Melodías y recuerdos en 8 bits
¿Quién no se acuerda de alguna pegadiza melodía de su vieja consola de 8 bits? Da igual si se trataba de la NES o la Master System II, ambas tenían ese detalle en común, con más o menos acierto, todo hay que decirlo. Siempre había algún tema que, a pesar de lo aberrantes que pudieran ser originalmente los sonidos que lo formaban, se te clavaba en el cerebro, sin posibilidad alguna de poderla sacar en varios días, o en su defecto, hasta que escuchabas alguna otra que ocupara su lugar.
Así pues, me gustaría dar un repaso a las melodías que más adentro se le quedaron clavadas a un servidor. Esto es ya todo un aviso de que la nostalgia abundará en toda la lectura y debo confesar que uno de los objetivos de este texto es intentar contagiaros de ella. Ya sea por la situación, el instante o el juego, siempre hay melodías que se guardan dentro de cada uno de una forma especial y siempre unidas a los recuerdos de aquellos momentos. Todo resurge con una simple escucha a las que fueron, durante esos maravillosos años, las bandas sonoras de nuestra vida. Por ello es mi deseo que este recordatorio sirva también para que aquellos tan viejunos como yo puedan rememorar viejas hazañas y proezas en unos tiempos muy diferentes a los que hoy en día podemos contemplar. Pase el tiempo que pase, siempre nos quedará el recuerdo de las emociones vividas con nuestras «videoconsolas», las cuales empezaban a invadir los hogares, al mismo ritmo que nuestros padres nos miraban con caras raras..
Cabe hacer un inciso. Así como hoy en día el buen gamer no tiene reparos en poseer consolas de diferentes compañías, en aquellos años se perfilaba lo que sería la gran guerra entre las dos compañías que empezaban a ocupar el mercado videojueguil. Esto es un hecho nada desconocido para todo el que sea mínimamente aficionado a este mundo. O eras de Nintendo o de Sega, y creedme cuando os digo que entre mis amigos de colegio ya había debates sobre cuál era la mejor. En mi caso, era del primer bando, nintendero hasta la médula. Es por ello que estas melodías que vamos a recordar siempre irán ligadas a juegos de la NES. De esta forma, y sin más dilación, empecemos con nuestro viaje en el tiempo…
Sí, sé que no es un comienzo muy original, pero era totalmente necesario empezar por aquí. Creo que las personas que no hayan jugado a Super Mario Bros. (1985) y sus secuelas se deben contar con los dedos de una mano. He de admitir que en mi caso la numeración es lo de menos, ya que los jugué en orden inverso. El primer juego de Mario para la pequeña NES (aunque no tan pequeña por aquel entonces) llegó a mí prestado por un familiar, el cual estaba ya algo aburrido del juego, hecho por el cual me lo dejó sin pedirme ninguno a cambio. Hay que recordar que por aquel entonces el trueque era pieza fundamental de esta joven y emergente afición. Después de haber disfrutado de la grandiosidad de la tercera parte en primer lugar, este, como no podía ser de otra manera, me supo a poco. De todas formas, no podía dejar escapar la oportunidad de jugar al primero de todos, aún habiendo jugado antes a las posteriores partes, pero era lo que tenia ser un viciado en este nuevo mundo. Además tenía su recompensa porque te convertías en el que más sabía de los juegos de Mario de tu clase, y por lo tanto, admirado por compañeros no tan jugones como tú.
