The Great Escape, una de las joyas de Spectrum
Paso a desgranar el artículo sin atenuantes ni presentaciones dicharacheras, ya que últimamente no gusta demasiado el tema de la introducción a un artículo. Vamos a ponernos retro/nostálgicos, que es algo que nos gusta a todos los que leemos esta página. Es probable que las palabras que se desprendan de este artículo suenen a sobrevaloración o nostalgia exacerbada, pero desde ya, están avisados de que soy un amante de lo retro, lo que probablemente me haga hablar maravillas del tema en cuestión, sin desarrollar del todo mi faceta crítica más dura. Viajemos imaginariamente en el tiempo, más concretamente al año 1986, para presenciar el que quizá sea uno de los mejores juegos que tuvo la oportunidad de mostrar la querida ZX Spectrum. Considerando la época, el escaso nivel de desarrollo de las plataformas y la poca capacidad para desarrollar, sorprende sobremanera lo que se logró con este gran juego. Estoy hablando de The Great Escape, y paso a desgranar cada una de las características que lo hacen único, así como juego obligado para los amantes del tiempo pretérito.
The Great Escape está inspirado directamente en la película homónima estrenada en 1963, siendo “El gran escape” su nombre para la publicación latinoamericana, y “La gran evasión” para el público español. La misma está protagonizada, entre otros, por Steve McQueen, palabras mayores dentro de la industria, y se encuentra inspirada en el libro Paul Brickhill, quien vivió en carne propia las acciones que se narran en él. La película nos plantea el mismo argumento que el libro, que básicamente narra los sucesos ocurridos en el campo de concentración de Stalag Luft III durante la Segunda Guerra Mundial, en la Alemania nazi. Una organización secreta de prisioneros de guerra comienza a idear un plan para escapar del campo de concentración, valiéndose para ello de la confección de tres túneles, y narrando en el transcurso de la historia los recursos de los que se valían los prisioneros para tamaña empresa. De más está decir que la película es toda una joya del cine norteamericano, altamente recomendada para los amantes del cine bélico de antaño. En esta trama de base real es en donde se mueve el juego en cuestión, a pesar de no poseer la licencia directa para hacer un juego de la película. Más allá de esto, en todo momento se denota la inspiración en la obra de Hollywood.
El juego que nos compete vio la luz en el año 1986 de la mano de Denton Design, y fue publicado por Ocean Software Ltd., no solamente para Spectrum (aunque fuera la plataforma más popular en que se jugó) sino también para Amstrad, Commodore 64 y DOS. Se trata de una aventura gráfica con altos toques de juego arcade, en el cual manejaremos un personaje sin nombre que se halla prisionero en un campo de concentración del norte de Alemania nazi (muy posiblemente, el mismo de la película). El objetivo del juego es simple en el planteamiento: debemos escapar del recinto. Pero no todo es tan fácil como eso, ya que el juego introduce una serie de aspectos a tener en consideración para planear nuestra fuga. Para empezar, y como en todo campo de concentración que se precie, el personaje debe cumplir una serie de rutinas desde que comienza el día hasta que cae la noche. Debe formar para el recuento de prisioneros, recurrir a las rutinas de ejercicios y acudir al comedor para las comidas, todo esto bajo la estricta vigilancia de los soldados alemanes. Para poder escapar, debemos saltarnos estas normas y buscar objetos o descubrir formas en las que llevar al éxito este objetivo, al mismo tiempo que tener en cuenta que estamos quebrando las leyes, lo que nos puede suponer una sanción si somos encontrados con “las manos en la masa”. Si somos capaces de encontrar la forma justa para escapar, habremos terminado el juego.
Cabe destacar que nuestro personaje no puede morir en el juego. La tan mentada barra de vida es reemplazada por un mástil con bandera (como muestra la imagen) que nos indica cómo anda la moral de nuestro personaje. Ser constantemente detectado rompiendo las normas (con la consecuente visita al calabozo) se traduce en una pérdida de moral del personaje, lo que hace que la bandera baje del mástil. Si la bandera llega al fondo del mismo, nuestro personaje habrá perdido por completo la moral, con lo cual comenzará a seguir las rutinas del campo de concentración, perdiendo cualquier motivación para continuar con el escape y, por tanto, perdiendo el juego. La bandera también sirve para indicarnos cuándo estamos infringiendo las leyes: si es verde, estamos siguiendo la rutina de prisionero, y los guardias no notarán nada raro en nuestro comportamiento. Si se encuentra de color rojo, significa que estamos haciendo de las nuestras, por lo que si somos detectados, seremos castigados. Una vez nos lancemos a la exploración del mapa, podemos encontrar distintos objetos que nos ayuden en nuestro objetivo o que nos proporcionen una vía de escape. Si somos detectados con estos objetos encima, el guardia nos lo quitará y volverán a su lugar de origen, con lo cual se hace fundamental también planear donde esconderlos. Podemos encontrar una linterna para los túneles subterráneos, algún mecanismo para cortar el alambrado, llaves para abrir las habitaciones inaccesibles de otro modo, o incluso un uniforme del ejército alemán, imprescindible para la infiltración más allá de los límites. Las opciones son bien variadas para el escape, lo cual es de agradecer. Se puede creer que son limitadas, pero hay que tener en cuenta que el juego es muy viejo y para entonces, lo que ofrecía no se encontraba en ninguna otra obra.
