo instauró un servicio telefónico al que podíamos llamar para preguntar por problemas que nos habían hecho atascarnos en un juego, que resultaban de especial utilidad para juegos de RPG, que a veces entre el inglés y la complejidad ya no sabíamos qué narices nos tocaba hacer para seguir la historia. Hoy en día puede parecer una memez, pero en aquel entonces lo flipábamos con esa posibilidad, que nos podía salvar más que un videojuego. Todavía recuerdo la sensación de estar al teléfono con el mando en la mano mientras una operadora me guiaba por algún terrible laberinto.
Pero el tiempo hizo desaparecer también este servicio, que dejó de tener sentido con Internet, y el Club Nintendo perdía otro de los aspectos que lo convertían en algo cercano, y desde entonces quedaría relegado simplemente a una web en la que registrar nuestros puntos y conseguir regalos. Tampoco es que me quejara, y saqué algunas cosas interesantes, pero no tenía nada que ver.
Personalmente tengo un poco de mal recuerdo porque en una época que estuve bastante tiempo sin registrar nada y sin entrar a mi cuenta cambiaron el sistema y se cepillaron todos los puntos que tenía, que eran muchos y que casi me habían dado para hacerme con esta figura de Link que era una de las piezas más cotizadas. Pero al margen de mi pataleta personal, que sería culpa mía por no estar más atento (aunque yo creo que estas cosas se pueden «convertir» automáticamente para no tocar las narices al usuario y no pasa nada), la gente se ha quejado durante años del escaso interés de muchos de los obsequios, su alto precio y la facilidad con la que se acababan las cosas más interesantes.
Ahora, su historia se termina, Nintendo pone fin al club (espero que no como una excusa para resetear las estrellas de la gente antes de instaurar otra cosa similar) y ha prometido que creará un programa de recompensas que veremos en qué se concreta.
Y para terminar, no me he podido resistir a compartir esta imagen de nuestros colegas de El Pixel Ilustre, que resume bastante bien la idea de la poca generosidad de los regalos de estos últimos años.
En fin, Club Nintendo, descansa en paz.
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