La gallina de los huevos de Mithril
Mucho han criticado este juego los adalides del pincha, corta y analiza en España. Que si es un juego lineal (que lo es) que si no aporta nada, (que tampoco), que si “Dios bendito, cómo me pueden clavar 70 europeos por semejante cochambre digital”. Pero poca gente se da cuenta de que nosotros, esos consumidores noventeros que vieron nacer algunas de las mejores sagas de videojuegos, tenemos la culpa de buena parte de esta decepcionante nueva entrega del apasionante mundo de los Final Fantasy.
Criticamos el inmovilismo, el no saber innovar con acierto, la falta de ideas, los desarrollos lineales… pero el volumen de ventas no baja y los Final Fantasy siguen arrasando. Ya en las entregas de Play Station y Play Station 2, no se bajaba del millón de unidades vendidas sólo en Japón, pero es que con esta última ya se llegó al millón en EE.UU en sólo cinco días . Seguimos comprando casi de forma religiosa.
Cada nueva entrega de la saga genera dentro de mi una discusión entre dos fulanos, uno que quiere volver a ver todo ese maldito universo (Chocobos, el cursor con forma de guante, las armas, los jefes imposibles, las invocaciones, poder conseguir la nave de turno para andar libremente por el mapamundi, conseguir a los protas…), y otro que quiere que se innove. Normalmente esta discusión se zanjaba con cada nueva entrega.
Esto solía pasar hasta que se produjo el salto del Final Fantasy X al Final Fantasy XI (de los “Final´s” extraños que hay por el miedo, prefiero no hablar). Con el segundo en cuestión empecé a pensar en el grave estancamiento que ha sufrido la franquicia. Sistemas de combate absurdos y un argumento que siempre se mueve dentro de unos límites muy pero que muy trillado. Y esta nueva entrega es la evolución del degenere de la serie.
1. El argumento
Llega un momento en el que uno, como jugador, tiene que decir basta. Hasta aquí hemos llegado. No puede ser señores, no puede ser. No puede ser tan maniqueísta todo. Buenos aquí, malos allí. Y por el medio, en nuestro grupo de protagonistas, diversos roles que se reparten atendiendo a clichés del género. El héroe que no lo quiere ser, el que pelea por venganza, la chica sonriente ultra-optimista. Lo de siempre. Esto está pasando en la mayoría de los RPG´s “orientales” de las consolas de la última generación y si no obsérvese también el reparto del Star Ocean: The Last Hope.
El otro asunto que me revienta es la pretensión de ofrecer un juego “adulto” cuando, en realidad, la trama comparte muchos más puntos en común con películas de Disney que con, yo que sé, por ejemplo, con la serie Perdidos.
2. El sistema de juego
Ha sido un crimen, una elección nefasta, y aquel jugón que no haya sentido ese sentimiento asfixiante de “Dios que aparezca ya el mapamundi, que si no tiro la consola y el juego por la ventana”, miente, y la furia de los dioses caerá sobre él.
No podía haberse hecho peor. Que un juego de tres DVD´s no empiece a interesarte hasta bien pasado el segundo debido a una trama que no avanza y a un sistema de mazmorras ultra previsible es algo infame, un auténtico fallo de planificación en el que los programadores han jugado con nuestra fe. Punto de guardar, tesoros, monstruos, punto de guardar, jefe final. Y varias escenas cinemáticas por el medio, cuando a los verdaderos fans de esta saga los gráficos realmente se la soplan. Y ya está, así durante casi 15 horas. No. Tanta linealidad no, por favor.
3. El sistema de pelea
Hay que admitir que al final, nunca mejor dicho, en esto se basan los Final Fantasy. En dar carallazos a diestro y siniestro y por turnos. Hay algo, en todos nosotros, algo en el cerebro, una pulsión secreta de la psique que se encendía cuando llenabas la barra del Límite y soltabas el Omnilátigo en el FFVII o cuando invocabas a Ánima (de las mejores que recuerdo) en el FFX, o cuando encontrabas un enemigo que te daba muchísima experiencia siendo muy fácil derrotarlo.
Todos esos detalles han hecho grande este juego. Por dos motivos. Primero, porque te hacen querer seguir jugando y segundo, porque permiten obtener dos juegos a cambio de uno, aquel en el que sigues la historia y aquel en el que tu mayor deseo es subir niveles continuamente.
Con eso debían haber jugado. Esas eran sus cartas. Podrían haber hecho un revienta-tiendas bueno y fiable y en lugar de eso han hecho algo realmente pobre, un simple “Best Seller”. Combates que casi rozan el automatismo, ausencia de espectacularidad e invocaciones que se convierten en ¿¿motos?? Por el amor de Dios, ¿cómo alguien puede tener, y que Dios me perdone, los santos coj.. de, a una invocación que se llama Shiva, (Dios hindú glorioso, ilustre, célebre, todo un símbolo de esta franquicia) convertirlo en una moto? Aquí ha faltado mucha cordura.
El juego es un batacazo, en mi opinión, tremendo y viene a continuar con el descenso de calidad de la serie, pero no le echo en cara totalmente a los programadores la culpa puesto que nosotros los fans (y me incluyo) hemos tenido parte de la responsabilidad, por haber comprado casi con los ojos cerrados las últimas ediciones, en nuestra ansia de saciar la sed de chocobos, Cid´s, Bahamut´s y demás que sentíamos. No hemos sabido parar a tiempo y hemos pretendido repetir sin sentido experiencias de esa gloriosa época que fueron los 90 y al final, entre todos, nos hemos cargado la gallina de los huevos de Mithril.
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