Crítica de Street Fighter: The Legend of Chun-Li
En 1994, Capcom cedió el nombre de Street Fighter para la realización de una película que pasaría a la historia como una de las más patéticas obras fílmicas de todos los tiempos. Con ella y con Super Mario Bros. dio comienzo la triste historia de las películas basadas en videojuegos, que con un traspiés tras otro llegarían a la actualidad sin una gran adaptación de la que poder estar orgullosos. 15 años después del descalabro protagonizado por Van Damme, el director Andrzej Bartkowiak ha sido el encargado de devolver la famosa saga de lucha a la gran pantalla. Veamos cómo le ha quedado.
Como la mayoría sabréis, en esta película el protagonismo recae en manos de Chun-Li, la famosa luchadora china que es encarnada por la actriz Kristin Kreuk y el argumento se centra en su historia. Para evitar el escaparate de personajes en el que se convirtió la primera película se optó por incluir únicamente a aquellos que sean relevantes para la trama, consiguiendo así una historia mejor hilada y atractiva.
Por otra parte, Bartkowiak decidió huir de una caracterización de los personajes que imitara al detalle la de los juegos, para dotar a la película de un mayor realismo y hacerla más creíble, de un modo similar a lo que hizo el gran Cristopher Nolan con sus dos peliculazas de Batman. Este es otro aspecto que me parece bastante positivo, pues lo importante en estos casos es, más que convertir a los actores en cosplayers, respetar la esencia de los personajes pero adaptándolos a un entorno real. Planteamiento encomiable, pero si se hace bien, claro.
Nada más comenzar, Street Fighter: The Legend of Chun-Li nos demuestra que es una película ambiciosa, que no quiere ser el desastre total que fue su predecesora, y las primeras escenas, en las que vemos a la pequeña Chun-Li haciendo Tai Chi con su padre, podrían perfectamente ser el comienzo de una gran película, con una fotografía más que aceptable y una agradable música. Sin embargo, a los pocos minutos estas sensaciones se van a disipar rápidamente con la aparición de Balrog, y la primera pelea de la película que lo enfrenta con el padre de Chun-Li. Con este combate nos vamos a pegar un castañazo con la dura realidad, y algo que será constante a todo el largometraje: el hecho de que las escenas de combate no dan la talla, ni mucho menos, y eso en una película basada en un juego de lucha como Street Fighter, es imperdonable.
Esta pelea, como todas las que vendrán después, presenta un montaje totalmente mareante, con una exagerada superposición de planos cortos, demasiado rápidos y que apenas dejan ver lo que está sucediendo. Dentro de lo que cabe, esto es algo bastante normal en películas en las que los actores no son especialmente hábiles, pues ayuda a tapar sus carencias, pero casi siempre el resultado es mucho más creíble. Tampoco voy a exigir que las peleas fuesen casi reales como en las películas de Bruce Lee, pero sí que al menos nos ayudaran a que nos lo creyéramos un poco. Teniendo en cuenta que casi cualquier actor hubiera bastado para la escasa carga interpretativa de la película, el que los actores fuesen expertos en artes marciales le podría haber dado un par de puntos. Al fin y al cabo es una película que la gente irá a ver por su título, no por su reparto.
Al margen de los problemas en las peleas, que por desgracia ya van a lastrar en buena medida la película, vamos a ver qué pasa con la historia. El guión es fiel a la historia de los juegos a medias; nos pone ante una Chun-Li cuyo padre ha sido capturado por Shadowlaw cuando ella era una niña, pero que todavía está en cautiverio mientras su hija lleva una vida tranquila, en la mansión familiar y sin demasiados problemas, salvo por el desconocimiento del paradero de su padre y su deseo de vengarse de Bison, por lo que acabará dejándolo todo para ir a Bangkok a resolver las cosas por su cuenta (en este punto me ha recordado bastante a Batman Begins ya que, aunque ésta es infinitamente mejor, también nos muestra a un personaje que deja su apacible y desahogada vida para perderse en medio de Asia, donde perfecciona su técnica de lucha y se prepara para una especie de venganza relacionada con sus padres). La base de esta trama es bastante convencional, y está tratada de un modo muy superficial, pero se salva en algunas partes por la que puesta en escena es más que aceptable en muchas ocasiones, especialmente cuando Kristin Kreuk se busca la vida por las calles de la capital tailandesa.
Esos aspectos pasables del guión y la puesta escena son los que libran a esta película de Street Fighter de caer en la absoluta mediocridad de su antecesora, pero por desgracia no son suficientes para que el conjunto alcance el aprobado. El mérito fundamental de la puesta en escena está en la correcta elección de muchos de los lugares en los que se ambienta la película, pero aún así la dirección muestra bastantes errores a la hora de elegir las cámaras. Además, los travellings no acompañan siempre como deberían a la acción, y son pocas las escenas que llegan a sorprender. Respecto al guión, concibe una trama con algún que otro detalle interesante, pero que carece de la solidez narrativa necesaria para que llegue a enganchar, y demasiadas partes resultan tediosas, por previsibles, por falta de intensidad y porque los diálogos son absolutamente insustanciales.
Acerca de la adecuación de los distintos personajes entre cómo aparecen en la peli y lo que, en mi opinión, cabría esperar de ellos, vamos a desgranarlos uno a uno:
- Chun-Li: Regular. Kristin Kreuk da el perfil por su aspecto físico sin ningún problema, pues su ascendencia china se nota muy positivamente; además es muy atractiva y, su actuación, sin grandes alardes, resulta aceptable. El problema viene en las escenas de lucha, en las que se nota que esta actriz de artes marciales controla más bien poco, y ello obliga a que los planos tengan que ser cortísimos para tapar los problemas que tiene para hacer los movimientos; si la película va a vender más por su título que por sus actores, como ya hemos comentado, buscar una mujer con una cierta destreza en artes marciales hubiese hecho mejores unas escenas que, debiendo ser fundamentales en la película, dejan mucho que desear. Sobre el tema del vestuario, yo no tengo queja, no han querido imitar las ropas del juego para que quedara más realista, y ese no ha sido el problema de la película.
