Marte
Marte, el planeta rojo, un puntito en el cielo que desde que el hombre es hombre, ha cautivado su imaginación y se ha introducido de lleno en la cultura. Parece una nadería que algo redondo y brillante haya podido influír en el desarrollo de la civilización humana. Cosas más raras se han visto, pero si uno se pone a indagar un poco, pronto se dará cuenta de que el planeta tuvo un impacto decisivo en el nacimiento de la astronomía moderna y la posterior evolución de muchas ramas de la ciencia. Ya sé lo que estáis pensando, ¿qué hace este tipo hablando de cosas astronómicas en un sitio como este? Pues intentando aportar un poquito de culturilla y curiosidad a las ávidas mentes que están leyendo estas líneas.
¿Qué sabemos de Marte? Aparte de que es el día después del lunes y de ser el hogar de los Moto-ratones. A estas alturas casi todo el mundo conoce algún dato relacionado con el rojizo lugar de vacaciones del Doctor Manhattan, pero nunca viene mal refrescar la memoria o aportar algún dato nuevo. Para empezar, su nombre. La denominación de origen que tiene hoy el cuarto planeta de nuestro querido Sistema Solar nos viene heredado de los romanos, que lo llamaron así en honor a su dios de la guerra. Esto no es nuevo, ya que antes los Griegos también le pusieron el nombre de su God of War, que en este caso es Ares. Y es que la idea de asociar la guerra a ese punto en el cielo no es muy mística que digamos, básicamente es por su característico color rojo sangriento. A día de hoy es muy complicado ver Marte en todo su colorado esplendor debido a la contaminación lumínica que impera en las grandes ciudades, aparte de que hay mucha gente que no sabe distinguir una estrella de un planeta. Lo cierto es que no tiene ningún misterio, simplemente las estrellas titilan y los planetas no.
También conocemos Marte como el supuesto futuro hogar de la raza humana. Tarde o temprano tendrá que pasar, ya que tal y como vamos, tenemos todas las papeletas de acabar con el bonito planeta Tierra. Pero… ¿cómo son las cosas por allí? Pues hablando en metros, es aproximadamente la mitad que nuestro punto azul pálido. Esto supone que la gravedad sea mas o menos 1/3 de la terrestre. Básicamente algo que aquí pesa 300 kilos, allí pesa 100. Este dato hace que no sea difícil vislumbrar una colonia marciana llena de gente rellenita alegre de pesar “solo” 30 o 40 kilos.
El clima, de momento, no es muy agradable. Las sondas robots que están de paseo por allí pasan un frío al que nadie está muy acostumbrado, ya que la media de temperatura por aquel páramo suele ser de unos -45ºC, ideal para la manga corta con bufanda, tan de moda hoy en día.
Como ya dije antes, Marte ha cautivado la mente y la imaginación de muchos. Desde teólogos, hasta equipos de fútbol. Por supuesto, el planeta rojo ha fascinado a los astrónomos, siendo un ejemplo Tycho Brahe, un hombre con una nariz de oro. A modo de pequeño argumento secundario, el señor Brahe perdió su nariz en un duelo originado por una discusión de matemáticas, sí. Sus observaciones ayudaron a Johannes Kepler a elaborar sus tres leyes de movimiento planetario, que a su vez le sirvieron a Isaac Newton para construir su Ley de la Gravitación Universal que, a pesar de tener 324 años, es la que usan los señores de la Nasa para mandar cohetes mas allá de la atmósfera.
Cautivaría la imaginación de escritores como H. G. Wells, dando lugar a su famoso libro, “La Guerra de los Mundos”. Luego, este libro marcaría la mente de Robert Goddard, haciendo que éste iniciara experimentos con cohetes para intentar algún día llegar al planeta rojo, convirtiéndolo en el padre de la astronáutica. Mas tarde, su trabajo sirvió para que se iniciase la carrera espacial, para que el hombre llegase a la Luna. Toda esta locura de la carrera por llegar a nuestro querido satélite trajo consigo un gran desarrollo de las computadoras que, posteriormente, se transformaron en PC’s y se hicieron, con el paso del tiempo un hueco en todas las casas del mundo. Luego si se hace un lugar en el dormitorio con una tele de 22 pulgadas Full HD mejor todavía.
Las consolas no son mas que ordenadores pequeñitos, y como de costumbre, en el mundo de los videojuegos no se suelen ignorar fuentes potenciales de entretenimiento. Gracias a las consolas hemos ido allí, al planeta del color de la sangre, pero siempre desde la comodidad de nuestro hogar, ya que un viaje a Marte es largo, peligroso, complicado y puede que sin billete de vuelta.
