Super Hexagon, el imposible reto minimalista
Hay juegos que entran por la vista, juegos de los que una imagen es más que suficiente para captar la atención del posible jugador. Y no hace falta irse a una gran producción, un juego indie como Bastion es capaz de seducir con una mirada. Super Hexagon, aparecido originalmente en 2012, carece de esta capacidad. Nos puede guiñar un ojo y miraremos para otro lado, incluso si nos acercamos a él y tenemos un par de palabras lo más probable es que nos parezca extraño y desquiciante, y quizá miremos hacia otro lado antes de descubrir el potencial que tiene, y sin el cual jamás podría haber alcanzado cierto éxito. Es un juego que hay que probar, especialmente y tener un pelín de paciencia.
La mecánica de Super Hexagon no podría ser más simple. En nuestro dispositivo táctil (el juego está pensado para móviles y tabletas) solo podemos tocar a izquierda y derecha, y marcaremos con ello la dirección de un diminuto triángulo, que avanza a través de una especie de túnel en el que van surgiendo obstáculos al ritmo de la música.
No hace falta dar mucha explicación visual, que para eso ya están las imágenes e incluso un vídeo que serán mucho más explícitos que lo que yo pueda definir con palabras. Minimalismo en su máxima expresión, unos polígonos en movimiento y escasa variedad cromática componen un apartado gráfico soso, poco espectacular y casi al alcance de una consola de principios de los ochenta.
Pero olvidémonos de los gráficos y empecemos a jugar, eligiendo uno de los tres niveles de dificultad: Hard, Harder o Hardest. Hexagon parece avisarnos de que no nos va a poner ante un reto fácil, pero podemos pensar que quizá lo que quiere es llamar la atención. Nada más lejos de la realidad, el reto hará honor a las estruendosas palabras, y nuestros reflejos y habilidad van a ser puestos a prueba y llevados a sus límites. Quizá nuestra primera experiencia dure entre dos y cuatro segundos, y en menos de un segundo ya estaremos repitiendo. El mínimo roce contra un obstáculo nos condenará, pero no tendremos tiempo para lamentarnos porque ya estaremos intentándolo otra vez. Con suerte le iremos cogiendo el toque y quizá marquemos nuestro récord entre los cinco y los diez segundos. Toda una pequeña proeza, pero en función de nuestra testarudez quizá estemos con ganas de pasar de todo tras haber comprobado lo cansino que puede llegar a resultar, o quizá todavía tengamos fuerzas para seguir intentándolo un poco más.
Satisfechos de nuestro resultado, podemos decidir subir de nivel, y comprobaremos que la cosa es todavía peor, la velocidad aumenta exponencialmente y si antes habíamos quedado satisfechos de hacer 20 segundos, ahora nos parecerá que llegar a 10 es un reto imposible, y si nos vamos al Hexagonest, el «hardest», podemos quedar contentos a poco que pasemos de 5 segundos. A muchos les parecerá que la dificultad de este reto lo hace monótono y aburrido, y desistirán pronto, pero a los cabezones con mucha habilidad y reflejos les encantará ponerse a prueba y comprobar hasta dónde son capaces de llegar. Además, hay un efecto muy curioso que puede resultar muy motivante: después de jugar un rato al nivel más difícil (insufrible de verdad), si volvemos al primero, que en su momento nos parecía una pesadilla, parecerá que se ha ralentizado, lo que nos puede ayudar mucho a conseguir un tiempo mejor, y resulta una sensación verdaderamente curiosa.
Y aún por encima se dispone de versiones «hyper» de esos niveles, que hacen la experiencia todavía más frustrante, que es de lo que se trata.
Esta pesadilla tan bien diseñada, ideal para partidas cortas en tiempos muertos, se puede conseguir por 2,99 en Steam o en las tiendas de Apple y Google, aunque yo me hice con él en algún Bundle con otros juegos, por lo que si os parece que no os va a compensar los tres euritos (yo creo que compensa más que tomarse una cerveza) siempre podéis esperar a la oferta de turno, pero si os llama la atención y os gustan los retos imposibles no esperéis, os enganchará.
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