‘Nucelar’, la palabra es ‘nucelar’
Si hay una cosa que no soporto es cuando alguien me dice algo y luego otra persona me dice lo contrario. Solid Snake empezaba Metal Gear Solid 4 argumentando que: “La guerra ha cambiado”. Sin embargo, tiempo después, cuando comencé a jugar al Fallout 3, una voz profunda y grave me contaba que: “La guerra no cambia nunca”. Entonces ¿en qué quedamos? Ya con el tiempo llegué a la conclusión de que ambas afirmaciones, aunque sean opuestas, son correctas.
La forma de guerrear sí que ha cambiado con el paso del tiempo. En el Age of Empires se observaba como las tropas pasaban de tirar piedras a usar garrotes, luego arcos, espadas, hachas, lanzas, etc. Todo ello gracias a que uno se dejaba los recursos en investigar nuevas tecnologías. Ya no es como antes, que había que irse al campo de batalla a arriesgar la vida por algo que no se entendía muy bien y ver como moría un montón de gente. Hoy en día es todo mucho mas cómodo y moderno gracias a los prodigios de la ciencia. El ejemplo mas claro de la innovación lo tenemos en los útiles Vehículos Aéreos no Tripulados, también conocidos como UAV según sus siglas en inglés. A todo el mundo le suenan ya que seguro que a más de uno lo ha sacado de un apuro en el Modern Warfare 2. ¿Que hay un camión repleto de enemigos que se dirige a la posición del equipo bravo? No pasa nada, se saca el portátil, misil Predator y problema resuelto. Pero en realidad todo es mucho mas divertido.
El ejército de los Estados Unidos los está usando mucho y de manera francamente eficiente, ya que lo único que se necesita es a una persona que maneje el cacharro. Para ahorrar costes de transporte y material, que la cosa está muy mal, colocan al piloto frente una pantalla y unos mandos, todo ello en territorio patrio. Básicamente es un videojuego, todo ocurre a través de un monitor, a miles de kilómetros y lo único que hay que hacer es buscar y eliminar enemigos, charlis, tangos o como los llamen hoy en día (a título personal, yo, cuando juego llamo a los malos hipies o parias). Debe de ser una escena muy curiosa, una sala llena de gente en, por ejemplo Fort Kansas, manejando unos aviones teledirigidos muy caros y gritando de alegría por haber conseguido una baja múltiple. Me pregunto si tendrán trofeos o logros.
Pero a fin de cuentas, la guerra no cambia nunca. Humanos matándose mutuamente, ya bien sea por religión, tierras, petróleo o por un incómodo dictador. Pero sí que hay algo que cambió la guerra para siempre, que determinó el final de una gran guerra y marcó el comienzo de la Guerra Fría. Estoy hablando por supuesto del argumento nuclear, tema que está de moda estos días que corren ya que a algunos países les inquieta que naciones fundamentalistas religiosas tengan la capacidad de fabricar un artefacto atómico.
De momento, solo se han usado estas armas dos veces en un conflicto bélico, y casi toda la humanidad sabe cuando sucedió. Hiroshima y Nagasaki recibieron cada una un impacto que sesgó la vida de cientos de miles de personas en lo que dura un parpadeo. Como nota curiosa y siniestra, la bomba que cayó sobre Nagasaki llevaba el nombre de Fat Man, que muchos recordarán como ese rechoncho experto en explosivos que iba sobre patines en Metal Gear Solid 2. Todavía me sigo preguntando el porqué de los patines en línea.
Pero las bombas nucleares no se tiran así como así. Hay un protocolo muy bonito y muy estricto en el que al final del todo, el mandamás de turno tiene que dar la orden final. De sus labios tienen que salir las palabras que condenen la vida de miles de inocentes. Harry Truman, presidente de los EEUU durante el final de la Segunda Guerra Mundial, dio la orden dos veces y pareció no afectarle demasiado. Pero hubo alguien a quién si le afectó, y mucho. Fue el padre de la bomba atómica, Robert Oppenheimer. Éste fue el director del famoso Proyecto Manhattan, y después de lo ocurrido en las ciudades japonesas, nunca volvió a ser el mismo. Sobre él pesaba la culpa de la muerte de mas de doscientas mil personas.
Pero, ¿a quién no le fascina una explosión nuclear? A mi de pequeño me hipnotizaba el gigantesco hongo que se producía después de la explosión. Ya con el paso del tiempo esa fascinación se convierte en respeto debido a que mas o menos conozco como funciona un arma atómica. Pero, si uno tiene en sus manos un mando, y en la pantalla parpadea la posibilidad de lanzar un ataque nuclear, ¿quién se resiste?
