Quince grandes recuerdos de mi vida gamer
Quiero que quede claro de antemano que esta no es la típica recopilación de grandes momentos en la historia de los videojuegos. No es mi intención hablaros de los que considero objetivamente como los mejores minutos de esta industria del entretenimiento que adoramos. Ya otros se han encargado de hacerlo magistralmente, contando con prácticamente los mejores títulos de la industria y las mejores situaciones que todos conocemos o hemos vivido.
En este texto de hoy me apetece expresar mis sentimientos mas recónditos como jugador de videojuegos, surgidos como tal aquel lejano 1984 en el que mi padre me puso a los mandos del Pong que había comprado en Ceuta. Pero sobre todo quiero dialogar con vosotros, conocer anécdotas y sentiros un poquito más cerca. Comprobar como una industria considerada como una fria máquina de hacer dinero en la que lo único que importa son los beneficios es -sin embargo- capaz de generar sentimientos profundos en aquellos que se acercan a ella.
Con este motivo, hoy os voy a hablar de quince momentos mágicos que he vivido a lo largo de los años jugando a diferentes títulos. Son hechos o escenas que vienen automáticamente a mi mente cada vez que oigo la palabra «videojuego».
Posiblemente coincidamos muy poco y muchos de vosotros opinéis que he hecho una selección pésima habiendo este minuto épico en el juego «X» de la compañía «Y».
Lo respeto, pero el objetivo de este texto no es otro que hacer memoria sobre mis experiencias, una visión totalmente subjetiva de lo que ha sido mi vida como gamer.
Y disfrutar con vuestros recuerdos y anécdotas por supuesto, que serán un complemento indispensable para aportar calor y color al artículo.
Dejemos de lado la pose y el gafapastismo imperante en gran parte de los medios de comunicación profesionales y hablemos con sinceridad. Estos son los momentos que siempre recordaré de esta inconmensurable afición:
Target renegade (ZX Spectrum) – Último nivel
Target renegade fue uno de los primeros títulos que compré para mi querido Speccy. El número de partidas que cayeron al mismo fueron incontables, solo o bien en compañía de Josete, un buen amigo de la infancia. Juntos desarrollamos una técnica de combate efectiva que sin embargo flaqueaba en un punto importante: si nos salíamos del «salto patada» no teníamos opción ante nuestros enemigos. Y eso era un auténtico drama en el cuarto nivel, donde los rivales se agachaban y solo podían ser golpeados con puñetazos o patadas traseras.
Pero un buen día ocurrió el milagro. En una batalla épica logramos llegar al final del dichoso cuarto nivel y solo quedaba en pie un simple contrincante para hacernos frente. Aunque Josete cayó, dejo lo suficientemente tocado al enemigo para que yo culminara la heroicidad y accediera a la última pantalla del juego. Recuerdo que lo celebramos como si nos hubiera tocado la lotería, a pesar de que el primer skinhead trajeado que apareció en el nivel cinco me dejó fuera de juego. Habíamos llegado al final de Target renegade, a su última pantalla, un escenario muy colorido en el que además sonaba la melodía del menú inicial.
Poco importa que años después descubriera que no era precisamente un juego difícil y la cutréz del enemigo final -una especie de Lionel Ritchie musculado muy sencillo de batir-. Para nosotros aquello fue una aventura inolvidable. Y cada vez que llego con cuatro vidas a esa última pantalla no puedo evitar que una leve sonrisa ilumine mi cara.
Rastan Saga (Arcade) – Lago de fuego en el castillo
La obra maestra de Taito es posiblemente uno de los videojuegos más importantes de mi vida. Me encantaba su ambientación, la música y lo sencillo que resultaba de manejar. Pero sobre todo disfrutaba de controlar a la versión apócrifa de Conan el Bárbaro en sus espectaculares aventuras mientras mi padre disfrutaba de su cervecita sabatina, para después llegar los dos a casa y tener preparado un buen plato de patatas fritas con huevos. Perfect day!
