En el universo de los videojuegos hemos sido participes de grandes relaciones familiares, no solo en el mundo real junto a nuestros hermanos compartiendo horas interminables de diversión, sino también dentro de la pantalla. Muchos hermanos se han hecho famosos en la corta historia de los videojuegos: Bub y Bob de Bubble Bobble, Nick y Tom de Snow Bros o los mismísimos Mario y Luigi, siendo estos últimos los pioneros, comenzando con toda esta revuelta familiar en aquel entrañable Mario Bros (si si, el de las tuberías, ese en que había que golpear las tortugas desde abajo).
Claramente la fama de Mario y su hermano ha crecido en forma desmedida desde el año 1983, cosechando un sinfín de éxitos, protagonizando tanto juegos de forma individual como grupal (vamos, que Luigi también se ha echado sus aventuras, y lo bien que lo hemos pasamos con él).
Pero hoy particularmente no les vengo a narrar las aventuras de estos hermanos, sino más bien la historia de “otros hermanos”, que pese a participar en juegos excelentes no tuvieron la repercusión de los anteriormente citados. Acomódense en su silla, enciendan los parlantes y comiencen a disfrutar de estas obras magníficas de Taito.
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