- Balrog: Aceptable. El actor que da vida al boxeador es precisamente lo que se espera, un armario que habla como un gañán y pura fuerza bruta. Resulta un personaje bastante creíble, al menos hasta que se pone a pelear, ya que apenas nos damos cuenta de que sea un veterano boxeador. Pero lo más delirante es, sin duda, que parezca ser quien se encarga del papeleo de Bison y actúa como su consejero… lo de la fuerza bruta vale, pero si tiene menos luces que un barco de contrabando que no lo pongan como uno de los tíos que piensan en Shadowlaw, por favor.
- Vega: Patético. El peor con mucha diferencia, un personaje que podía haber dado mucho jugo se queda un absoluto desastre, no sólo por la total falta de respeto al personaje original, sino porque su participación en el filme carece de cualquier atractivo. Prácticamente no dice una palabra y respira como si fuera Darth Vader (¿alguien les explicó a estos que una máscara para ocultar el rostro no es una máscara antigás?), y en menos que canta un gallo en su principal aparición ya ha perdido la máscara, y en vez del español rubio metrosexual nos encontramos con un indio moreno americano con cara de bruto al que no se le encuentra explicación (el que el actor forme parte de The Black Eyed Peas no nos sirve). Pero al margen de su desastrosa caracterización (no se salva ni la garra), su participación es lamentable. Se supone que primero ejerce de asesino, pero ni lo vemos; y luego aparece para su esperada pelea con Chun-Li, que perfectamente podría ser genial (de hecho todavía recuerdo lo bien que quedaba en una de las viejas películas de animación), pero que da lugar a un combate bastante lamentable. Vamos a ver la diferencia, que por poner una escena no pasa nada:
- Bison: Regular. El malo malísimo de los juegos es encarnado por Neal McDonough, al que yo conocía de la excelente serie Hermanos de Sangre, de HBO. Es un buen actor, y consigue bastante bien ganarse el odio del espectador, que es lo que se le supone; sin embargo, en ningún momento nos remite al Bison de Capcom, ni por su porte ni por su forma de pelear, por lo que nadie que no tuviera en cuenta el entorno lo reconocería por su técnica o su aspecto. Si al menos fuese un militar, posiblemente viéndolo de uniforme fuese más fácil hacernos a la idea. Además el papel resulta bastante plano, pero de nuevo hay que culpar al guión más que al actor, cuya interpretación es pasable.
- Gen: Desubicado: El que da vida a Gen es posiblemente el actor que mejor lo hace de toda la película (lo cual tampoco es un mérito excesivo), pero es que no podemos sino esperarnos un anciano de barba blanca, y nos encontramos un tío joven, que no aparenta ser mucho mayor que Chun-Li. Esta circunstancia romperá bastante los esquemas a los fans de la saga, pero la verdad es que es un mal menor, entre otras cosas porque es el actor que más cómodo parece sentirse en las escenas de lucha.
- Nash: ¿Mande?: Nash es el nombre que recibe Charlie, el antiguo compañero de Guile, en Japón. Pero si para los demás personajes se han utilizado los nombres occidentales, ¿por qué no se llama Charlie?, o Bison se llama Vega o al militar este le dejamos el nombre por el que casi todos los conocemos… en fin. El caso es que si se llamara de cualquier otra forma nadie pensaría en Charlie, y es que este personaje, al margen de estar bastante de relleno, parece no ser muy diestro en la lucha cuerpo a cuerpo, cuando se supone que es quien enseñó a Guile su técnica…
En fin, que lo de Vega en la película es un desastre, se coja como se coja.
En definitiva, nos encontramos con un elenco de personajes que refleja de un modo muy distorsionado a los protagonistas de la saga de Capcom tal como cualquier fan los tendrá en la cabeza. El problema no ha sido el hecho de que no se buscara un parecido físico y de vestuario lo más exacto posible, sino el hecho de que los actores se desenvuelvan con bastante torpeza en las escenas de lucha, y que por su personalidad o su trasfondo tampoco conserven la esencia de los originales. Por último, se ha metido el tema de las energías espirituales y su conversión en ondas para atacar a distancia, pero se han aprovechado tan mal que perfectamente podían haber sobrado, permitiendo que la peli hubiese podido ser totalmente realista, pues apenas hubiesen cambiado las cosas. Además, nada queda de la mítica postura de Chun-Li al lanzar su Kikouken en los juegos, sí, esa misma:
Con todo lo anterior puedo señalar que, desde mi punto de vista, Street Fighter: The Legend of Chun-Li es una película muy floja, que parte de algunos planteamientos bien concebidos que podían haber dado lugar a una película notable, pero que fueron tristemente desperdiciados por una serie de despropósitos. No me cabe duda de que un buen director con un buen guión podría hacer una película que llevase el nombre de Street Fighter y que pudiésemos calificar como “buena”; sin embargo, y aunque esta película sea en casi todo mucho mejor que la primera, es preferible que la saga descanse en paz en lo que a cine se refiere, y que Capcom no deje que directores mediocres la prostituyan más para conseguir un éxito en taquilla que, como se está demostrando estos días, no es para tanto.
El próximo 27 de marzo llegará a los cines españoles, y con lo caras que están las entradas, yo os recomendaría que optarais por otra película, que a poco que escojáis bien seguro que os cundirá mucho más.
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