Cuando pienso en Rastan Saga siempre viene automáticamente a mi mente una escena. Minuto 4:20 del vídeo. Castillo de la primera fase. Tras deshacernos con facilidad de un par de soldados subimos por una liana y eliminamos como podemos a los murciélagos. De pronto la música sube su intensidad para avisarnos del gran peligro al que estamos a punto de enfrentarnos: un enorme lago de fuego que hay que superar saltando entre lianas. Cuando alguien habla del miedo escénico mi mente se dirige directamente a esta situación. Si, se que no es difícil, pero siempre ha sido una de mis bestias negras y un momento verdaderamente insuperable, una conjunción perfecta entre sonido y acción que no dejaba a nadie indiferente.
Tehkan world cup (Arcade) – ¡Victoria final!
Tras disfrutar durante varios meses de Rastan Saga en el bar donde solía ir con mis padres, un dia el dueño del mismo decidió que había llegado el momento de cambiar la máquina. En lugar de mi querido bárbaro me encontré con un simulador de fútbol con diminutos jugadores que además se movían como las balas. Si os digo que el cambio no me gustó nada me quedaría corto. ¡Anda que no pataleé aquel día! Recuerdo discutir acaloradamente (todo lo que mi corta edad y la madurez del contrincante permitían) con Juan Antonio, gerente del bar y amigo íntimo de mi padre.
Pero transcurrieron los meses y Tehkan World cup empezó a gustarme. Cada día que pasaba jugaba mejor. Juan Antonio me invitaba a partidas con la intención de que humillara a otros parroquianos del bar con más edad pero menos hábiles. Y tras muchas monedas llegó el momento mágico de cantar victoria, tras una final durísima (en serio, ¿Que tomaban los alemanes en este juego?) en la que vencí por un pírrico 1-0 merced a un centro medido. Suficiente para dejar boquiabiertos a los amigos de mi padre que cerveza en mano me animaban. La escena final, con una música bellísima y una sencilla pero llamativa imagen estática quedó grabada a fuego en mi subconsciente. Hasta el punto de que me terminó gustando el fútbol y todo 🙂
Wonder boy (Arcade) – Escenas X-4
Aunque Super Mario Bros. es uno de mis videojuegos favoritos de todos los tiempos, he de reconocer que en mi corazoncito siempre fui más del «chico maravilla».
A este grandísimo título de Westone/Sega jugaba todos los viernes tras salir del colegio, en la cafetería donde mi madre se reunía con sus amigas para salir un poco de la monotonía doméstica.
Puede que este hecho influyera definitivamente en mi subconsciente, pero asimilé Wonder boy a la tarde del viernes, el momento más feliz en la infancia de un niño. Y más concretamente las fases finales de cada mundo. Sería por pura asociación, pero la música que anunciaba un peligro inminente, la tensión de saber que pronto habría que luchar contra un poderoso enemigo y el tono oscuro del escenario en contraposición a la alegría de anteriores fases hicieron mella en mi juvenil mente. Estos niveles eran como un viernes por la tarde a última hora en el colegio: sabes que si aguantas un poco más te espera un premio genial.
Match Day II (ZX Spectrum) – Melodía previa al inicio del partido
Con mi Spectrum +2 recién comprado y solo un par de títulos a los que jugar, mi madre accedió a regalarme un par de juegos en una de nuestras esporádicas visitas a El Corte Inglés. Tras haberle cogido el gustillo a eso del fútbol y con ganas de más experiencias balompédicas al estilo Tehkan World Cup estaba claro que al menos uno de ellos debía ser deportivo. Me traje a casa el Indiana Jones and the temple of Doom y el inolvidable Match day 2.
Recuerdo que el primer partido lo disputé con mi tío Antonio, yo con teclado y él con mi joystick SJS1. Tras cargarlo y configurar las teclas a mi gusto -OPQASPC-, nos pusimos manos a la obra. Y entonces comenzó a sonar esta sencilla melodía que podéis escuchar a partir del minuto 0:45 del vídeo. A estas alturas os parecerá una tontería tras ver los despliegues técnicos en los títulos balompédicos actuales, pero a mi me hizo mucha gracia y quedó grabada en mi cerebro por siempre, llegando en ocasiones a sorprenderme tarareándola. La sintonía pre-partido de Canal + no inventó nada. Es más, yo hubiera usado este tono o bien su versión original.
