Retroanálisis: ToeJam and Earl
En el principio de la era de los 16 bit, en Marzo de 1991, Sega America publicó un título para la Mega Drive de un estudio independiente llamado JVP (Johnson Voorsanger Productions) para la entonces más avanzada consola del país, con permiso de la Neo-Geo. (A Super Nintendo le faltaba más de un año para llegar a América, y casi dos para Europa.) Este juego fue ToeJam and Earl, uno de los juegos más divertidos y originales de la primera época de la Mega Drive.
Protagonizado por dos alienígenas raperos (en el juego se llaman a sí mismos funkies, pero viendo el medallón y la gorra de ToeJam no lo parece) que se han perdido en el espacio exterior con su nave hecha migas y han llegado a la tierra, con la misión de recoger los trozos de nave y salir pitando.
Para empezar, es preciso analizar las ya mencionadas hechuras de estos individuos. ToeJam es rojo, ligeramente más rápido, no tiene boca, tiene tres pies, una gorra de béisbol al revés y un medallón de oro con el que sería envidia de todo cani. Earl es naranja y regordete, tiene algo más de vida, no tiene ojos ni manos, va en bermudas y tiene antenas y gafas de sol. Pues la originalidad de los personajes no termina ni mucho menos aquí, en la Tierra encontraremos personajes incluso más variopintos y surrealistas.
El juego no tiene un género definido, de hecho hay muy pocos juegos que sigan su dinámica. La mejor forma de definirlo sería juego de exploración, aventuras y un toque de RPG. En cada uno de los niveles, el o los jugadores tienen que encontrar la salida que les lleve al siguiente, que no es ni más ni menos que un ascensor. También deberán encontrar las piezas de las naves repartidas por todos los niveles del juego. Todo esto es un tanto extraño, porque pese a tratarse de la Tierra uno puede caerse para volver al nivel anterior. Lisérgico.
Uno de los puntos fuertes del juego es que los niveles son virtualmente infinitos, ya que cada vez que se juega el mundo es distinto. Esto a no ser que elijamos el «Fixed World», que es un munto prefijado, de dificultad elevada que nunca cambia aunque comencemos una nueva partida. Lamentablemente el juego tiene tan pocas opciones que este maravilloso desarrollo se ve así limitado. No obstante esto puede hacerlo más interesante, ya que de contar con posibilidad de pasar la partida el juego sería mucho más corto.
En el juego se van recogiendo regalos, que contienen diversos power-ups, artículos y otras cosas divertidísimas. Por ejemplo, tomates para lanzar a los enemigos, patines propulsados por cohete, zapatillas de velocidad o dinero. Dinero que por cierto puedes usar para pagar los servicios de los terrícolas buenos y comprar regalos por correo. Además se ganan puntos de experiencia como en los RPGs y subir niveles, lo cual sirve para alargar la barra de vida e ir ganando vidas adicionales.
Pero si hay que destacar una sóla característica del juego será su magnífica implementación del modo de dos jugadores, que incluye un modo de pantalla partida más divertido que la mayoría de los juegos parecidos. Cada jugador puede ir a su bola, recolectar regalos o comida (que harán que suba la vida), piezas de la nave, etc. ¡Incluso pueden estar en niveles distintos! No obstante, si están juntos pueden compartir los regalos que abran o defenderse mejor.
El juego tiene detalles muy buenos, como tener que ir de puntillas para no despertar a algunos enemigos (que se despertarán de todas formas si el personaje eructa a consecuencias de haber bebido cerveza de raíz), tener que nadar para esquivar a alguno o personajes tan originales como una turba de estudiantes, una señora con un carrito de la compra, un camión de helados fantasma o… un tío vestido de zanahoria que adivina el contenido de los regalos.
El juego además introduce elementos de humor absurdos que parten de la cultura americana, como un teléfono negro que suena escandalosamente que al cogerlo revela partes del mapa, una puerta con su felpudo y todo que te lleva a cualquier parte del mapa, o un misterioso terrestre vestido de rojo y cargado de regalos, del cual, si somos los suficientemente habilidosos, podemos sacar algún que otro regalito.
El juego tuvo una recepción buena, y de hecho se mantuvo en las listas top ten de ventas y alquiler durante mucho tiempo. En Diciembre de 2006 debutó en la consola virtual de Wii, volviendo a tener una crítica positiva ya que el estilo fresco del juego ha aguantado bastante bien el paso del tiempo.
El juego no luce unos gráficos especialmente buenos, de hecho parecen hechos con el Paint. Además son algo repetitivos, pero también originales. Entre ellos destacan los enemigos y la comida, la cual encontraremos por ahí y podrán quitarnos o darnos vida dependiendo si al protagonista le guste o no.
Un aspecto que sí se puede destacar es el sonido. El juego incluye unas melodías que acompañan a la perfección al juego, funkis pero leves, que aprovechan el sonido digital de la consola. Pero lo mejor son los efectos de sonido, muy a lo Hanna Barbera. Lamentablemente, la Mega Drive no podía (en principio) manejar más de un sonido digital al mismo tiempo, por lo que la batería de la canción paraba para que pudieran reproducirse los sonidos digitales.
El juego tiene un alto valor de replay, dado que puede jugarse varias veces y se tendrán niveles distintos en cada ocasión, muy al estilo del Rogue/NetHack, muy popular en los ordenadores UNIX de los 80. Pero es sin duda su modo de dos jugadores el que le da vidilla al asunto.
Este juego tuvo un pequeño spin-off, incluído en el cartucho que acompañaba al Menacer, la respuesta de Sega al Super Scope del cerebro de la bestia. Este minijuego, llamado Ready, Aim, Tomatoes! era posiblemente el mejor juego lanzado en este soporte, o al menos el más divertido.
La compañía programó una muy digna pero distinta segunda parte, ToeJam and Earl 2: Panic in Funkotron, y una tercera parte tridimensional para Xbox en 2002. Desde entonces sólo han programado algún minijuego educativo, y se hacen llamar ToeJam and Earl Productions.
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