El primer juego que se me me viene a la cabeza que tenga relación con Marte es Doom. Aunque para ser tiquismiquis este clasicazo no tiene lugar en la superficie del planeta, si no en sus lunas Phobos y Deimos. Es en Phobos, donde tomamos el control del mítico marine espacial que tiene que hacer frente a interminables hordas de demonios venidos del infierno. Como curiosidad, Phobos y Deimos son hijos de Ares en la mitología griega, y eran la personificación del pánico y del terror respectivamente. Kratos, desgraciadamente, sigue el pobre sin su luna.
Doom III sí que tiene lugar en la superficie marciana, pero no es más que un remake (tan de moda hoy en día) del Doom original con algunas variaciones argumentales, con gráficos “ligeramente” mejorados y con muchas luces y sombras.
Luego tenemos el ya frustrado SimMars, del que ya se habló en esta página. Una gran idea que no llegó a buen puerto a pesar de ser tremendamente interesante. Iniciar una colonia en un planeta nuevo y virgen no debe de ser nada fácil. No quiero imaginarme las penurias y pesambres que tengan que pasar los futuros colonos marcianos (rellenitos o no).
Aunque luego llegó el juego que sí contaba las penas de los habitantes de Marte. Red Faction apareció hace ya un tiempo poniéndonos en la piel de un minero recién llegado que no puede soportar la explotación a la que se ven sometidos sus compañeros por parte de una megacorporación. Ésta se enriquecía de los recursos naturales del planeta a base de unos obreros que bien podían llamarse esclavos. Se inicia entonces un levantamiento popular y no pacífico contra los tiránicos opresores que lo único que quieren son beneficios a toda costa.
Parece que todo encaja en este juego lleno de simbología, digamos, comunista. Ideologías políticas aparte y como dije antes, todo encaja. Gente oprimida en el planeta rojo que solo quiere un trato igualitario en todos los aspectos de su vida. Que lucha a muerte bajo el símbolo de un pico empuñado para lograr una existencia digna. Una vez logrado el objetivo, todo parece que irá a mejor. Luego estaba el hecho de que si no querías usar una puerta, hacías un agujero en la pared y entrabas como un señor, eso siempre suma puntos aparte de todo eso de la simbología.
Más tarde llegó Red Faction II, que se decidió por un corte mas agresivo y directo olvidando las grandes ideas y promesas que ofrecía la primera parte para obtener un Marte justo para todos.
Pero todo se solucionó cuando salió Red Faction: Guerrilla. Volvíamos a ponernos en la piel de un recién llegado a Marte. Los que llegaron para liberar a los oprimidos se convirtieron en los nuevos opresores disuadiendo a cualquiera que les rechiste por medio de las armas. Por azares del destino, nuestro protagonista se convierte en el líder de la guerrilla que intenta liberar al planeta de los nuevos tiranos.
El acierto del juego fue convertirlo en un sandbox y poder pasear libremente por la superficie del planeta observando todos sus detalles. El proceso de terraformación marciano aún sigue adelante y se advierte como hay zonas totalmente áridas y otras en las que una leve capa color verde vida asoma. Evidentemente, en estas zonas verdes es donde vive la gente de bien, quedando los que tienen menos relegados a las frías y desérticas zonas rojas. Se ve y se oye a la gente (algún rellenito hay por ahí) lamentarse de como los tratan sus supuestos protectores, dotando al entorno de una atmósfera mas creíble y respirable todavía. Ni que decir tiene que ir por ahí pegando martillazos a diestro y siniestro es una actividad que se convierte en un hobby a la hora de liberar un planeta. Y es que, ¿quién necesita explosivos pudiendo echar un edificio entero dando unos precisos golpes en puntos estructuralmente críticos?
Y es que, al fin y al cabo, Marte, tanto en la literatura, cine, y entretenimiento digital, es un espejo de las miserias y los temores humanos. Como de todo se aprende, podemos mirar en lugares insospechados (como por ejemplo un Doom o un Red Faction) y sacar bastantes conclusiones de lo que le espera al ser humano en un futuro cercano. Quién sabe, quizás se llegue allí, se encuentren unas ruinas proteanas y la humanidad descubra el efecto de masa, encontrando el relé de Caronte y yendo mas allá. O quizá el planeta caiga en manos de alguna empresa con mala praxis realizando experimentos prohibidos en nuestra amada Tierra. Lo ideal sería que la humanidad empezase de nuevo allí, intentara llevarse bien y todo fuera muy bonito. Sinceramente, seguro que dentro de muchos muchos años, si el hombre sigue existiendo y la Tierra sigue en su sitio y habitable, se leerá en los periódicos, “Guerra en Marte”, y es que la gente no termina de aprender. Mientras tanto, yo seguiré explorando el planeta desde la comodidad de mi casa, destruyendo algún edificio que otro a martillazos, intentando ser buena persona y por supuesto, no realizar ningún experimento que abra las puertas del infierno.
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