¿Por qué este es uno de mis momentos más importantes? Por lo que introducía: puros derbys llenos de diversión, goles y piques inolvidables con mis amigotes y, principalmente, con mi primo Moisés, gran experto en este juegazo y desarrollador de la teoría sobre las «Galletas anticrisis» que en otro momento os contaré.
Out Run (Arcade) – Pueblo costero e inicio de carrera
Tuve la suerte de jugar a Out run durante varios años seguidos en un bar que frecuentábamos en vacaciones. Aunque pude ver todos los diferentes y espectaculares recorridos que la máquina nos ofrecía, mi momento favorito siempre será ese inicio de carrera tan colorido y bello por una playa paradisíaca y un tranquilo pueblecito costero.
Y es que, ¿Puede haber algo mejor que conducir un Ferrari junto a una rubia de infarto por un escenario inmejorable y escuchando Magical sound shower? Permitidme que lo dude, no se puede ser mas guay.
Según pude leer hace tiempo, Yu Suzuki se basó en varias localidades europeas para desarrollar los escenarios de este título. Si por alguna extraña carambola del destino me está leyendo usted en este momento, Suzuki-Sama, dígame por favor donde está ese sitio. Quiero veranear allí el resto de los días que me queden de vida.
Golden axe (Arcade) – Batalla final y ending
Otro clásico arcade que inundó mi mente de recuerdos imborrables. Golden axe supuso una auténtica revolución en el barrio cuando decidieron traerla al bar de la esquína. Mas de uno y de dos se dejaron la paga de la semana intentando llegar a su espectacular batalla final.
Este momento concreto puede estar considerado perfectamente entre las diez situaciones más épicas en la historia de los videojuegos. Con los reyes colgando de un hilo (literalmente) nos enfrentamos al temible Death-adder y su tremenda hacha, dos «gordacos» (conocidos así en mi barrio) con muy malas pulgas y un par de esqueletos de inteligencia más bien poco artificial y llenos de maldad. Todo ello aderezado por una de las melodías más épicas que han escuchado jamás mis oídos.
Por si esto no os parece suficientemente grande aun quedaba lo mejor: el estrambótico fin de fiesta que ocurría tras derrotar a nuestro temible némesis. Puro arte ochentero y posible resultado del exceso de trabajo en la casa de Alex Kidd.
Street Fighter II (Arcade) – Vega
Cuando Street fighter II aterrizó en los recreativos del lugar donde veraneaba todos los años (Santiago de la Ribera) el resto de juegos dejaron de importar. Jamás se llegó a ver una revolución así. Todos queríamos jugar a aquel extraño videojuego de grandes personajes y un par de karatekas que lanzaban «kamehames».
Para desarrollar la excelente técnica de lucha que ahora poseo (juas, juas) pasé muchos días viendo jugar a los chicos mayores. La mayoría solo elegían a Zangief o Dhalsim, por razonamientos tan peregrinos como que uno era muy grande y tenía que ser muy fuerte, mientras que el otro golpeaba de lejos. Yo solía elegir inicialmente a Blanka, con el que hacer la «electrocución» era muy sencillo y que acojonaba bastante por lo feo que era.
Eran tiempos en que jugábamos a Street fighter II con solo dos botones de puñetazo, ya que el dueño del local decidió instalar su nueva y flamante placa en una máquina destrozada con dos botones, decidiendo además que las piernas solo servían para andar.
Un buen día, un chico nuevo llegó a los recreativos y eligió a Ken. Aunque algunos se mofaron de su selección, tras unos minutos todo el mundo estaba alucinando con su técnica. Lanzaba hadokens y shoryukens con una facilidad nunca vista y derrotó sin mayores problemas a los siete luchadores principales. Y cuando todos estábamos esperando para ver el final, aparecieron otros tres luchadores más.