En cualquier caso, «un Mario» siempre era sinónimo de diversión plataformera, muchas horas de juego y sobre todo, que es el asunto que hoy nos atañe en gran parte, grandes melodías de manos del maestro Koji Kondo. Poco se puede añadir respecto a las melodías del primer Super Mario Bros, cuyo inconfundible tema podéis escuchar a continuación:
Reconozcámolo, no sabremos la de veces que hemos escuchado este tema, tanto en su maravillosa forma de 8 bits, como en uno de los inumerables versiones que podemos encontrar por la red, pero creo que no nos cansaríamos nunca de escucharlo (¿o sí?). Ha sido usado a más no poder en la sociedad, quizás por ser estandarte de lo que estaba comenzando, algo así como un himno bajo el cual nos encontrábamos todos los aficionados al mundo de los videojuegos, independientemente de la compañía a la que defendieras. Si se piensa bien, quién se lo iba a decir a ese joven Koji Kondo cuando lo compuso allá por 1985…
Super Mario Bros. 2 (1988) llegó a mis manos de nuevo de forma prestada. Como habíamos mencionado antes, esto no era nada raro por aquel entonces, más aún cuando las 10000 ptas que valía un cartucho nos parecían una barrera insalvable para llegar a poseer el juego deseado. Había que recurrir sin remedio a amigos o familiares dispuestos a ser algo solidarios, con intercambio o sin él. Eso sí, antes tenía la obligación de mostrarte como se jugaba mientras tú te limitabas a mirar… Es cierto que hoy en día un juego en su lanzamiento ronda los 50 o 60 euros, más o menos el equivalente de lo que valía en pesetas, pero hay que reconocer que estas últimas infundían más respeto a la hora de gastar según que cantidades. Con respecto al juego, tengo que admitir que esta nueva entrega me sorprendió y extrañó a partes iguales debido a lo anodino del planteamiento. Ahora Mario no saltaba sobre sus enemigos para acabar con ellos, tenía que agarrarlos y lanzarlos, así como con la fruta que se iba encontrando por el camino. Además nos daban a elegir entre cuatro personajes: Mario, Luigi, Toad y la princesa Peach. En mi primera partida, recuerdo haber pensado qué diantres hacía ahí Toad, ya que no lo consideraba tan importante como para ser coprotagonista (ni antes ni ahora…), pero ahí estaba. Ahora todos sabemos el porqué de tan extraña historia, pero de lo que no hay duda es de la gran espectación que me produjo este título por todos estos «misterios».
Con respecto a la banda sonora, esta cumplió con creces, de nuevo a cargo de Koji Kondo. Cada tema se ajustaba perfectamente a esa sensación de dinamismo y divertimento que el juego rebosaba por todos lados, regalándonos grandes temas, como este:
Imposible olvidar las sensaciones que despertaban en mi cabeza las melodías de este «hermano bastardo» a medida que avanzábamos en una historia extraña, que no parecía propia de un juego de Mario. Si antes comentaba lo sorprendido que me tenían todos estos aspectos, imagináos cuando leí en una revista (no recuerdo cuál) el verdadero origen de esta parte. La sorpresa fue mayúscula y el misterio, al fin, resuelto. Me sentí como un arqueólogo haciendo un gran descubrimiento. Recuerdo el momento de contar a mis amigos el origen de este juego y de como ellos recibieron la noticia con bastante indiferencia, claro indicio de que me estaba convirtiendo en un bicho raro… o eso pensaba yo.
Como había comentado antes, Super Mario Bros. 3 (1988) fue el primero de esta saga que tuve el gusto de probar, pero también se trataba de mi primer cartucho, regalado por mis padres en este caso, con lo cual tienes bastante valor en lo que a lo personal se refiere. Aún hoy lo guardo con cariño, a pesar de tener la caja mordisqueada por mi perro (eso le da más valor aún). La sensación al ver esa carátula amarilla con Mario volando, la emoción de sacar el cartucho de su caja e insertarlo en la NES para a continuación ver en pantalla ese telón rojo… Todas esas emociones son difíciles de olvidar, y todas ellas revividas al escuchar de nuevo las melodías que Kondo preparó para esta tercera, y última, parte para la consola de 8 bits de Nintendo. Kondo en parte recupera el tono del primer Mario, mejorando la técnica y ofreciéndonos una mejor calidad que la que podíamos escuchar en anteriores partes. Super Mario Bros. 3 contaba también con sus ocho mundos a recorrer en busca de la siempre perdida princesa Peach (se ve que cansada de lanzar rábanos y zanahorias se dejó capturar de nuevo por Bowser), pero ahora cada uno de esos mundos tenía su propia e inolvidable melodía. Son tantas las horas jugadas en cada uno de esos mundos que creo que me resultaría imposible borrarlas de mi cabeza. Hay muchos temas a destacar, pero principalmente me quedaré con dos: el primero de ellos es el tema del primer nivel, el cual siempre me trae recuerdos del comienzo, de la experiencia de empezar a descubrir ese nuevo mundo que se abría ante mi…
El otro es un tema muy pegadizo y acompañante de inolvidables momentos durante casi todo el juego. Por supuesto se me quedan muchos detrás, como cada uno de los temas de los 8 mundos o el maravilloso ending, pero dejaré que seáis ustedes mismos los que investiguéis un poco sobre ellos que de seguro os traen tan buenos recuerdos como a mi.
