Mi infancia en forma de juegos…
Nací en 1979. Pertenezco a la generación de los 80. A esa que se crió amamantada por 2 únicos canales televisivos. Esa que los domingos por la tarde se sentaba en el sofá con la mirada en trance viendo los dibujos de la Uno. La generación que practicamente aprendió a contar con el Conde Draco de esa maravillosa serie llamada Barrio Sésamo. Que paseaba virtualmente con Espinete, Don Pimpón, Super Coco, Epi y Blas o danzaba con los alocados bailes del panadero Chema (descanse en paz). Un crío que se tiró horas y horas solitarias en su cuarto montando batallas épicas con los Masters del Universo, con He-man, Skeletor y compañía. Dejando volar su imaginación, hasta que finalmente se escapaba por la ventana y se fundía con las nubes grises de invierno.
Un chaval que cantaba y tarareaba los greatest hits de la insuperable Fraggle Rock. Entre cuevas de colores y túneles repletos de pequeña vida. Que alucinaba con la Bola de Cristal presentada por Alaska y con las carcajadas esquizofrénicas de la Bruja Avería. O el niño que buceaba junto a los Snorkels en las cálidas aguas junto a millones de burbujitas. Un joven que cambió su concepto de las sosas frutas tras disfrutar de una burrada de capítulos de Los Aurones, con el amigo Poti Poti y Gallofa entre otros. Tengo lejanos recuerdos de estar rebuscando entre las raíces de los árboles de un bosque adyacente a mi colegio con el objetivo de encontrar esa puertecita de madera liliputiense hasta dar con David el Gnomo.
Ya algo más mayor correteaba junto a mis amigos por las calles con la famosísima melodía del Equipo A grabada a fuego en mi mente. O miraba al cielo aterrado por esa invasión alienigena en ciernes llamada V. Un adolescente que descubrió un Japón muy diferente y completamente fascinante a base de Kamehame con Goku, Krilin y toda su tropa. Luego llegaría Tele 5 con Los Caballeros del Zodiaco, los musculados guerreros de Pressing Catch o Oliver y Benji de Campeones. A partir de aquí, nada volvió a ser lo mismo. Se trataba del comienzo de una nueva era. Menos dulce, mucho más agria. Al menos en mi opinión. Estas palabras que tienes delante de ti son cachitos de mi infancia, casi en forma de lágrima que mi lado más nostálgico y sentimentaloide necesita recordar cada ciertos años. Y que aún hoy, mientras escribo ésto, hace que se me encoja el corazón de puro gozo.
Me siento un privilegiado al haber vivido una de las épocas más creativas y asombrosas de la historia de la televisión. Y me ha apetecido contártelo al oído, con la intimidad que un nick de internet me aporta, y he querido finalizar éste humilde, pero muy muy especial texto para mí, con unos cuantos pantallazos de juegos (algunos realmente nauseabundos) que en cierta manera enlazan con mis recuerdos color sepia. Juegos que podrían definir parte de mi infancia y primera juventud. Muchos ni los he tenido ni los pienso tener, pero a su manera son testigos directos del paso inexorable del tiempo. Ese que nos va erosionando como el mar hace con los cristalitos verdes, hasta dejarlos practicamente lisos. Sniff, sniff:
¿ A quién no se le hace la boca agua con éste mediocre juego de PS2? :
Must have, coño:
¿Os acordáis de los míticos Hulk Hogan y el Último Guerrero del Pressing Catch de Tele 5? …Yo aún guardo los muñequitos:
Hola, Michael:
Raphael, Leonardo, , Michelangelo y Donatello:
Saint Seiya en la portátil Wonderswan:
Y recientemente en PS2 :
Barrio Sésamo:
Doble ración:
Dragon Ball Z Famicom:
Dragon Ball Origins en DS:
Campeones aquí y allá (Captain Tsubasa):
Oliver , Benji y cia en PS2:
Aysssss, que me pongo tontorrón. Espero que los que seáis más o menos de mi quinta, hayas disfrutado casi tanto como yo lo he hecho escribiendo, mientras miraba en el retrovisor del tiempo y tiraba del sedal de la memoria. Son tiempos pasados que nunca volverán…
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