RollerCoaster Tycoon 2
Lo-que-sea Tycoon
No puedo ocultar que hace ya algún que otro año era de sangre pecera. Y en el fondo lo sigo siendo, pero la escasez de recursos para comprar un bicho en condiciones, y sobre todo, la alarmante falta de tiempo que vamos experimentando conforme nos metemos en según qué obligaciones me impiden serlo. Maldición.
Por esta causa añoro profundamente cierto tipo de tardes que disfrutaba con frecuencia hace ni más ni menos que 11 largos años. Unas tardes de pura y dura creatividad, combinando una planificación minuciosa con un larguísimo (a la par que placentero) proceso de ensayo y error. Confío en que muchos de los lectores conocen la existencia del veterano epíteto “Tycoon” (literalmente, magnate). De entre los casi infinitos Tycoons que por ahí pululan, destacamos hoy este fantástico RollerCoaster Tycoon 2, obra de un singular creador y programador llamado Chris Sawyer.
La cosa es que RollerCoaster Tycoon, y su casi idéntica secuela RollercoasterTycoon 2, son excepcionalmente divertidos. Como buenos simuladores, ofrecen al jugador la posibilidad de tomar las riendas de un parque de atracciones, desde la construcción pieza a pieza de la montaña rusa de nuestros sueños hasta la posición exacta de la más insignificante y recóndita papelera.
A construir se ha dicho
Como podéis imaginar partimos de una base inmensísima, por no decir abrumadora. Y de hecho así es, pero apenas unos minutos de juego bastan para ver que este impresionante programa hace gala de una curva de dificultad ejemplar. Afortunadamente RCT2 tiene la virtud de ofrecer una alta variedad de escenarios que podemos afrontar a nuestro antojo, toda una ventaja para los que vienen curtidos de la primera parte. Sin embargo, los primeros escenarios, de tamaños y objetivos asequibles, ayudan a los novatos a ir explorando la punta del iceberg mientras se familiarizan con las nociones generales del juego.
A mi juicio la manera en la que el jugador se va introduciendo en tamaña complejidad está planteada de una manera sublime, y casi sin darnos cuenta nos sorprenderemos a nosotros mismos planificando una enrevesada montaña rusa invertida o creando un lago artificial para alegría de nuestros visitantes. La sencilla interfaz es en buena parte responsable de este devenir de la acción, poniendo a nuestra mano todo tipo de atracciones a un par de clicks.
Para los que prefieran un ritmo algo más rápido, también disponen de un buen puñado de atracciones prediseñadas de todos los tipos, que si bien no tienen el mismo encanto que las diseñadas por nosotros mismos, bien funcionales que resultan. Por supuesto, después de devanarnos los sesos con los planos de nuestras atracciones, podemos guardarlas para la posteridad y así hacer uso de ellas en otros parques.
Diversión en isométrica
Ojito con el concepto, que si os fijáis bien, incido en diseñar atracciones y no sólo montañas rusas. Al margen de las decenas de montañas rusas diferentes que se pueden construir, auténticas protagonistas del juego, también se nos deja experimentar con otras atracciones como laberintos, transportes, atracciones acuáticas… En definitiva, crear un parque a nuestra medida. Absolutamente todo es personalizable, llegando a factores tan triviales como el color de los globos que vendamos.
Gráficamente el juego cumple con creces y está pero que muy bien optimizado. Teniendo en cuenta que pueden haber en pantalla miles de visitantes el juego se defendía bien incluso en equipos tirando a mediocres. En cualquier caso a día de hoy cualquier ordenador del montón lo mueve sin ninguna clase de problema. Por mencionar un detalle curioso, los usuarios de Linux como un servidor pueden instalarlo sin problemas mediante el sistema Wine, y disfrutarlo como si corriera en Windows, perfectamente emulado.
Resumiendo, éste juego es puro amor. No sólo es un divertidísimo simulador, también es un juego encantador visualmente y puntilloso en cada detalle. Recuerdo una de esas primeras partidas con este juego, en la que el día se nubló y empezó a llover. La sonrisa que se me dibujó en la cara cuando vi por primera vez a los visitantes sacar los paraguas con los colores que yo había elegido (siendo especialmente dominantes los paraguas de colores más baratos) no la consigue a día de hoy prácticamente nada. Este es un buen ejemplo de lo que es RCT2, una más que meritoria manera de prestar atención al detalle sin aburrir entre kilos de opciones incomprensibles. Imprescindible.
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