Yo no puedo resistirme a la tentación de meter un bombazo con todas las de la ley. Una de mis primeras experiencias con este tipo de destrucción masiva fue con el simulador de vuelo F22-Lightining 3. En este juego nos poníamos a los mandos de un caza de ciento cincuenta millones de dólares al que podías equipar con una misil termonuclear táctico. Me pasé horas y horas destrozando bases enemigas a golpe de barra espaciadora para lanzar el temible artefacto, viendo como se originaba esa curiosa nube de muerte que hipnotiza.
O si no, ¿quién no esbozaba una sonrisa en su cara al tener capacidad nuclear en el Starcraft? Yo tengo la teoría de que jugar al Starcraft en Lan con los colegas en un cibercafé es como jugar al póker, nunca tienes que mostrar ninguna expresión. Ya que mas de uno se daba cuenta de que tenías un fantasma camuflado apuntando al centro de tu base si te veía con una sonrisa en la cara. Ya luego si conseguías estamparle el “pepino nuclear” todo se convertía en gritos de triunfo.
Y es que la capacidad atómica es algo bastante útil en el terreno de la creación artística, bien sea cine, literatura, cómic o videojuegos. Ahí tenemos la saga Metal Gear Solid, que explota la idea de un vehículo capaz de lanzar un arma de destrucción masiva a cualquier parte del mundo desde el terreno que sea. Y lo curioso es que el susodicho Metal Gear (o Shagohod) no pudo estrenarse para su cometido, siempre terminaba hecho trizas por el clon de turno o por un rubiales.
También es una pieza clave en el desarrollo de los acontecimientos en la saga Modern Warfare, donde hay veces que hay que detener el misil y otras veces hay que usarlo con fines puramente estratégicos. No tengo intención de hacer un spoiler, pero es que esa escena en la que uno mira a través de los ojos del astronauta es simplemente épica. Aunque hay que puntualizar que aquí se usa un arma nuclear para provocar un IEM (Impulso Electro Magnético) que inutiliza cualquier aparato electrónico, dado esto lugar a una de las fases mas míticas del Modern Warfare 2.
Pero que yo sepa, todavía no hay un juego donde tengas en tus manos la posibilidad de mandar un artefacto atómico contra población civil. No me refiero a que sea una cinemática donde sí o sí tenga que lanzarse, si no a que sea el jugador el que tenga que presionar el botón del mano para decidir el destino de miles de personillas digitales.
Y es que el poder nuclear es la concentración de todos los miedos de una nación, otorgándole a ésta la capacidad de destruir o disuadir a otras. Se llegó a decir que el Anillo Único era una metáfora de esto mismo, y que el hueco para meter el dedo era el lugar que podía ocupar cualquiera para atarlos a todos en las tinieblas.
Este poder llevó a la humanidad al punto de desaparecer por los designios de políticos rusos o americanos. Por suerte, reinó el sentido común y la cosa no llegó a mucho. Pero, ¿y si la cosa se hubiese complicado provocando un intercambio nuclear completo? Ese escenario está totalmente presente en la saga Fallout, siendo Fallout 3 la que se encumbró como vaticinio de cómo podría acabar nuestra “civilización”.
Evidentemente no habría necrófagos, centauros, hombres pinza, supermutantes, sanguinarios ni bichos raros. La radiación tiene la mala costumbre de provocar cáncer y la muerte. Pero en el viaje por el Yermo se aprecian muchas cosas que podrían suceder perfectamente, como la esclavitud, locos que reclaman un trozo de tierra como un país soberano, gente que adora una bomba para evadirse de la realidad, peleas por la comida y un larguísimo etcétera en este juego lleno de matices y de guiños al futuro alternativo de nuestra socidad.
Seguramente nunca dejarán de existir armas nucleares, siempre se guardarán unas cuantas por si acaso, no vaya ser que un asteroide vaya a colisionar con la Tierra y haya que mandar a Bruce Willis a hacer el trabajo sucio. O que haya que reactivar el Sol, o devolverle la rotación al núcleo del planeta. Siempre hay una excusa para guardarse el as nuclear en la manga. Mientras tanto, siempre estará ese tema para exportarlo al mundo de los videojuegos y crear realidades que hagan ver la inutilidad de la guerra o de las armas atómicas. Pero, como decía Thane Krios parafraseando a Hobbes en Mass Effect 2, “Y cuando el mundo entero esté superpoblado de habitantes, el último recurso será la guerra, la cual vendrá a poner remedio para cada hombre, o con la victoria, o con la muerte”. Parece que el asesino verdoso tiene bastante razón, ya que si se le da un vistazo al mundo hoy en día, miedo da pensar como acabará, y es que la lucha por la supervivencia es una guerra sin fin, y la guerra, la guerra no cambia nunca.
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