Influencias mutuas
Cine y videojuegos. Aceite y agua. Aunque esta frase la podría haber pronunciado Al Pacino en cualquiera de las escenas de El Padrino parte III, todos sabemos que no es así. En estas tres últimas décadas, el entretenimiento electrónico ha ganado más y más peso y, poco a poco, se ha convertido en un referente en el que mirar. Un lugar de donde tomar ideas. Pero no siempre ha sido así. El cine ha sido fuente de inspiración para toda una generación de creadores de videojuegos.
Es posible que el caso más notorio y el creador más influenciado por el mundo del cine sea el japonés Hideo Kojima. A pesar de que en Penguin Adventure, uno de sus primeros proyectos, no se pudiese vislumbrar la mano del Séptimo Arte, una vez que tomó las riendas de su equipo podemos comprobar cómo han influido las oscuras salas de cine en su obra.
En su saga Metal Gear, por ejemplo, comprobamos que los personajes principales beben de grandes iconos del cine. La apariencia de Snake, por ejemplo, se inspira en el papel de Robert de Niro en «El cazador». Posteriormente otros personajes han ayudado a perfilar su imagen, como Snake Pilskin, papel interpretado por Kurt Russell. Big Boss fue un papel escrito para Sean Connery aunque, desafortunadamente, nunca pudo interpretarlo. Aún así, su cara quedó impresa en el Codec de aquellos vetustos MSX.
Otras sagas de Kojima con claras influencias del cine son Snatcher (estéticamente versada en Blade Runner, y con un protagonista calcado a Harrison Ford) y Policenauts, la historia de Jonathan Ingram, que bien pudiera estar protagonizada por el dúo Danny Glover – Mel Gibson.
La saga Castlevania ha tomado sus bases de las clásicas películas de terror de Bela Lugosi. Además de Drácula, una legión de monstruos del averno, como Frankenstein, el Hombre Lobo o La Momia también se unieron a sus huestes.
Yu Suzuki, la mente tras los grandes éxitos arcade de AM2, reconoció que OutRun surgió de la película «Los locos del Cannonball», que trata sobre una carrera a toda velocidad por todo Estados Unidos.
Uno de los más peculiares creadores japoneses, Kenji Eno, la mano detrás de Warp, realizó un inquietante videojuego para Sega Saturn que, milagrosamente, llegó a Europa. Su nombre: Enemy Zero.
Un carguero espacial con siete tripulantes a bordo, incluida nuestra protagonista, Laura, asisten atónitos a la irrupción en su nave de un extraño enemigo, cuyo objetivo es acabar con toda la tripulación. ¿Os suena? Efectivamente, la base del guión es extremadamente similar a Alien, el octavo pasajero, de Ridley Scott. El juego toma derroteros totalmente distintos a los de la película, con distintas relaciones entre personajes, amor… y, sobre todo, el enemigo al que nos enfrentamos es distinto. Es invisible. Por lo que para combatir con él debemos fiarnos de nuestro oído. Todo ello mezclado con las partituras de Michael Nyman.
Los creadores de videojuegos nunca han negado sus influencias. Tomar ideas del cine, aprender de un medio artístico ya desarrollado, ha conformado la industria y su forma de narrar historias y crear diversión hasta la situación actual.
Sin embargo, no creamos que el proceso inverso no es posible. Y es mi impresión que poco a poco la influencia del videojuego en el cine será más importante.
¿Habéis visto Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal? ¿Habéis jugado a Uncharted: El tesoro de Drake? Seguro que ya sabéis de qué os hablo…
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