Era mediado de los noventa, y quien les escribe era un enano que consumía todo tipo de series en la televisión. Siendo el más pequeño de tres hermanos, vi durante toda mi infancia como la influencia del anime y principalmente de Akira Toriyama se introducía en lo más profundo de mi subconsciente. Los combates interminables y los poderes capaces de romper planetas eran cosas fabulosas, lo que provoco que tanto mis hermanos como yo seamos reacios a un estilo de dibujo diferente, que era adorado por el resto de los pequeños de mi edad: el Maravilloso mundo de Disney.
Disney fue desde siempre sinónimo de excelencia, con animaciones sobresalientes, llevando las obras literarias al mundo del cine con una fidelidad impecable. Pero para nosotros, acostumbrados a los violentos y sangrientos combates vistos en el estilo japonés, las series y películas de Disney no generaban grandes ilusiones: comenzábamos a mirar una película y ni bien aparecían en escena los primeros musicales ya estábamos apagando la televisión.
Pero todo esto fue refutado un domingo de 1998 cuando llego a la pantalla de mi televisor una nueva serie que rompía indudablemente mis esquemas: “Gargoyles”. La misma fue transmitida por el canal TE-LE-FE teniendo una sola emisión semanal los días domingo, conociéndose en nuestras tierras como Gárgolas (en otros lares del globo la denominaron Héroes Góticos o Héroes Mitológicos). La historia se centra en la figura de las gárgolas, estatuas de seres mitológicos creados en la edad Media durante el auge del arte Gótico, caracterizadas por poseer un aspecto grotesco y cuyo propósito era el de adornar las fachadas de las estructuras edilicias, siendo la representación de los guardianes del sitio.