God Hand
Ésa no me ha despeinado
Lejos, por no decir lejísimos, quedó ya esa moda de los clásicos “yo contra el barrio”. Casi todos nosotros hemos vivido de críos la experiencia dentro de esa turba preadolescente que se arremolinaba alrededor de una recreativa (ya fuera para jugar o para comprobar con admiración como aquel chaval se había llegado al final del Final Fight). Sin embargo, los beat ‘em up de los de avanzar a pura ostia vivieron su edad de oro a finales de los ochenta, y desde mediados de los noventa, poco hay que destacar. Desde el apogeo con Double Dragon, pasando por las casi incontables aportaciones de Capcom al género o el fantástico Teenage Mutant Ninja Turtles de Konami, el espíritu de este tipo de juegos se fue apagando como los propios salones recreativos en los que los disfrutábamos.
Aunque esto no quita que de vez en cuando podamos encontrar juegos que apuestan por la misma mecánica. Es evidente que dentro del género se ha tendido a la espectacularidad y el armamento pesado. Nombres como Devil May Cry, God of War, Ninja Gaiden o el reciente Bayonetta resultan conocidos a poco que a uno le guste el mundillo del videojuego. Sin embargo no hace ni cuatro años, un magnífico representante de la vieja máxima “avanza a sopapos” vio la luz para la inmortal Playstation 2. Lamentablemente tuvo una acogida bastante tibia y no exenta de polémica, debido a una peligrosa tendencia al clásico lo-amas-o-lo-odias. De todos modos entiendo que luchar contra enormes negros travestidos o Power Rangers enanos puede no gustar a todo el mundo… pero esto es God Hand.
Un descacharrante post-apocalipsis espectral
Y es que God Hand es un beat em’ up pero que muy particular. Organizado en distintas zonas, nuestro objetivo es literalmente abrirnos paso a mamporros sin ninguna pretensión más. Pero lo que lo distingue de otros juegos del mismo estilo es un sentido del humor completamente absurdo. Conforme avanzamos en la aventura el juego nos va premiando con constantes gags que pueden no venir muy a cuento, pero que de seguro nos arrancarán más de una carcajada.
Esta particular visión no sólo se limita a los videos. Nuestros propios ataques especiales y las rutinas de los enemigos por poner ejemplos no son más que dolorosas coñas repletas de humor negro y absurdo a partes iguales. Está claro que a la abuela no le va a hacer gracia ver a Gene, nuestro prota, dándole una azotaina en el culo a la enemiga de turno, o machacando los nacasones de ese gordo vestido de payaso. O tal vez sí, pero le guste o no, ese humor extravagante japonés está en cada apartado de este programa.
Pero cuidadín, no os creáis que esta visión tan desenfadada se refleja en la jugabilidad. Muy al contrario, God Hand es un juego bien difícil. A pesar de que cada etapa pasada actúa como checkpoint, la muerte está a un par de tollinas de distancia, siempre dispuesta a mandarnos al principio de cada zona. Tendremos que dominar al milímetro el uso de ataques especiales, bloqueo y combos para no acabar hechos un guiñapo en el suelo. Pero una vez dominado el sistema de combate, se puede decir que es este es puro amor.
Construyendo el combo perfecto
Grosso modo, tenemos dos tipos de ataques especiales. En primer lugar, unos ataques predefinidos que gastan uno o varios orbes de energía, incluyendo la Kung-fu Samba o el Pisotón Divino (sobran las palabras). Pero también contamos con la furia de la God Hand, nuestro brazo derecho. Sin spoilear, la God Hand es un arma de procedencia divina, que reemplazó nuestro brazo, malogrado (y vilmente cortado) gracias a nuestros enemigos, los demonios. Activando este segundo ataque especial, tenemos un tiempo limitado en el cual disfrutamos de invulnerabilidad y mayor potencia de ataque. De cualquier forma ambos tipos de ataque especial requieren de recarga de algún tipo, por lo que normalmente bien conviene guardarlos para los chunguísimos final bosses.
Otra de las virtudes de la jugabilidad de este título es que podemos ir mejorando nuestro repertorio de combos, comprando nuevos movimientos, y ojo, construyendo el combo en el orden que queramos. Así pues se nos deja a nuestro aire para que experimentemos con el sistema de movimientos, a la vez que nos vemos obligados a modificarlo según la naturaleza de los enemigos. No tardamos mucho en darnos cuenta de que el combo perfecto no se basa sólo en la fuerza, sino que debemos entremezclar con buen ojo golpes rápidos, patadas, rompe-guardias y lanzamientos. En cualquier caso, todo un gustazo sumergirse en este sistema y probar hasta machacar a toda clase de extraños contrincantes.
Bailando al son del gordo Elvis, y fin
Ya imaginaréis que, a la vista de los detalles, este juego tiene carisma y alma propia para regalar. Con mejor o peor gusto, los artistas de Clover no parieron un juego fácilmente olvidable. La música contribuye en buena medida, con unas melodías rockeras y con influencia funk que transmiten ese sentimiento de pachangueo y desenfado.
En definitiva y para gusto de un servidor, habemus juegazo atemporal. Cierto es que los años han pasado sobre él y no se ve ni de lejos tan bonito como lo que disfrutamos en esta generación, pero la jugabilidad se mantiene intacta. Sumándole el apartado artístico y la locura en general, sólo puedo recomendaros este juego. Puede ser poco conocido, pero lo mismo os animáis sabiendo que tras esta borrachera en forma de juego de lucha barriobajera están el productor de Devil May Cry y los autores de Okami o del propio Bayonetta (ya como Platinum Games). Eso sí, mentalmente bastante más perjudicados, diría yo…
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