Cosas que antes molaban [II]
Esta es la segunda entrega de las Cosas que antes molaban. Así pues, subámonos a un DeLorean para viajar al pasado, a la década de los años 90 -y quizás de los 80- para recordar una serie de objetos que en su día eran el novamás pero que con el paso de los años el único valor que guardan es el nostálgico.
LA BATICAO DE COLA CAO
Es el Cola Cao desayuno y merienda, es el Cola Cao desayuno y merienda ideal…
Desayuno tal vez, ¿pero merienda? Para mi la mejor merienda eran las tostadas de pan con Nocilla, pero no quiero abrir viejas polémicas ni herir susceptibilidades así que me centraré en comentar ese invento que volvía cada verano al igual que las moscas, los helados de Frigo o la enésima reposición de aventuras de Chanquete y compañía. Todo un prodigio tecnológico que permitía a su dueño disolver los polvos de Cola Cao en la leche fría -con la cuchara había que remover mucho y aún así quedaban grumos- y de esta forma transformar una bebida caliente en un estupendo refresco de temporada. La Baticao.
La Baticao era una batidora bastante cutre, peor que la que teníamos en la cocina de casa, pero como la anunciaban en la tele quien no la tuviese era un «mierdas» o aún peor, un traidor que tomaba Nesquik. Venía de regalo, si no me falla la memoria, en los paquetes industriales grandes de 3 y de 5 kilos que a mi madre no le hacía gracia comprar, ya que además de tener que cargar con ellos desde el supermercado tardaban un montón en acabarse y ocupaban muchísimo espacio en la estantería.
Otras evoluciones y engendros nacidos con posterioridad a la Baticao son la Turbocao, la Karaokao, la Bombacao…
EL PARACAIDISTA
Los kioskos, para los jóvenes noventeros, eran el paraiso. Un lugar donde comprar chucherías, cromos y determinados juguetes baratos y divertidos como la mano-loca, los huevos Kinder o, en este caso, el hombre paracaidista.
Una figura verde atada con dos cordones a un paracaidas doblado de plástico era un buen entretenimiento para un par de horas. Estos juguetes baratos no duraban mucho más, y al igual que la mano-loca atrapaba mejor el polvo que la aspiradora de la TeleTienda, el hombre paracaidista tenía una corta pero emocionante existencia, un par de saltos hasta que el paracaídas se rompiese de la misma forma en la que lo hacían las bolsas del Prica, o los cordones se liasen formando un nudo marinero complicado de deshacer.
Muchos intentamos sustituir el paracaidas de plástico por un duradero trapo de cocina pero no valía de nada, el trapo pesaba más que la figura de plástico y el juguete no funcionaba. Todo estaba estudiado al milímetro para que en caso de que se nos rompiera tuviésemos que comprar otro, y lo comprábamos. Es más, si aún los vendieran iría ahora a comprarme uno.
EL RELOJ DE TRANSFORMERS
Los relojes digitales de Casio (modelos «comunista», calculadora, con juegos y mando a distancia) sólo tenían un rival, un oponente de su talla, un reloj capaz de transformarse en Autobot, el legendario reloj de Transformers. Disponible en varios colores -los más populares el rojo y el negro-, esta maravilla digital con licencia de una serie de éxito servía para presumir en el patio del colegio y para tener siempre un juguetito a mano.
EL BEEPER DE COCA COLA
En el año 1996 los buscas se encontraban tecnológicamente desfasados y en una etapa de decadencia, pero al equipo de publicistas de Coca Cola no le importó e ideó una mega-campaña promocional en la que se regalaban Beepers, unos buscas de Motorola con un diseño adaptado al público juvenil.
Estos gadgets de bolsillo permitían a su dueño recibir mensajes en cualquier sitio -gracias al servicio Mensatel de la red MoviLine- y leerlos en una pantalla capaz de mostrar tan solo una linea de texto.
Para enviar un mensaje a un amigo con un beeper había que llamar a un número de teléfono y decir el número de busca y el mensaje a enviar. Este mensaje se digitalizaría y tras un paseo por el satélite Hispasat volvería a la Tierra, y a través de una red de antenas llegaría a su destino.
LOS TELEVISORES PORTÁTILES
En una época en la que no había Internet, las televisiones portátiles eran una buena forma de estar en contacto con el mundo y de poder ver la programación infantil (¡entonces existía!) en cualquier lugar. La programación emitida por las cadenas era mejor que la de ahora, salvo contadas excepciones ¡y eso que había muchos menos canales!
El problema de estos codiciados aparatos tecnológicos es que su precio se disparaba más allá de las 25000 ptas excediendo las posibilidades de un crío de entonces. Sólo estaba al alcance de… los taxistas. Tal vez la mala prensa de este colectivo se deba en parte a la envidia que generaban en los chavales de entonces.
Había gente que tenía una Game Gear y el adaptador de TV, pero en este caso nadie los envidiaba por que las pilas de su consola portátil a color no duraban casi nada y tenían que tener un enchufe cerca para jugar conectados a corriente. ¿Se nota que tuve una Game Boy?
ZAPATILLAS CON CÁMARA DE AIRE
No recuerdo si fue por culpa de los anuncios de Michael Jordan o de algún otro astro deportivo, pero a la hora de ir a comprar las zapatillas lo que más valorábamos los chavales era que tuviesen una cámara de aire, cuanto más grande mejor. Gracias a ella saltaríamos más o correríamos más rápido, y lo que queríamos entonces era poder hacer «mates» en las canastas de «mini». Así que picábamos.
El caso es que estas zapatillas duraban mucho menos que las que no disponían de cámaras de aire, ya que acababan pinchándose y había que comprar otras. Las zapatillas que sí duraban eternamente eran las de la marca J’Hayber, eran indestructibles y al mismo tiempo las más feas de la tienda.
LA NEO GEO
En la batalla de los 16 bits dos grandes contendientes se dieron cita, por parte de Nintendo el «Cerebro de la Bestia» y por parte de Sega la Megadrive.
Los que entonces leíamos las revistas del sector conocíamos la existencia de una videoconsola mejor, mucho más potente, capaz de trasladar al televisor de casa la magia de los recreativos. Esta videoconsola era la Neo Geo, pero era tan cara que se salía del presupuesto económico de cualquier crío. Además, si ya suponía un importante esfuerzo el comprar una novedad de Super Nintendo a 14.995 ptas, imagínate lo que sería el tener que pagar casi el doble por los cartuchos de la consola de SNK.
LAS AGENDAS CASIO
Las agendas electrónicas de Casio gozaron de una gran popularidad en los años 90. Sus funciones básicas eran la de agenda, guía telefónica, reloj mundial y calculadora. Dependiendo del modelo existían funciones alternativas tales como juegos, traductores, horóscopo…
Al principio estos dispositivos sólo eran utilizados por la gente de negocios hasta que una serie dedicada a los chavales popularizó su uso en los colegios e institutos. Las agendas Casio My Magic Diary permitían enviar y recibir mensajes mediante el puerto de infrarojos, crear avatares, jugar a un juego de lucha o de penaltis (para los niños) y la posibilidad de ver si dos contactos de la agenda eran compatibles en el amor (para las niñas, o no…). Sea como fuere, era un juguete caro al alcance de sólo unos pocos afortunados.
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