Colonos de Catan, abriendo caminos
Hacía eones que no escribía, entre el trabajo y la semana santa no he estado por la labor, pido disculpas por ello y vuelvo con ánimos renovados y espíritu de innovación (que viene a ser lo mismo, pero duplicado).
Soy un ave de rapiña nocturna y de interior, disfruto comiendo Doritos y bebiendo un refresco junto a unos amigos, conocidos o, en el peor de los casos, familiares; mientras competimos en un videojuego o un juego de mesa. Soy, por ende, un jugador social. Me declaro fan de la Wii por su sencillez de control y la posibilidad de participar 4 personas simultáneamente en la diversión. Soy una persona de estar por casa. Me gusta hablar cara a cara con mis compañeros de juego, negociar y comerciar con ellos, por eso me gustan los juegos de mesa, y sobre todo los de estilo alemán.
Para los que no estéis puestos en el tema, los juegos de estilo alemán, o eurogames como también se los conoce, enfatizan la estrategia, fomentan la cooperación e interacción entre usuarios, no dependen demasiado del azar, suelen tratar de temas económicos más que militares y lo más importante: todos los jugadores terminan la partida, nadie queda eliminado. Además suelen tener más de un camino a la victoria.
La explosión de este estilo de juegos se dio con el, ahora famoso, Colonos de Catan, de Klaus Teuber. En él, de tres a cuatro jugadores (expansible hasta 6) se disputan el control de los recursos de una isla, con el objetivo de desarrollar su asentamiento. El tablero se conforma por unas piezas hexagonales sobre las cuales pondremos números del 2 al 12. En cada partida se genera un tablero aleatorio, por lo cual ninguna es igual a la anterior. Al principio de su turno, los jugadores lanzan dos dados, el terreno que tenga el número indicado por los dados genera recursos, que son ladrillos, trigo, piedra, lana y madera; y estos se combinan para construir caminos, poblados, ciudades o crear desarrollos (una habilidad especial). Y si no se tiene un recurso necesario, se puede negociar e intercambiar cartas con los rivales.
La cuestión es que hay partidas en que el grano nos sale por las orejas, y otras en que es el bien más preciado sobre la isla de Catan. Sólo puede negociar el jugador actual, y el exceso de cartas se paga… cada vez que en los dados aparezca un 7, los jugadores con más de 7 cartas deberán descartarse de la mitad, redondeando hacia arriba. Puede parecer que al usar dados, la victoria tiene un gran factor de suerte, pero hay que tener en cuenta que, estadísticamente, el 7 es el número con más posibilidades de salir, seguido del 6 y el 8, luego el 5 y el 9 (y así sucesivamente). Y conseguir un 2 o un 12 roza lo imposible, así que los territorios con los números más probables suelen ser los más productivos, aunque siempre hay gente con mucha suerte que consigue el 11 o el 3 en el momento más adecuado…
Es un juego con una mecánica muy sencilla. Yo lo calificaría como el Monopoly de los eurogames, por su extensión y su temática de expansión constructiva, pero sin el componente de ira demoníaca provocada por caer en la casilla azul oscura con 3 hoteles. Os recomiendo que lo probéis, siempre mejor con 4 jugadores, y no olvidéis comentar lo que os pareció.
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