Hay que recordar que este juego no dejaba guardar partidas, por lo tanto te tenías que tragar los 8 mundos uno detrás de otro. Sí, lo se, había maneras de saltarse mundos (ese silvato…) pero eso me fue totalmente desconocido hasta un tiempo después de terminármelo. En cierto momento no dudé en hacerme con una guía sobre el juego a modo de curiosidad, ya que al habérmelo pasado varias veces pensaba que poco me podría indicar dicha guía. Iluso de mi… En conclusión, creo que puedo decir que este es uno de los juegos de mi vida.
Saltamos ahora hasta la otra gran franquicia que le dio fama a Nintendo allá por 1986, tan solo un año después de lanzar Super Mario Bros. En lo personal puedo decir que es el juego que más me maravilló en mucho tiempo, y eso que de nuevo empecé al revés (debe ser patológico). Mi primer Zelda fue el segundo: Zelda 2: Adventure of Link (1987), otra «extraña» segunda parte, ya que cambiaba muchos de los conceptos que había hecho tan característica a la primera entrega, hecho por el que fue muy criticado. A pesar de esto, a mi me encantó. He de reconocer que al pensarlo ahora, el hecho de que Link subiera de nivel ganando experiencia, a la vez que nos movemos por un scroll lateral, no deja de ser algo realmente extraño en comparación con el resto de títulos de la saga, pero considero que este es un juego muy infravalorado. Eché muchas horas de diversión con este Zelda sin conocer ni siquiera como era la primera parte, algo que creo que me benefició, ya que me impedía comparar. En mi opinión, nos encontramos ante un grandísimo juego que en su momento se hubiera merecido un mayor reconocimiento.
Aún recuerdo ese maravilloso cartucho dorado, acompañado por un manual lleno de ilustraciones. Por cierto, es sangrante pensar en las ediciones de hoy en día si las comparamos con las de antes, siempre llenas de detalles que te hacían hojear el libro de instrucciones de cabo a rabo sin parpadear. El libro de instrucciones podíamos leerlo sin problemas, ya que estaba en castellano, sin embargo no pasaba igual con el juego. Lo confieso, aprendí mucho inglés con las aventuras de Link, obligado a jugar a veces con el diccionario inglés-español a mi lado, todo debido a que en esa época ver juegos traducidos a nuestro idioma era algo utópico. También es cierto que era algo ya asimilado, por lo que no representaba ningún inconveniente para poder disfrutar de este título, gran responsable de que los RPG sean de mis géneros preferidos.
Como comentábamos, pese a todos esos cambios, Zelda 2 resultó un experimento más que aceptable, incluyendo la banda sonora, que dejaba de lado a Kondo para caer en manos de un desconocido Akito Naakatsuka. Kondo ya realizó la banda sonora para el primer Zelda, trabajo grandioso donde los haya, pero quizás las prisas de Nintendo por aprovechar el éxito de este título hace que saque esta segunda parte apenas un año después, aunque eso conllevase el cambio de gran parte del equipo que trabajó para el primero, incluyendo al compositor. Akito, basándose en el trabajo de Kondo, realiza un trabajo muy a la altura, con su propio estilo, que deja temas que aún hoy en día son recordados en los recopilatorios de la saga, la cual por cierto, nunca más volvió a contar con este hombre como compositor. Una verdadera lástima.
