Análisis de GTA: Chinatown Wars
GTA:Chinatown wars es la cuarta entrega de GTA para consolas Nintendo y podemos afirmar que es, sin duda, la mejor. Podríamos arriesgarnos más y decir que es el hijo pródigo de la saga: el que más ofrece desde la plataforma menos potente desde el punto de vista técnico y, probablemente, el que más ha innovado desde GTA: San Andreas. Y no, no me refiero a los minijuegos táctiles con el que nos venden el juego desde todas las revistas, no. GTA: CW cuenta con algo más que un motor gráfico propio o la inclusión de prácticamente todo el mapa de GTA IV: este cartuchete tiene carisma, amigos, y eso, hoy día, es lo que convierte a un juego en un mito o en una caja más en las estanterías de la tienda de turno.
Si, es cierto, la perspectiva es cenital y los gráficos son cell-shading y nunca veremos a nuestro personaje más nítido que a un tipo que pase por debajo de nuestra ventana si vivimos en un séptimo, pero este GTA tiene un no se qué tan irresistible que no puedo dejar de jugarlo desde hace días, divirtiéndome sin más buscando las similitudes que guarda con los escenarios de GTA IV (uno de mis juegos preferidos de todos los tiempos), o regodeándome al cruzar los puentes que unen las islas, que se alzan majestuosos y sólidos en la pantalla de nuestra DS. Me asombro cuando muevo a mi personaje y los cables del tendido eléctrico se mueven respecto al escenario, dándome la sensación de que observo todo desde arriba, como si fuera un niño jugando con unos Legos altamente interactivos dispersos por un escenario mastodóntico.
Y es que todo en GTA: CW ofrece la paradoja de cómo puede caber tanto en tan poco sitio: tantos coches, peatones, armas…!un mundo paralelo y criminal de posibilidades! Además, es curioso como la gente, hypeada, se apresuró a intentar colarnos capturas de Driver para GBA como si pertenecieran a este CW. Afirmo rotundamente que este GTA ha cubierto todas las expectativas que habíamos depositado en el, a pesar de que el protagonismo de los vehículos es notablemente superior a lo que podamos hacer a pie: !incluso hay helicópteros y misiones de francotirador!
Alejándose de la perpendicularidad de las dos primeras entregas y sus spinoffs y versiones de GBC, GTA:CW nos retrotrae a esa época en la que sandbox nos sonaba únicamente al sitio donde defecan los gatos y sólo Body Harvest de N64 (también creado por DMA) nos ofrecía una experiencia similar en cuanto a libertad de movimientos, y lo hace de una forma suculenta, hermanando su concepto primigenio con las posibilidades actuales en cuanto a texturizado, amplitud, físicas y demás jerga técnica.
Todo en GTA: CW está modelado en 3D, desde nuestro gurruñesco personaje a todos y cada uno de los coches pasando por farolas, buzones y demás mobiliario urbano. Sorprende la suavidad con la que todo se mueve a nuestro alrededor, algo que supongo que no hubiera sido así si nos hubieran dado control absoluto sobre la cámara y todos sus ejes. Nuestro control sobre ella se limita a pulsar L para que se situe detrás de nuestro personaje y evitarnos mareos innecesarios, además de poder seleccionar entre diferentes planos (uno de ellos, el incontrolable pero espectacular modo cinematográfico).
En cuanto al apartado sonoro, decir que lamento que las emisoras de radio hayan pasado a ser meramente instrumentales (con lo que me gustaba a mí pasearme por Liberty City escuchando Vladivostok FM), aunque es comprensible por las evidentes limitaciones de espacio de los cartuchos de NDS. Aún así, los efectos sonoros si que se mantienen al nivel de las versiones “grandes” y es una gozada escuchar a los peatones, o bien el crujido de sus extremidades cuando les pasamos por encima con los vehículos, que también suenan como los ángeles (del infierno).
Las escenas de introducción a las misiones son una especie de cómics animados sencillotes que, además, suponen la única oportunidad de ver las caras de los personajes y por tanto, de empatizar con ellos.
