Los monjes copistas de los 80s
Hace mucho tiempo, cuando internet era de uso militar y el Muro de Berlín dividía Alemania, podían adquirirse en los kioskos una serie de revistas para los usuarios de micro ordenadores (ZX81, Spectrum, Commodore64, Amstrad, MSX, etc.) dónde venían listas de código en BASIC que el usuario podía escribir en su casa. Era la época de los monjes copistas informáticos, y fue la primera toma de contacto con el mundo de la programación para muchos de nosotros.
El éxito de este tipo de códigos era bien simple. Un videojuego de la época, en cassette, podía costar 1.800 pesetas de la época, algo así como 30€ de nuestros días y, por supuesto, eran juegos muy limitados en los que el único contacto previo era muchas veces una foto mal hecha en la caja. Demasiado caro para el bolsillo medio. Existía la piratería, la segunda profesión más antigua de la Historia, pero otra opción más lúdica era escribir línea a línea en tu ordenador el código de un juego ya terminado. Además, el hecho de escribir tú el código hacía que el programa tuviese algo tuyo, lo hacía más especial y te hacía sentir como un genio de la programación. Algunos aficionados quedaban con un amigo por las tardes, y mientras uno leía el otro escribía. Hoy día parece una diversión absurda, y no parece que los niños de ahora estén por la labor, pero a principios y mediados de los 80 hubo una pequeña fiebre por la programación.
Otro punto positivo era el hecho de poder modificar el juego a tu antojo. Cambiar colores, textos y gráficos era relativamente sencillo, creando los primeros MODs de la época. Donde antes había una pelota ahora podía haber un muñeco u otros cambios. Lo normal era guardar el juego en una cinta o disco una vez acabada la sesión copista, pero había jóvenes sádicos que no les importaba reescribir otra vez el código cada vez que querían volver a jugar al mismo juego. A ritmo normal se podía tardar casi una hora en escribir algunos programas.
La revista más famosa en España por aquellos tiempos era MicroHobby, donde además de analizar juegos también venían algunos listados con los que dar uso al teclado de tu pequeño ordenador a un precio asequible. La mayoría eran cortos, pero otros era tan largos que incluso los dividían por capítulos entre varios números de la revista. Una pequeña foto y un párrafo con un texto sugerente era el único aliciente mientras escribías letra a letra. A veces el resultado final era una desilusión, pero en otras te encontrabas con juegos muy bien acabados.
Pero había muchas más revistas, muchísimas más, la mayoría ya olvidadas. Incluso era posible adquirir libros en los que únicamente venían listados de BASIC. Normalmente cada modelo de micro ordenador tenía su revista popular, con sus análisis de juegos y códigos. Algunos nombres de revistas eran MSX Magazine, Input Commodore, Amstrad Acción, ZX, Amstrad Sinclair Ocio, Software Accion, etc. Hay que recordar que cada máquina tenía un BASIC diferente, por lo que no eran compatibles. Algunas revistas solventaron este problema escribiendo el código de la versión Spectrum como base y luego detallando para cada modelo las líneas que había que cambiar.
BASIC se convirtió en el lenguaje de programación más popular, dada su sencillez y el gran parecido entre diferentes máquinas. Sin embargo tenía una gran limitación, y era la potencia. Los juegos hechos en BASIC eran más rudimentarios y lentos que los que se podían adquirir en las tiendas. Los juegos profesionales usaban Código Máquina, un lenguaje único para cada ordenador y muy complejo, pero que otorga un control total sobre el hardware y que permitía hacer juegos más potentes. Hacer un scroll decente en BASIC era casi imposible. A finales de los 80 algunas revistas ya traían listados y tutoriales en Código Máquina para los más avezados.
Pero todo tiene un final. Con la llegada de las videoconsolas ya no tenía sentido programar, más que nada porque estas máquinas ni siquiera tenían teclado. Y en los PC, si bien muchos siguieron programando en otros lenguajes como QBasic, GWBasic o Turbo C, ya no era tan habitual copiar códigos de un listado. El abaratamiento y rapidez de los discos hizo que no fuera necesario pasar largas sesiones pinchando código para poder disfrutar de un juego simple, económico pero divertido. Comenzaba la guerra de los gráficos.
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