Microscópicos ladrones de ideas…
Existen, os lo aseguro. Son diminutos seres que se aferran a las nubes en las noches de tormenta, para usar el frío viento de otoño como medio de transporte, nadando entre corrientes de aire. Descienden en forma de gota de lluvia hasta impactar con la cabeza de algún inocente transeúnte que corre a refugiarse bajo una tejavana hasta que escampe sorprendido por el mal tiempo. Una vez ubicados entre los mechones de pelo de su objetivo, penetran a través del oído. Es en ese mismo instante cuando la pobre víctima siente un molesto pitido que se alarga durante varios segundos en la oreja.
Da igual si te metes el dedo dentro de ella o tragas saliva para intentar destaponarla. Ya estás perdido. Los pequeños seres se dejan arrastrar por mares de hemoglobina hasta llegar a su destino: El cerebro. Allí atraviesan paredes de neuronas filtrándose entre los recovecos más insospechados hasta adentrarse en lo más profundo de la mente humana. Son extraños forajidos profesionales. Ladrones de ideas. Ladrones de guante blanco.
Semejantes a parásitos, son los encargados de usurpar ideas brillantes ajenas o que hayan tenido éxito. Pero con la innata habilidad de no caer en el más bochornoso de los plagios. He aquí algunos nítidos ejemplos que estos ladrones de guante blanco han llegado a perpetrar a lo largo de las décadas, los robos del siglo:
-Sonic The Hedgeog : El videojuego del erizo azul de Sega creado por Naoto Oshima Yuji Naka y Hirokazu Yasuhara en 1991 para la Megadrive, fue un gancho al mentón de Shigeru Miyamoto como respuesta al descomunal éxito que su criatura, Mario, había llegado a través del excelso y totalmente rupturista plataformas Super Mario Bros, que allá por 1985 había deslumbrado a medio mundo en la NES y llegando a obtener en su momento la cifra record de 40 millones de juegos vendidos.
Los ladrones de ideas cumplieron a raja tabla su misión. Anillos en vez de monedas, engendros mecánicos en lugar de Goombas, monitores de vida suplantando las setas verdes y el gordo bigotudo (vaya, qué curioso) Robotnik significando lo que Bowser al fontanero italiano: el arquetípico archienemigo. La verdad es que fue un gran trabajo por parte de los liliputienses usurpadores de ideas, el mismísimo Shigeru Miyamoto llegó a reconocer que Sonic The Hedgeog era la mejor imitación posible de Super Mario Bros. Para algunos incluso, hasta lo superó.
– Deep Fear: Y es que si Mario practicamente creó un nuevo género, sobre el primer Resident Evil podríamos decir lo mismo, o casi. El juego original de Capcom (1996, PSX), si no inventó un nuevo estilo lúdico, al menos redefinió el concepto survival horror, creando un tenebroso juego en el que se nos situaba en una enorme mansión perdida entre la espesa niebla, donde el horror acechaba tras cada esquina en forma de putrefacto zombie, de descomunal tarántula o bicharracos de todo tipo, donde los únicos gritos que se escucharon fueron los nuestros. Y de puro placer. Obviamente, el éxito fue arrollador, y precisamente Sega (otra vez), volvió a usar el teléfono rojo de sus oficinas centrales para volver a usar los servicios de nuestros pequeños seres.
Y así, como si de una mágica nube gris repleta de confétis se tratara, en 1998 fue lanzado el juego que debía convertirse en un fiel reflejo de Resident Evil. El espejo era fascinante, realmente, y pocos se atrevieron a mirarse en él. Pero este juego de Sega Saturn lo hizo y con suficiente arrogancia como para sonreir frente a dicho espejo. El resultado nos dejó un gran survival horror en el que debíamos subsistir en un claustrofóbico entorno sub-acuático a modo de base de operaciones. Mutaciones y esperpentos de todo tipo lo transformarán todo en un horrendo infierno terrenal.
– SNK : La compañía (Shin Nihon Kikaku) fundada en 1978 aunque bien es cierto que tocó varios palos a la hora de programar y dejandonos como gran legado joyas como Metal Slug, realmente su obsesión fue arrancarle de entre los dedos el éxito a Capcom y su reciente Street Fighter II. El juego de lucha que en 1991 creó un nuevo estilo de juego, una nueva forma de arruinar a los jóvenes y una nueva religión del joystick, sigue siendo uno de los mayores éxitos que se recuerden en la industria del videojuego. Un shock absoluto en forma de hadoken que acabó siendo un chaparrón de billetes para la gran Capcom, que se frotaba las manos ante el gran filón que había descubierto. A partir de ahí, como dicen, lo demás es historia…
Y SNK quería morder un cachito de esa historia. Fuese como fuese. Copiando sin pudor alguno la jugabilidad del nuevo fenómeno de masa de las recreativas, los ladrones de ideas dieron ,quizá, uno de sus mayores golpes. Al menos uno de los más fructíferos: Fatal Fury, Art of Fighting o King of Fighters son buenos ejemplos de ello. Pero como trabajo de profesionales que resultó ser, se les dotó a cada uno de esos juegos de sus particular personalidad y estilo de lucha. Barra de vida, tiempo, fases de bonus, memorización de comandos a la hora de realizar magias, todo estaba allí, pero sin llegar a ser una burda copia barata.
– Forza Motorsport: La compañía Microsoft lo tenía claro. Se había metido en la más abrupta guerra de las consolas, entrando en batalla con su primera Xbox, y estaba hasta el cuello de barro. La lucha en las trincheras por ver quién vendía más era descarnizada, y había que derribar ese sólido tanque enemigo llamado Gran Turismo de la manera que fuese. Y la manera se llamó Forza Motorsport. Juego que apareció en el año 2005 y que al margen de un enorme concesionario de ensueño en el que babear entorno a algunos de los más brillantes turismos que hayan existido jamás, aportó un sistema de daños y colisiones en los vehículos que le diferenciaba sobremanera de los pulcros e impecables coches del Gran Turismo de Sony.
Ahora es cuando, hago un stop frenando en seco y os pregunto a vosotros: ¿Se os ocurren más ejemplos de juegos que imitan, de manera más o menos descarada a otros?. Los hay. Siempre los ha habido y los habrá. A montones. El éxito genera terribles envidias. Y es que, como os comentaba al principio de este texto, los ladrones de ideas, esos seres microscópicos que nos observan entre sombras y son imperceptibles para el ojo humano suelen estar muy muy solicitados. Ellos roban, y lo hacen mejor que nadie, golpeando como el trueno y desapareciendo silenciosamente en la noche. Se esconden entre la hierba humedecida por el rocío, en los gruesos hilos de las alfombras, debajo de nuestras camas junto a motas de polvo. Siempre al acecho. Olisqueando ideas que puedan tener éxito, para usurparlas por encargo. Así que tened cuidado, no vaya a ser que tengáis algo brillante dentro de vuestra mente que pueda ser robado. Un consejo: Intentad no pensar demasiado …
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