Mamá, no me tires la caja
A muchos os sonará la frase. Y es que a los jugones (y a los nostálgicos) nos gusta conservar nuestras joyas videojueguiles en perfecto estado y completas; cuanto más antiguas, más valor tienen. El problema es que cuando éramos pequeños no siempre podíamos hacerlo porque no teníamos ni voz ni voto en casa y el embalaje original de las consolas ocupaba mucho espacio: algunas veces teníamos que suplicar para que no los tirasen. Incluso algunos las recuperásteis de la misma basura con un enfado importante y os sentís orgullosos hoy en día por haberlo hecho. Qué valor tenían esas cajas de cartón…
Cierto es que después de esta introducción una parte de los lectores de Pixfans os habréis sentido identificados y habréis pensado en vuestra infancia. Otros en cambio nunca habréis tenido problemas de espacio en casa y quizá la frase del principio no os diga nada de nada. Pero por algo será que no todo el mundo conserva la caja de su consola o de las ediciones especiales de los juegos, véase sin ir más lejos las de Illusion of Time o Secret of Evermore, que eran mastodónticas y ocupaban más de la mitad de nuestros cuartos (hablando exageradamente, claro).
Quizá muchos sí guardamos las cajas de las consolas más actuales, algo que ya no es tan difícil porque al ser adultos se nos respeta en casa o porque vivimos por nuestra cuenta; no tiene tanto mérito como el tener la caja de cualquier máquina de 8 o 16 bits en buen estado.
Sin tener en cuenta a las personas que se deshacen de las cajas porque no les interesa más allá del aparato que hay dentro, esa desconocida razón por la que muchas máquinas vagan sin su coraza protectora de cartón original, solía ser nuestros padres. Hartos de que guardásemos tantos chismes en casa, acaban por tirarlas sigilosamente, a lo Solid Snake, para no romper nuestro corazoncito o simplemente para que no les diésemos la brasa.
Aún recuerdo mi primera consola, una flamante Atari 2600. Pues bien, he de confesar que la caja original me duró más bien poco (siendo un niño tampoco le di la mayor importancia, la verdad) e incluso acabó desapareciendo. En la basura sin que yo me enterase, vamos. Y con la de mi Master System II acabó pasando lo mismo, suerte que con las siguientes generaciones de consolas ya era más mayor para darme de cuenta de lo que pasaba y evitarlo.
Anécdotas personales aparte, hoy en día tenemos la suerte de poder conseguir aquello que en su día no podíamos permitirnos o simplemente teníamos y nos deshicimos de ello, arrepintiéndonos posteriormente. Para ello tenemos dos opciones: la vía rápida, tirar de emuladores como el de Neo Geo por poner un ejemplo, que en la época de las 16 bits solía ser el la máquina más soñada por los niños, pero imposible de conseguir dado su elevado coste.
La segunda opción es tirar de cartera si te ha dado un ataque de nostalgia y comprarte la consola completa a través de internet. Esta última opción es la que nos hace sentir más «genuinos» pero no siempre es posible, ya sea por falta de espacio en casa -con lo cual ya comprenderíamos más la actitud de nuestras madres en su momento- o de dinero.
El espacio es un factor importante para nuestra colección, como nos muestra este vídeo, con una impresionante colección a modo de museo:
Sea como sea, aunque me gusta como a muchos de vosotros conservar todo el set de piezas en buen estado y comprar material retro por internet, no estoy en absoluto de acuerdo con lo que se llega a pedir por algunas si están completas y con su caja original. O por no hablar de los precios de algunos de los títulos más buscados (se me pasan ahora mismo por la cabeza el Suikoden de PSX o el Super Metroid).
Una cosa es comprarlos y disfrutarlos, cuidándolos debidamente, eso sí, pero no adquirir varias unidades de un mismo título para revenderlas por mucho más en un futuro. No sé si es políticamente incorrecto o más bien una cuestión moral que algunos deberían plantearse, lo cierto es que es un tema que provoca muchos debates en la red.
Dejando las polémicas a un lado y para concluir sobre el tema principal, os diré que no podemos dramatizar, porque si bien es cierto que sin el envoltorio de cartón la consola está más desnuda y un puñado -más bien un rectángulo- de nuestros recuerdos van a la basura, lo mismo ha ocurrido con nuestros juguetes y revistas antiguos y en cambio hemos seguido adelante bien felices. Quizá es que en el fondo todos tenemos algo de Peter Pan y del síndrome de Diógenes; quizá es que sabemos que si conservamos la caja original de cartón de nuestra consola, en el futuro tendremos un tesoro… aunque sea en forma sentimental.
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