Splatterhouse y sus problemas con la censura
Aprovechando que la saga Splatterhouse vuelve a estar de actualidad gracias al «remake» que los chicos de Namco han lanzado recientemente, hoy vamos a hablar del primer videojuego de la serie y, sobre todo, de la dureza con la que la censura la ha tratado fuera de su país de origen.
Splatterhouse fue lanzado en 1988 por Namco en los salones recreativos japoneses. En este beat´em up de scroll lateral controlábamos al bueno de Rick Taylor con el único objetivo de rescatar a su novia, Jennifer, y escapar de la mansión del perverso doctor West. Para ello, nuestro amigo cuenta con la ayuda de una extraña máscara que le otorga una fuerza sobrehumana y que resultará no ser tan altruista como en un principio podía parecer.
A pesar de su tosca jugabilidad y de ser demasiado parecido a otros títulos contemporáneos como Vigilante, Dragonninja o Kung-fu master, su magnífica ambientación -muy influenciada por películas como Friday the 13th o Evil Dead-, su gran variedad de enemigos y el carisma de su protagonista lo catapultaron al éxito. Y es que en aquella época dar la posibilidad de controlar al famoso Jason Voorhees, asesino de la saga de terror Viernes 13, era una excelente forma de crear interés en los jugadores. Los chicos de Namco lo sabían y por ello tomaron «prestado» al famoso psicópata para protagonizar su nuevo título ya que el parecido físico entre Rick y el susodicho era más que evidente. Como era de esperar, dicha placa arcade fue exportada a Europa y Estados Unidos, donde pasó bastante desapercibida debido a una distribución más bien pobre y a la negativa de ciertos salones recreativos a hospedar la máquina por su violento y perturbador contenido. La censura empezaba a extender sus tentáculos…
Sea como fuere, su gran éxito en Japón propició que se realizaran las consiguientes conversiones domésticas, todas ellas de una calidad bastante elevada. En 1989 Namco anuncia que Splatterhouse sería lanzado en la Famicom, consola dominante del mercado nipón en aquel momento pero con un carácter familiar bastante marcado. Ante la negativa de Nintendo a que semejante título apareciera en su consola y temiendo no ser capaces de hacer una conversión a la altura por las limitaciones técnicas del propio sistema, Namco decide salir por la tangente y realizar una parodia Super Deformed de su éxito arcade. El monísimo Splatterhouse Wanpaku Graffiti fue un juegazo verdaderamente divertido que no solo parodiaba al título original, sino a muchas obras de terror contemporáneas. Estaba lleno de detalles capaces de hacer sonreir al jugador en más de una ocasión y que encima se dejaba jugar bastante bien, a pesar de ser el videojuego más sencillo de la saga. Como podéis suponer, el título no salió de Japón ya que Nintendo consideró que un juego tan extraño e irreverente no casaría con los gustos europeos y americanos.
Un año después, NEC decide adaptar Splatterhouse a su consola, la infravalorada PC engine, realizando prácticamente un port 1:1, salvo pequeñas limitaciones técnicas. Un trabajo sensacional que fue aclamado por público y crítica. Tal fue su éxito que incluso en la actualidad es un título valorado y buscado por coleccionistas de este sistema. Como además por aquel entonces NEC estaba en plena campaña de lanzamiento de la PC engine en Estados Unidos y Europa (bajo el nombre de Turbografx-16), el videojuego que hoy nos ocupa fue rápidamente elegido para ser uno de los buques insignia en el desembarco europeo y norteamericano.
Pero al igual que siempre ocurría con esta saga, la censura estaba ahí para meter un tijeretazo en este festival del gore, el cual no impidió que el juego fuera un éxito absoluto en Estados Unidos. La versión occidental sufrió ligeras modificaciones para hacerlo más sencillo (recuperamos más energia al final de fase, los jefes finales son más fáciles…), se redujo ligeramente el gore en pantalla, aunque no demasiado, y, sobre todo, el juego sufrió un par de cambios estéticos como mínimo extraños.
La primera transformación estética reseñable que apreciamos en la versión occidental es la sustitución de un jefe final y una escena. En la fase de la catedral nos encontrábamos con una cruz invertida rodeada de cabezas que giraban a su alrededor. En la versión para Europa y América este enemigo ha sido debidamente sustituido por una máscara rodeada de cabezas que nos atacan. La explicación a dicha modificación la encontramos en la posible controversia que podía generar el mostrar dicha cruz invertida entre los grupos religiosos más extremistas, lo que podría llegar a dificultar su distribución. Por si eso fuera poco, al final de dicho enfrentamiento en la versión arcade encontrábamos un altar en el cual sonaba una preciosa melodía que era interrumpida por un aterrador grito de Jennifer pidiendo auxílio. En la versión occidental al terminar el combate vemos como nuestro personaje simplemente avanza por un pasillo vacío, donde ni hay altar ni suena melodía o grito alguno.
Pero el cambio estético más importante que el juego sufrió al salir de Japón tuvo que ver con el elemento central del tíulo: la máscara que porta Rick. Como ya hemos comentado unas líneas atrás, el protagonista es «demasiado parecido» a Jason, el adorable psicópata de la película Viernes 13, por lo que con el fin de evitar una posible demanda por parte de la Paramount, poseedores de los derechos de dicha saga, se decidió cambiar la máscara modificando tanto su forma -los ojos son algo más rasgados- como su color -de un rojo oscuro un tanto extraño-. Dicho cambio se acentuó en los siguientes títulos de la saga, sufriendo la máscara diversas modificaciones en su fisionomía para hacerla más parecida a una calavera, pero volviendo, como era de esperar, al color blanco de la primera versión.
Hablando de los siguientes capítulos de la saga, no podemos cerrar este pequeño artículo sin mencionar de pasada los problemas de distribución que ambos tuvieron en su lanzamiento fuera de Japón, con quejas por parte de algunos padres y negativas de algunos centros comerciales en distribuir Splatterhouse 2 y con el ridículo número de unidades que llegaron a América de Splatterhouse 3, ya que en Europa ni lo olimos, lo que lo ha convertido en un artículo muy buscado entre coleccionistas.
Resulta verdaderamente paradójico que en el momento actual en el que nos encontramos, donde a la mínima muestra de violencia en los videojuegos ya aparecen las asociaciones de padres mosqueados pidiendo que rueden cabezas, nadie haya protestado aún por la nueva versión de Splatterhouse, un buen clon de God of War lleno de vísceras y sangre por doquier (y de los tres juegos originales desbloqueables, dicho sea de paso). Será cuestión de tiempo…
Nota: Sería un sacrilegio terminar este artículo sobre Splatterhouse sin mencionar la maravillosa conversión para FM Towns realizada por Ving en 1992. Conversión perfecta, sin duda la mejor versión doméstica del clásico, aunque para poder jugarlo requiere un gran desembolso económico.
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