El tema de los títulos es una gran prueba de la calidad del compositor. Sabedor de la repercusión que tuvo el trabajo de Kondo, y por lo tanto, lo difícil que lo tenía para estar a su nivel, Akito nos regala un tema muy en la línea de su antecesor, pero con ligeros y personales cambios que lo convierten en una gran melodía, pareciéndose, pero sin llegar a ser el tema del primer Zelda. Y es que Akito no tiene nada que envidiar al maestro Kondo.
Se podrían comentar muchos más temas, cada uno de ellos ligados a esos momentos sentado delante del televisor viendo como un puñado de esprites recorrían caminos, pueblos, cuevas y laberínticos pasillos dentro de un frio y oscuro palacio. Es precisamente el tema de los palacios el que quería destacar sobre todos los demás, ya que es de los más épicos que he escuchado en mi vieja NES:
La sensación de acción y aventura era absoluta. Recomiendo encarecidamente escuchar las versiones orquestales de este tema porque te dejan literalmente con la boca abierta. He de reconocer que se trata de una banda sonora que incluso hoy en día disfruto muy a menudo, y es que a veces hay que pararse, relajarse, dejar un poco de lado las elaboradisimas versiones orquestales y disfrutar de la sencillez y elegancia de las aunténticas maravillas que existen en 8 bits. Sin duda, esta es una de ellas.
Se que con tan solo leer el nombre de este título, a más de uno se le pondrán los pelos de punta, y con razón. Ya que estamos rememorando tiempos lejanos, habrá que hacerlo tanto para lo bueno como para lo malo, y en esta última categoría entra Battletoads (1991). De nuevo uno de esos juegos prestados que pude disfrutar… ¿he dicho disfrutar? Creo que si hubiera conocido el resultado, igual se lo hubiera devuelto en un segundo al que me lo dejó. Ahora entiendo que su dueño estuviera deseando dejarlo… El juego era divertido y prometía horas de entrenimiento a manos de unas estrafalarias ranas repartiendo mamporros como si de Bud Spencer se tratara, pero la dificultad del maldito juego era algo elevada.
Es cierto, ¿cuál juego no lo era? Estábamos acostumbrados a sufrir… aunque este se pasaba de la raya. Nada nos había pearado para lo que venía en este juego, y se lo que estáis pensando: «La fase de la moto». Esa temida fase, la innombrable, la pesadilla, la responsable de que muchos abandonaran el juego, provocadora de sufrimiento y desesperacion… aún hoy hay gente en tratamiento por culpa de ella, y no era de extrañar. El mismísimo Sauron acaba llorando si se lo mencionas. Este maldito nivel te proponía realizar una carrera en moto en una pista repleta de obstáculos y a una velocidad creciente a lo largo del nivel. Pero esto a los programadores no les pareció suficiente para hacernos sufrir, decidieron que era aún demasiado fácil, así que ¿porqué no limitar los intentos para superarla? Dicho y hecho. Aunque a lo largo de la fase había algunos checkpoints, lo peor venía del hecho de que morías con bastante rapidez, lo que te costaba empezar el nivel de nuevo… Como había dicho, una pesadilla. Es por eso que porqué no recordar el temazo que podíamos escuchar durante esta fatídica fase y despertar de paso miedos olvidados…
A título personal diré que a base de memorizar cada uno de los obstáculos logré pasarme dicho nivel, aunque en vano. En el siguiente me mataron sin compasión gastando la última vida que me quedaba… Creo que todos mis vecinos escucharon el grito que di. Pero recordemos que estos malos recuerdos no son culpa del compositor David Wise, el cual hace un buen trabajo. Y tiene su mérito, ya que tras sufrir la dificultad del juego por medio de continúas frustraciones, la banda sonora sigue gustando. No es una maravilla, hay que reconocerlo, ya que Wise se dedica a jugar con los sonidos sin un orden aparente, en busca de melodías características, dando como resultado un trabajo algo extraño, pero son sus sonidos realmente lo único de lo que se acuerda uno tras todos esos intentos fallidos y trágicas muertes. Esto es también una gran pega para Wise ya que su obra estará siempre ligada a ese maldito recuerdo de lo que fue Battletoads.