La cara que se nos quedó a todos debió ser épica. Pero mayor aun fue la sorpresa cuando el chico venció facilmente a Balrog y llegó a Vega. No se me olvidará en toda mi vida.
Una mezcla hispana de Freddy Krueger, Jason Vorhees y un ninja, de un tamaño considerable y una velocidad que parecía hacerlo invulnerable. A pesar de su extraño atuendo no podía haber enemigo más «cool». Vega venció con un doble perfect, adquiriendo desde ese mismo instante en nuestro salón recreativo una fama de enemigo imbatible que posteriormente se demostró no era tal. Aun así, cada vez que llego a España y tengo que enfrentarme al «torero ninja» no puedo evitar que me tiemblen las piernas.
Fatal Fury (Arcade) – Batalla final
Si Street Fighter II dejó un poso enorme en mi corazón no menos importante fue este Fatal Fury, un título que descubrimos por pura casualidad en los recreativos más alejados de mi hogar -Recreativos Rotonda-. Aunque era algo peor, resultaba igualmente divertido, y algunos ataques eran casi más espectaculares que los que podíamos ver en la obra maestra de Capcom.
Controlando a Terry Bogard, un buen día logré ganar el torneo y llegar al enfrentamiento final. Una batalla que -bajo mi punto de vista- es uno de los momentos cumbres en la historia de los títulos de lucha one vs one. Y es que si al carismático jefe final (un Geese Howard en plena forma y más chulo que nunca) le sumamos un impresionante escenario y una banda sonora legendaria tenemos sin duda uno de los combates más grandes que cualquier jugador puede vivir. Adoro a Geese Howard -aunque me midiera el lomo en más de una ocasión-, y nuestro enfrentamiento tenía el sabor añejo a los grandes films de kung-fu que disfrutamos en los ochenta. Amor en estado puro.
Legend of Zelda: A link to the past (Super Nintendo) – Overworld
Ya he confesado en varias ocasiones mi amor ciego hacia Sega. Me crié con sus recreativas más populares (Shinobi, Wonder boy, Golden axe, Shadow dancer), por lo que su influencia en mi forma de ver los videojuegos es absoluta. Como no podía ser de otra forma, yo soñaba con tener una Master System o una Mega drive…al menos hasta que apareció Street fighter II.
El título de Capcom me llevó a la competencia directamente. Recuerdo comprar mi Super Nintendo con Street Fighter II y ser el niño más feliz del mundo. Pero una vez me lo terminé de mil formas diferentes, comencé a pensar que a lo mejor me había equivocado. Sega todavía tenía Shinobi, Wonder boy y Golden axe, y además estaban lanzando títulos verdaderamente increibles (Streets of rage), mientras que en Super Nintendo la conversión de Final fight me pareció malísima y no conocía otro título que me gustara lo suficiente como para ahorrar 10.000 pesetas (ignorancia de juventud, que se dice).
Pero un buen día, un amigo me dejó este Legend of Zelda: A link to the past. Comencé a jugarlo curioso, y disfruté bastante de sus mazmorras. Pero puedo decir que finalmente ví la luz en el momento 0.16 del video que tenéis arriba, cuando salíamos de la abadía al exterior y un paraje sensacional nos recibía con una melodía incomparable que anunciaba mágicas aventuras y un vasto terreno a explorar. Nunca más volví a dudar del «cerebro de la bestia», y esta obra maestra se convirtió en uno de mis títulos favoritos de siempre. Todavía se me pone el vello de punta cada vez que oigo esta melodía, al recordar aquel momento en que descubrí que había acertado plenamente.
Dragon Ball Z Super butouden 2 (Super Nintendo) – Primer vistazo
Tras darle la vuelta varias veces a Street Fighter II, el siguiente título con el que alimenté mi Super Nintendo fue la versión nipona de Dragon Ball Z Super butouden. Recuerdo como si fuera ayer ir a la tienda y pagar 15.000 pesetas, un sobreprecio que sin duda amorticé sobradamente. Los torneos y piques con mis amigos fueron épicos, y durante muchos meses fue nuestro juego favorito.