La IA está implementada bajo rutinas también, por lo cual sirve bastante memorizar como se mueve el enemigo en el mapa para no tener tanto peligro de ser descubiertos. Los soldados poseen línea de visión, lo que debemos tener en cuenta a la hora de escabullirnos en sus narices. De la misma manera, si queremos quebrar el toque de queda nocturno, seremos perseguidos por luces que iluminan el campo y que nos dejarán en evidencia (algo parecido se vio hace poco en Fahrenheit de PS2, en el nivel de Wishita); esta parte, en mi opinion, constituye la mejor experiencia que el juego nos puede ofrecer. Hay que tener en cuenta en todo momento las rutinas propias de los prisioneros, ya que si los soldados no nos encuentran en el recuento o a la hora de las comidas, inmediatamente se activará la alarma del lugar (visible en pantalla) y deberemos esquivar a los guardias para que no nos detecten. Este componente hace que debamos planear con bastante cuidado cada uno de los pasos que damos en el juego, ya que podemos ser descubiertos con facilidad en el transcurso de la búsqueda de elementos, y sumado al medidor de moral, constituye una buena dificultad para el jugador exigente. Claro que el juego no se reduce en, por ejemplo, encontrar una pala para cavar un túnel hasta el exterior. Una vez que nos encontremos en el exterior del castillo ¿Cómo nos orientamos? Si no poseemos una brújula o un mapa, el escape habrá sido en vano… Estas mismas situaciones podemos encontrar en cada una de las maneras de escapar, lo cual le agrega un buen factor de rejugabilidad para quienes son de exprimir el contenido de un juego.
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The Great Escape nos propone una vista isométrica en la pantalla del juego, al mismo tiempo que podemos ver en pantalla la bandera de moral, los objetos que poseemos en el momento, el indicador de alarma y una sección en la que se nos narra qué rutina está en curso o qué acción está dando lugar en el campo. Gráficamente es toda una eminencia, mostrando un nivel de detalle bastante alto y un modelado de personajes y escenarios fantástico. El sonido y la música es el aspecto menos cuidado, en gran medida por todas las opciones de juego que se ofrecen, y que consumen gran cantidad del espacio disponible para el desarrollo. Lo que más impresiona en esta obra es la gran cantidad de conceptos que se desarrollan en ella, para el momento de la historia de los videojuegos en que fue lanzado. Las opciones de escape dependen pura y exclusivamente del plan de acción que implementemos nosotros, premiando en este caso un plan cuidado en detrimento de la acción desenfrenada y rápida. Hay momentos de vértigo (sí, yo los sentí) cuando estamos desobedeciendo las leyes, que es incomprensible si pensamos que se trata de un juego de la década del 80, pero que a la hora de experimentarlo, es fantástico.
Como opinión personal, y para cerrar este artículo, pienso que este juego, a la par de ser uno de los mejores juegos retro que he probado hasta el momento, viene a desmentir una serie de leyendas urbanas bastante arraigadas en la mente colectiva de los videojugadores. Paso a fundamentar esta afirmación:
– Que un tal Hideo Kojima es el padre fundador del género de acción táctica o de “infiltración”. Si bien The Great Escape no proporciona gran cantidad de opciones en cuanto a “espionaje” se refiere (que si podemos verlas en los Metal Gear Solid), lo cierto es que la mayoría de elementos en los que se apoya el juego de nuestro querido Snake ya podemos verlos en este otro, más de una década antes de que el primer Metal Gear Solid se lanzara al mercado. La rutina de los enemigos y el plan de acción hacen que The Great Escape también pueda ser considerado un juego de acción táctica, muy a pesar de que no haya sido concebido con tal fin.
– Que los videojuegos basados en películas famosas son de la peor calaña, sin remedio. Este apartado es en gran parte justificado en el fiasco que supuso ET en Atari y Superman en la N64, entre otros. Pero no por ello se debe pensar que, por norma general, todo videojuego basado en una licencia cinematográfica debe ser malo. Prueba de ello, es la diversión que nos proporciona The Great Escape, así como también el mimo que sus desarrolladores pusieron al crearlo, sensación que detectamos en cada minuto de juego.
– Que los juegos retro, y más los de ordenadores antiguos, son para jugar en un rato libre y nada más. Si bien no son la mar de duraderos, juegos como The Great Escape nos entrega un buen abanico de opciones de exploración y de maneras de resolución, haciéndolo altamente rejugable.
En fin, un juego altamente recomendable, más aún si se le agrega el factor nostálgico que muchos de nosotros llevamos incorporado. Si el lector ya lo ha jugado, le invito a compartir las impresiones que este juego le ha dejado. En caso de no haberlo jugado, le recomiendo que le dé una oportunidad: la de disfrutar la tarea de burlar a la Alemania nazi, de sentir el vértigo y la satisfacción del escape triunfal, todo esto acompañado del factor retro que nos otorga jugarlo con gráficos de Spectrum. Disfrute asegurado.
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