Me encanta este título, a pesar de que su argumento no podría ser más estrafalario (tenéis aqui una pequeña reseña realizada por Alberto) Kabuki Quantum Fighter (1990) fue prácticamente el último juego que me compré para la NES, y no pude estar más acertado. Me engachó sobremanera la historia y la acción de este militar que se mete en un ordenador, al más puro estilo TRON, para combatir un malvado virus. Un plataformas en toda regla que no solo deslumbraba en jugabilidad o diversión, sino tambien en su banda sonora. Esta, obra de Masaki Hashimoto, es una excelente recopilación de temas llenos de acción muy acorde con el ritmo acelerado que encontrábamos en el juego. Todos los temas son geniales, y todos me hacen rememorar las tardes en las que me enganchaba como poseso, a melenazo limpio, entre chips, circuitos y viscerales escenarios. Lo dicho, un juego grandioso que siempre se quedará entre mis mejores recuerdos de 8 bits. Me gustaría destacar dos temas: el primero de ellos es el de la primera fase. Qué le voy a hacer, los comienzos sonoros siempre se me quedan grabados a fuego:
El segundo tema se podía escuchar en la fase final, y lo considero un tema épico. Es sorprendente como se podía expresar tanto con tan poco. Conlleva un ritmo frenético y está cargado a su vez de tensión. No puedo evitar que se me pongan los pelos de punta al escucharla de nuevo…
Hay que aclarar que esta es una banda sonora que redescubrí no hace mucho tiempo con el motivo de redactar estas líneas. Es curioso, pero antes de oírla de nuevo apenas me acordaba de estas melodías, pero al hacerlo, no solo me vinieron de golpe todos esos recuerdos, sino que me sorprendió muchísimo la calidad de la misma, algo que en su tiempo aún no sabía valorar. Por fortuna, es un auténtico redescubrimiento, ya que en demasiadas ocaciones los recuerdos también pueden engañarnos.
Esta maravilla de juego me llegó prestado por un vecino tan jugón como yo. En un principio no le di mucho valor, pero enseguida me enganchó. Battle of Olympus (1988) tenía un estilo muy similar a Zelda 2, de hecho los dos comparten muchos detalles, tanto en planteamiento como en estilo. Pero si hay algo que destaque de manera excepcional en este título es su increíble banda sonora. Creo que no escuché algo similar en mucho tiempo. No en vano, tiene una de las bandas sonoras mas bellas que se pueden escuchar en la NES. El juego trataba sobre la historia de amor entre el protagonista, Orfeo, y su amada Helena. Nuestro héroe debía rescatarla de las manos del mismísimo Hades. Semejante historia no podía contar con una banda sonora que no fuera esta. Son muchos los temas que se me vienen a la cabeza cuando pienso en este juego, ya que la experiencia de una partida en este título está muy ligada a la música, más que en otros juegos más influyentes que este. Quizás sea de los primeros en valorar la ambientción musical tanto como la historia o una buena jugabilidad. Contamos con numerosas melodías, unas muy melódicas y otras muy épicas, pero todas geniales, compuestas por el maestro Kazuo Sawa. No hay mejor acompañamiento para recorrer las tierras de la Grecia más mitológica. Desde el comienzo…
… hasta las tierras más lejanas, recorriendo todo el territorio griego en busca de nuestra amada Helena, pasando de paso por mil y una aventuras e innumerables peligros…
Incluso podíamos encontrar algún temas más conocido. Este corresponde al tema que podíamos escuchar en los templos donde nos encontrábamos con los diferentes dioses que nos ayudaban durante nuestro viaje. Como comentaba, no es raro que a más de uno le suene. Se trata de la Toccata y Fuga en re menor BWV 565 para órgano, obra de J. S. Bach, y al parecer compuesta en la primera década del siglo XVIII. Todo un referente musical que se marca nuestro amigo Sawa.