Un buen día, en una visita vespertina a una tienda de mi ciudad vimos algo que nos dejó perplejos. Recuerdo que era una fría y lluviosa tarde de otoño en la que la tienda estaba prácticamente vacía. En la TV más grande del local, donde tenían conectada permanentemente una Super Nintendo, había un juego de Dragon Ball que nos era completamente desconocido. Sus gráficos simplemente dejaban en ridículo a mi querido Butouden, las melodías sonaban maravillosamente y la velocidad a la que todo transcurría era impresionante. Como no había prácticamente nadie pudimos pasar toda la tarde jugando, y cuando nos fuimos de la tienda (nos tuvieron que despegar de los mandos con espátula) decidimos que ese título teníamos que conseguirlo como fuera.
Ese gran juego era Dragon Ball Z Super Butouden 2, y recuerdo con total nitidez aquel momento en el que descubrimos algo tan grande y magnífico que simplemente no lo podíamos creer. Finalmente lo conseguimos y vimos que aunque era bueno no era para tanto. Pero aquel momento de verlo en la pantalla y comenzar a jugarlo mientras temblaba como una colegiala no se me olvidará jamás. Estábamos ante algo único que, por aquel entonces, muy poca gente podía disfrutar. Y nosotros lo hicimos.
ISS Deluxe (Super Nintendo) – Torneos navideños
Tengo la enorme fortuna de pertenecer a una familia muy numerosa y bastante unida. Las fiestas que solemos organizar en Nochebuena son mastodónticas, con aglomeraciones, cánticos y jolgorio muy por encima de lo permitido. Evidentemente, los años han pasado y cada vez nos reunimos menos personas, lo que no ha borrado de mi mente los maravillosos recuerdos de mi adolescencia.
Y es que en aquellos años, cuando todos los primos éramos niños, nos juntábamos para jugar durante toda la noche a la consola. Pero sobre todo nos reuníamos para hacer grandiosos torneos a International Superstar Soccer Deluxe en mi Super Nintendo. Varios fueron los años en los que ni siquiera dormimos, entre goles por la escuadra, bombones, turrón y alguna que otra copa escamoteada a los mayores. Posiblemente es de los recuerdos más bonitos que guardo de mi vida como jugador, por lo que me resultaría imposible obviar algo así en este resumen. Mis primos Moisés, Miguel, Ramón, Rafa, Javi y mi hermano Sergio todavía se estremecen cuando oyen el nombre de Breszul, temible mediapunta Rumano con el que les castigué año sí año también.
Ridge racer (PSX) – Rare hero
Jamás tuve una consola de 32 bits hasta hacerme coleccionista. Durante muchos años seguí jugando a la Super Nintendo hasta que mis padres me regalaron un Pentium 133 con 16Mb de RAM para viciarme los estudios. La verdad es que no me atraían demasiado dichas máquinas. Yo seguía la mar de feliz con «el cerebro de la bestia» y mi colección de juegos, no teniendo necesidad alguna de cambio a esos videojuegos poligonales tan feos que, pensaba, solo serían una moda.
Una nochevieja en los años noventa, sufrí una lesión en mi rodilla izquierda producto de una entrada muy dura durante un partido. Con los ligamentos completamente inflamados y sin poder salir a celebrar el fin de año, mi plan era quedarme solo en casita viendo los horrendos programas que se realizan para tan señalada fecha, ya que mis padres tenían cotillón y les convencí para que fueran.
Ante la perspectiva de una noche horribilis, mi buen amigo Pablo acudió de visita ese día con un presente. Como él y todos mis amigos iban a celebrar el fin de año a la zona de bares, había decidido traerme su flamante Playstation con un juego de coches que tenía a todo el mundo loco: Ridge racer.
