Análisis de F-Zero
Los juegos de velocidad se estrenaron en la flamante Super Nintendo de la mano de un cartucho de carreras futuristas que coincidió con el lanzamiento de la máquina. Su nombre era F-Zero, y desde entonces se convirtió en uno de los referentes del género de la conducción, influyendo notablemente en muchos juegos posteriores y estrenando una saga que no faltaría a su cita con las principales consolas de Nintendo.
La historia de F-Zero nos traslada al lejano año 2560, en el que la humanidad ha evolucionado lo suficiente para viajar fuera del Sistema Solar, pudiendo conocer otras formas de vida inteligentes con las que relacionarse. En esa época se decidió crear una competición de velocidad abierta a seres de todas esas razas, y que serviría como espectáculo y entretenimiento para la gente, a semejanza de la F-1 de siglos atrás; esta competición se llamaría F-Zero.
Los vehículos de estas carreras están a medio camino entre un coche de carreras y una nave espacial. Se desplazan sin tocar el suelo pero muy cerca de él y pueden alcanzar velocidades que superan los 400 km/h. Las carreras resultan bastante accidentadas, pues los choques contra los rivales o los límites de la pista están a la orden del día. Nuestro bólido lleva un medidor de “Power”, que se irá gastando a medida que impactemos con las barreras que flanquean la carretera, y si éste se agota nuestra nave se desintegrará, con lo que diremos adiós a la carrera. Afortunadamente, hay algunas zonas marcadas en color verde que recuperarán nuestra energía para que no terminemos hechos pedazos.
F-Zero nos permite seleccionar entre cuatro vehículos distintos, una cifra que para la época no estaba mal, y que registraban bastantes diferencias entre ellos, son los siguientes: El Blue Falcon, pilotado por el carismático Capitán Falcon, es el más equilibrado, aunque no destaca especialmente en una cualidad concreta; Golden Fox, la nave del Doctor Stuart, con una aceleración sin igual y gran velocidad punta, aunque algo inestable y no muy resistente; Wild Goose, al volante de la cual está el reptil Tico, y que destaca por su dureza y fiabilidad, aunque su velocidad deja que desear; y finalmente tenemos a Samurai Goroh a los mandos de su Fire Stingray, la nave más veloz pero bastante lenta acelerando.
Una vez en carrera, deberemos dar cinco vueltas al circuito, asegurándonos al final de cada vuelta de que vamos por encima de una posición que se nos marca en pantalla (competimos en total contra 20 rivales), o de lo contrario quedaremos eliminados, igual que si hubiéramos hecho añicos nuestro vehículo.
F-Zero cuenta con un total de 15 circuitos, divididos en tres categorías, y con tres niveles de dificultad (Beginner, Standar y Expert), a los que se puede añadir un cuarto (Master) si logramos desbloquearlo al completar el modo Expert. También disponemos de un modo que nos permite practicar en ciertas pistas
Los gráficos resultaron bastante impactantes en su momento, gracias especialmente a la conseguida sensación de velocidad que el juego transmitía y al efecto de tridimensionalidad de los escenarios, logrado en buena medida gracias al empleo del famoso Modo 7, un sistema de procesamiento gráfico que manipulaba texturas bidimensionales para conseguir un efecto de profundidad, y que vio la luz por primera vez precisamente en este juego. Al margen de eso, los vehículos tienen un diseño correcto, pero son poco variados, y los circuitos tienen poco detalle, pero por entonces poco más se le podía pedir a un juego de ese tipo.
Respecto al sonido, podemos destacar la calidad de la banda sonora, con melodías muy cañeras que encajan bien con la velocidad del juego y que ayudan a meter más emoción. Respecto a los efectos de sonido, pues ruido de motores, choques y demás bastante creíbles para la época y que ayudan a la ambientación futurista de las carreras.
Si analizamos los aspectos jugables, lo primero que hay que destacar es que nos encontramos con un juego con un control bastante exigente, que ofrece diversión desde el primer momento, pero al que hay que acostumbrarse para disfrutar al máximo. La respuesta de las naves es muy rápida, pero se mueven a tal velocidad que dominarlas requerirá de mucha práctica. Sin embargo, gracias a esto el juego es un reto constante, y la correcta progresión de los niveles de dificultad favorece el ir mejorando mientras luchamos por ganar carreras.
Sus 15 circuitos y las diferencias entre ellos no están nada mal, y el juego incita a jugarlos una y otra vez hasta poder jugar en el nivel Master. Además, las carreras son verdaderamente emocionantes, y el sistema de tener que estar por encima de un determinado puesto en cada vuelta resulta muy intenso.
En su contra también podríamos decir algunas cosas, siendo la más notable la ausencia de un modo para dos jugadores, siempre muy aprovechable en este tipo de juegos. También hubiera venido bien algún modo de juego más y un mayor número de vehículos disponibles, pero cuando se puso a la venta pocos juegos ofrecían más.
En definitiva, F-Zero es todo un clásico de los juegos de coches, y su influencia se sigue notando aún hoy en muchos títulos. No ofrecía una diversión tan directa como Super Mario Kart, que salió poco después, pero sus carreras eran más emocionantes y permitían centrarse más en la conducción. Super Nintendo recibió muchos juegos de coches después, pero pocos alcanzarían el nivel de este F-Zero.
Actualmente, el juego está disponible para descargar en la Consola Virtual de Wii. Sigue siendo un juego que merece la pena, pero el tiempo no ha pasado en balde, y tal vez no compense gastarse 800 Wii Points más que por aquellos que lo jugaron en su día y les gustaría recordarlo, porque ponerse con él por primera vez podría decepcionar un poco.
LO MEJOR
+ Sensación de velocidad muy lograda para su época.
+ Muy intenso y emocionante.
+ Cantidad y variedad de circuitos.
+ Gran banda sonora.
LO PEOR
– Carece de multijugador.
– Pocos modos de juego.
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