Cave Story, el día que renació el arte
Vagando en un desierto de píxels
Un lanzamiento más. Un nuevo blockbuster. Otro gran éxito. Ventas, éxito de crítica, un bombazo entre el público. Y luego al reciclaje. En estos tiempos en los que todo está visto, ésta industria a veces mágica, otras veces desechable y casi siempre mercenaria y sórdida como ella sola, ni siquiera manda a algunas “obras maestras” a una bien merecida basura, dejándolos en cambio en un limbo de muñecas rotas y GOTYs de quita y pon.
No es de extrañar que aquello que vi y ahora veo de nuevo no me produzca ni por asomo el mismo efecto. La propia naturaleza humana demanda el cambio, un panta rei tan deseable como difícil de alcanzar en la práctica. O no esta hecha la miel para la boca del asno, o bien este asno lleva demasiados años persiguiendo a un palo y una zanahoria cada vez con más polígonos, más pulidos técnicamente pero espiritualmente cada vez más fríos.
Todos los que llevamos en esto unos añitos hemos tenido alguna que otra fase como esta. Cuando uno de estos periodos se alarga, no hay remedios milagrosos. Podemos escoger la opción de mirar hacia otro lado y redirigir nuestras pasiones a otro foco que las demande. O bien queda abandonarse a ese gusanillo que siempre ronda al jugón, de vez en cuando. Tras largos meses con las consolas arrinconadas y elaborando todo un inventario de ácaros, encontré una especie de bálsamo. Y se da el caso de que, como en gran número de cosas en esta vida, lo mejor no es que sea siquiera caro. Es sencillamente gratis, y tan sólo requiere tener abiertos los ojos y algo más para captar todas sus bondades. Cave Story no es un juego. Y esto no es un análisis.
Cave Story
La historia de una cueva que te saca de otra, o ese fue mi caso. Éste es el resumen de una obra que tiene un abordaje difícil, pero un camino fácil. Tan fácil como dejarse llevar por ese torrente ochobitero, producto del trabajo desinteresado (al menos en un comienzo) y que le pega mil vueltas a casi cualquier videojuego actual. Toda la filosofía de los “Metroidvania” con una encantadora apariencia y emotivo trasfondo.
Y es que en un contexto como este se evidencia que puedes revestir el vacío más profundo de mil efectos y shaders que al final te queda eso, un impecable vacío. Todo lo contrario de esta joyita freeware, un auténtico clásico que no necesita de adorno ninguno para destacar por su calidad y una dulzura difícil de explicar. En cualquier caso, mucho mejor experimentar con él e introducirse hasta el fondo de un laberinto del que es casi imposible salir…
Junto con este ítem de allá…
La cuestión en Cave Story es introducirse en todo un laberinto e ir desentrañando una historia con muchos puntos en común con tantas otras que viéramos, pero contada con un encanto fuera de lo común. Más que narrarse, la historia se va deslizando y desmadejando de manera natural, mientras nos encariñamos de un mundo poblado por los mimigas, unas criaturas que juegan un papel esencial en la trama, y tantos otros seres más con los que nuestro desmemoriado personaje (como le gusta esto a los japoneses) tendrá que lidiar.
Como en las legendarias sagas de Nintendo y Konami, podemos movernos por el mapeado de manera libre, e iremos desbloqueando nuevas zonas ya sea con ítems o descubriendo caminos ocultos y encrucijadas de todo tipo. El clásico plataformas de exploración que incide con más intensidad en la búsqueda de objetos y caminos ocultos que en la acción y el mata-mata.
Paradójicamente, de acción este programa va sobrado. Los diversos y preciosos mapeados rebosan vida amiga y enemiga, y contaremos con un buen arsenal de armas con los que combatir el mal que se presentará de variadas formas en el idílico mundo de los mimigas. Éstas cuentan con varios niveles de poder, que elevaremos al recoger ítems que dejan caer los enemigos muertos, y perderemos conforme nuestro medidor de vida se vacíe.
A priori, puede parecer simple. Cuando las horas van pasando, se va abriendo un mundo que un pacientísimo Daisuke Amaya, desarrollador amateur, generó durante cinco largos años en su tiempo libre. Sin presupuestos millonarios ni enormes campañas de márketing, sólo con ilusión. Uno de los mejores juegos que han caído en mis manos (de hecho jugué la versión para PSP) y que consiguió llenarme, en uno de mis peores bajones jugones, de ilusión.
El mayor logro de Cave Story es que ni la mayor campaña de publicidad ni las más altas notas de revistas especializadas conseguirían eso. Y todo, gratis.
En conclusión, una realidad (y no un juego) tan especial como la persona que me llevó a él y me inspiraron a escribir, que no a analizar.
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