Tras la cena y sin mucho interés conecté la máquina y me dispuse a echar una partida para probar aquel juego del que tanto hablaban. Tras elegir melodía basándome en el título de la misma (me hizo gracia lo de rare hero) me dispuse a correr por aquellos circuitos poligonales, con el desinterés del que no espera nada y maldiciendo mi mala suerte. A los diez minutos estaba completamente enganchando y disfrutando de una experiencia increible, tratando de superar mis tiempos en un circuito bellísimo y con Rare hero sonando en looping. Pasé una noche genial y quedé definitivamente convencido de que los polígonos si podían representar el futuro del medio. ¡Hasta pensé en ahorrar para comprar una PSX!
Finalmente me decidí por el PC y no tuve una Playstation hasta años después, pero recuerdo este momento con cariño como la primera vez que disfruté con un juego poligonal. Y la primera vez que probé un buen ron añejo, previo asalto al mueblebar. Había que ambientar la partida debidamente. Si papa, el ron que faltaba me lo bebí yo 🙂
PC Futbol 6.0 (PC) – Noches en vela
Confieso que cuando supliqué a mis padres que me compraran un PC fue principalmente por este título. Lo había probado en casa de un amigo y me enganchó totalmente, trayendo de vuelta a mi memoria aquellas memorables partidas a Football manager 2 en mi querido Spectrum +2, pero potenciadas a tope.
Cuando por fin conseguí tener el ordenador en casa, ya tenía la versión 6.0 de PC Fútbol comprado desde dos semanas atras. Y las primeras enganchadas fueron verdaderamente épicas, con partidas que duraban entre diez y catorce horas. Os puedo jurar y perjurar que no exagero un ápice. Creo sinceramente que ha sido el título al que más horas seguidas he dedicado en toda mi vida, y el recuerdo de aquellas noches épicas escuchando El larguero y Hablar por hablar mientras trataba de llevar al Albacete a lo más alto del fútbol mundial siguen frescas en mi memoria.
Tras este, pasé al mucho más completo Championship manager y después al Football Manager, que ahora ameniza mis trayectos en tren del trabajo a casa. Pero aquellos primeros meses de vicio jamás se han repetido con tanta fuerza. Para bien, supongo.
Silent Hill 2 (Playstation 2) – Escena de las escaleras de fuego
Tras unos años enganchado a mi querido PC y sus emuladores, el gusanillo de las consolas volvió a llamar a mi puerta, y decidí hacerme con la por entonces flamante Playstation 2 con Pro Evolution Soccer 3. Esas mismas navidades, mi chica me regaló Silent Hill 2 , para mi uno de los tres mejores videojuegos de la historia y al que pertenece este momento épico en mi vida como jugador. Seguramente es una de las escenas más bellas que he podido disfrutar en medio audiovisual alguno.
Recuerdo llegar a ella tras varias horas seguidas jugando entre mi chica y yo. La cara que se nos quedó y el posterior debate (que se alargó durante varias horas) indica que no estábamos ante un videojuego cualquiera, que era algo verdaderamente especial y diferente a todo lo que habíamos visto con anterioridad. Y si, habíamos terminado la primera parte meses atrás en PC, pero el impacto de este título en nuestra vida como jugadores fue netamente superior.
El momento es simplemente poesía en movimiento, verdadera obra maestra del medio y posiblemente el momento en el que comprendí que la industria podría llegar a equipararse al cine. El diálogo de la propia escena es de lo mejor que se ha escrito jamás, todo muy onírico y mostrando a James qué es Silent Hill realmente. Sublime es quedarse corto. El punto álgido de una obra ya de por sí sobresaliente.
Este ha sido el pequeño recorrido por los mejores momentos de mi historia como gamer. Posteriormente como coleccionista he pasado por muchas otras experiencias mágicas, pero he preferido centrarme solo en aquellas que viví con la intensidad de la novedad y el desconocimiento.
Ahora es vuestro turno, ¿Cuales han sido los momentos más importantes de vuestra vida como jugones?
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