Toda una obra de arte que inspira mil y un recuerdos sobre este magnífico juego. Es increíble poder encontrar algo así en un cartucho de NES, sin desmerecer otras grandes obras, pero esta me parece sublime y además extensa, mantieniendo el nivel de principio a fin. Si buscáis algunas versiones mas modernas que existen, la sorpresa es aún mayor. Un trabajo por el que no pasan los años. Bravo por Sawa.
He dejado para el final el que fue el primer juego que tuve… aunque en cierta manera miento. Ahora entenderéis el porqué. Realmente no tuve una NES, he de confesarlo, sino un de las múltiples copias que inundaban los bazares y jugueterías, compatibles con los títulos de la consola de Nintendo y que albergaban muchos juegos en su interior (168 en mi caso). Admito que no era más que una burda copia, pero par mí era «mi NES». De los 168 juegos que traía dentro, uno de ellos era este Contra (1987). Concretaré que eso de los 168 juegos era también falso, porque la mayoría eran versiones diferentes o extrañas del mismo. Sin ir más lejos, había un Contra por cada arma diferente del juego de forma que en cada uno de ellos empezabas desde el principio con dicha arma. Así que en total rondarían los 50 o 60 juegos…
Volviendo al juego que nos atañe, puede que a algunos no les suene, pero que sí lo haga el nombre de «Probotector» y es que debido a la censura, los marines protagonistas de este juego fueron sustituidos por robots. Como suele ocurrir siempre, estas medidas suelen ser incomprensibles, ya que en mi pseuda-NES el Contra era el original y que yo sepa mis hermanos y yo hemos crecido normales y corrientes, aunque más de uno dirá que no es cierto… Fueron muchísimas horas las dedicadas a este juego, no solo por ser el primero en jugar bajo esa nueva plataforma, sino porque contaba con un modo para dos jugadores que hacía las delicias tanto de los jóvenes jugadores como yo como de los padres, que veían así como desaparecian las peleas por ver quien juega antes (verdaderamente épicas en algunas ocaciones). De qué trataba, por cierto. Nos poníamos en a piel de dos marines que a base de correr, pegar saltos y disparar debían acabar en principio con una organización terrorista, pero sin darnos cuenta, acabábamos luchando ontra una raza alienígena que tenía demasiadas similitudes con los Aliens que nos aterrorizaron en la pantalla grande de la mano de Ridley Scott.
Horas de diversión a raudales entre dos. Imposible no poder acordarme de esos instantes de juego junto a alguno de mis hermanos cuando escucho la melodía de la primera fase, correspondente a la jungla… Grande el trabajo realizado por el compositor Hidenori Maezawa:
Como tampoco son inolvidables las peleas que se producían por robos de armas o muertes «sin querer» por avanzar mucho más rápido que tu compañero/hermano. Por tanto, grandes momentos de diversión, emoción y frustración hacia quién te acompañaba y te fastidiaba… Sobre la banda sonora creo que a estas alturas sobra decir lo que para un servidor representa. Me limitaré a decir que es muy completa y que no tiene desperdicio alguno. Quizás no esté a la altura de alguna de las que hemos comentado por aquí, pero desde luego merece una buena escucha. Yo sin duda le daré más de una..
Llega a su fin esta nostálgica crónica. Cae el telón, no sin antes preguntarme si habré podido hacer llegar plenamente todas estas experiencias a todo aquel que lo haya leído. En muchas ocaciones las sensaciones son difíciles de expresar y sobre todo de transmitir, más aún cuando hablamos de unas sensaciones increíbles hacia lo que fue y es nuestro vicio favorito. De lo que no me cabe duda es que todas estas melodías habrán traído profundos recuerdos a más de uno, y si tan solo a uno de los lectores le ha recorrido un pequeño escalofrío de emoción a lo largo de toda la lectura, puedo darme por satisfecho y entonar aquello de: FIN
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