El protagonista de esta entrega es Huang Lee (el más joven de todos los protas hasta ahora), un antihéroe que llega a Liberty City desde Hong Kong con el peso de la muerte de su padre a sus espaldas, y el objetivo de ofrecer la espada Yu Jian (la típica reliquia familiar) a su gente en Liberty.
Sin embargo, al rato de pisar tierra, es atacado y arrojado al mar (lo que da lugar al primer minijuego táctil que, además, nos produce una gran emoción al descubrir lo que nos espera durante el resto del juego). Malherido, Huang va a buscar a su tio Wu Lee, que dista mucho de ser tan amigable como el bueno de Roman Bellic. A partir de aquí, en mi opinión, el argumento pasa a un segundo plano (a excepción de algunos diálogos simplemente brillantes) eclipsado por la cantidad de posibilidades de trapicheo, robo y asesinato que nos ofrece el juego, de las que destacaría los adictivos “rasca y gana” (táctiles, cómo no) que podremos usar para ganar dinero, casas o comida.
Los niveles de destrucción y violencia alcanzan sus cotas máximas en misiones como “Raw deal”, u otra cuyo nombre no recuerdo, en la que tenemos que abrirnos paso lanzando cócteles molotov, cuyo control es realmente exquisito porque podremos arrojarlos deslizando el dedo por un anillo situado en la pantalla táctil que nos permite controlar la distancia y el ángulo del lanzamiento.
En lo relativo al uso de la pantalla táctil, decir que se nos ofrece una PDA completa con servicio de e-mail, mapas, y todo lo referente a la información que se maneja durante el juego. Los botones son tamaño dedo y muchas veces no tendremos que sacar el stylus de su cueva para navegar por las diferentes opciones.
Si en GTA IV nos obligaban a machacar gatillos para arrancar algunos coches, en CW tendremos que seguir una serie de pasos que consisten en desatornillar, hackear el ordenador de a bordo y juntar los cables con el stylus si es que queremos hacernos con el vehículo. Esto parece sencillo a primera vista, pero verás como te desquicia cuando te encuentres en medio de una persecución policial, que son abundantes, frenéticas y tronchantes –me encanta el sonido de las sirenas de policia distorsionadas cuando les das lo suyo-.
Los tan cacareados minijuegos de tráfico de drogas no son para mí tan divertidos como aparentaban y ni de lejos creo que pudiera hacerse un juego independiente con ellos como proclamaban desde Rockstar, básicamente porque consisten en ir de un sitio a otro, hacer un intercambio, y buscar al mejor postor. Si por esto se han ganado la clasificación para mayores de 18 años, podrían haberlo obviado o bien enfocarlo de otra manera, pero, ¡eh!, ¿quién soy yo para cuestionarles?.
Como no quiero destriparos nada del juego ni exponer absolutamente todos y cada uno de sus detalles, que son muchísimos y geniales, concluyo el análisis recomendándoos fervientemente este cartucho que, para mí, ha marcado un antes y un después en la saga GTA, y, por qué no, en el catálogo de NDS.
El juego en movimiento:
Lo mejor:
+ El inmenso mapeado y las infinitas posibilidades de diversión
+ La solidez del motor gráfico y la majestuosidad de algunas estructuras
+ Los efectos de sonido son estupendos y contribuyen notablemente en la inmersión
+ Es un GTA completo y expresamente diseñado para NDS.
¡Se acabaron las conversiones y adaptaciones!
+ El PDA agiliza muchas acciones que en otras versiones eran más tediosas (aunque ya nos habíamos acostumbrado)
Lo peor:
– El argumento no tiene el mismo peso que en otras entregas (más que nada por lo estático de las cutscenes)
– Las emisoras de radio son sólo instrumentales
– Que no haya una cámara casi a pie de suelo, aunque ello supusiera poner en evidencia la sencillez en el diseño de los personajes
– Posiblemente no es tan rejugable como las entregas para PSP, PS2-3, 360….
– En lo que llevo jugado, Huang no ha hecho muchos amigos que digamos…
¿es que no hay un Little Jacob en esta entrega?
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