El Dr. Robotnik (o Eggman), uno de los villanos por excelencia del mundo de los videojuegos tiene una curiosa relación con un personaje histórico, el vigésimo sexto presidente de Estados Unidos, Theodore Roosevelt. ¿Os parece que existe algún parecido entre ambos personajes? Bueno, no es que sean como dos gotas de agua, pero cualquier parecido no sería casual, pues la imagen de este político influyó en el aspecto final del archienemigo de Sonic.
6 comentarios en “El Dr. Robotnik y su relación con Theodore Roosevelt”
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putos viciaos de los juegos, a estudiar todos, sinverguenzas, que no os vais a ganar la vida jugando cuando vuestros padres no esten
Hay que sacarte cuanto antes esa arena de la vagina.
Además, Teddy arrebató Panamá a Colombia tras provocar una levantamiento independentista en el lugar, todo ello para poseer plenos poderes sobre el nuevo Canal Interoceánico que se iba a construir. Por otro lado, hay que destacar que bajo su mandato, Estados Unidos perpetró un auténtico genocidio contra el pueblo filipino, del que poco o nada se dice, con ejecuciones sumarias de civiles y de rebeldes prisioneros a la altura de las grandes matanzas perpetradas por nazis y japoneses durante la Segunda Guerra Mundial. La verdad es que a Teddy sí le pega el papel de villano.
Aunque no me consta lo segundo, es igualmente interesante como para investigarlo. Es bueno saber que los héroes no existen y la historia la escriben los que ganan, y que ciertas cosas oscuras se ocultan.
La Guerra filipino-estadounidense se desarrolló entre 1899 y 1902, siendo William McKinley -el del Maine y el de todo el rollo ese de ayudar a una nación sometida al pérfido yugo español cuando fracasó el intento norteamericano de comprarle a España sus posesiones en el Caribe- con quien se inició la contienda cuando los filipinos comprobaron que los estadounidenses estaban allí, no para liberarlos, sino para sustituir a los anteriores dominadores españoles. Sin embargo, McKinley es asesinado en un atentado anarquista en 1901, siendo sustituido por su vicepresidente Theodore Roosevelt, quien prosiguió con la campaña de «pacificación» del archipiélago recién conquistado. Por tanto, aunque fue McKinley, y no Roosevelt, quien inició el genocidio filipino, Roosevelt, quien a la postre ganaría incluso un premio Nobel a la Paz -y nos quejamos de lo desvirtuado que está el premiio a día de hoy- continuó con la política de su predecesor, que incluía la ejecución sumaria de todo filipino mayor de 10 años de edad -según revelaba la prensa crítica con el nuevo imperialismo nortamericano- o la práctica de una nueva forma de tortura: la cura de agua, o hacer beber hasta casi reventar a un prisionero hasta que se derrumbara y confesara lo que sus captores quisieran oír.